Título: El río sin descanso
Autora: Gabrielle Roy
Páginas: 268
Editorial: Hoja de lata
Precio: 18,90 euros
Año de edición: 2016
Bonito,
muy bonito libro.
Su
autora, con un estilo poético de extrema sensibilidad, nos lleva a una tierra
lejana para nuestras latitudes, nos hace sumergirnos con facilidad en unos
paisajes desconocidos en general para nosotros -si no es por los documentales o
el cine- en los que sentimos de inmediato la belleza, una belleza mayúscula.
Estamos en las inmensidades infinitas de la tundra ártica en donde la nieve es
protagonista absoluta en los largos inviernos y en verano es el brillo y el
sonido del agua los que seducen incluso a quienes están acostumbrados -a sus
habitantes- los inuit.
Pero
es mucho más que un bonito libro, pues nos da a conocer a ese pueblo de
esquimales en un momento en el que su cultura, sus costumbres, sus valores
ancestrales, aquellos que les han permitido sobrevivir en un medio más que
hostil, se ven asediados y comprometidos por el denominado progreso enarbolado
-muchas veces disfrazado de bondad- por quienes han descubierto el enorme valor
económico de algunos de sus recursos, los «blancos del sur». Fue la instalación
de las compañías comerciales en esas zonas del norte de Canadá lo que hizo
tambalearse poco a poco los valores más arraigados y profundos de los
esquimales que, necesariamente eran
todavía en los años 40, de una gran sencillez -climatología y aislamiento
obligan-.
Lo que nos cuenta la autora es el momento de confluencia de los intereses de unos y el asombro de los otros, las estrategias de los portadores del progreso blanco para atraer a unas gentes que no sentían ningún interés por dicho progreso y el engaño que muchas veces sufrieron los esquimales por su inocencia y aislamiento de otra cultura que no fuera la de sobrevivir.
Lo que nos cuenta la autora es el momento de confluencia de los intereses de unos y el asombro de los otros, las estrategias de los portadores del progreso blanco para atraer a unas gentes que no sentían ningún interés por dicho progreso y el engaño que muchas veces sufrieron los esquimales por su inocencia y aislamiento de otra cultura que no fuera la de sobrevivir.
Es
un libro en el que se reúnen una estupenda novela corta que da nombre al
conjunto, «El río sin descanso», precedida de tres cuentos, «Los satélites»,
«El teléfono» y «La silla de ruedas». Estos tres cuentos ponen de manifiesto
con humor algunas situaciones absurdas que acarrea el progreso no pedido y
disfrazado de generosidad, incluso de caridad, por quienes lo promueven.
En
las cuatro narraciones, pero en especial en la novela corta, su autora nos
habla del sentido de la vida y de la muerte de los inuit, de su estrechísima relación con la naturaleza, de sus
vínculos familiares y sociales en unas comunidades de tamaño muy reducido, de
la simplicidad e inocencia de una vida basada en el esfuerzo por la
supervivencia, pero nunca sentido como un fardo pesado de llevar, sino como un
condicionante propio ser humano que se acepta sin cuestionar.
En
la nouvelle, la historia curiosa en
la que se engarzan estos temas es el embarazo de una joven inuit consecuencia
de una violación por un joven soldado destacado americano temporalmente en la
zona y la difícil decisión de la joven madre entre las dos alternativas que se
le presentan: integración natural de ese niño rubio y de piel blanca y delicada
en la sociedad esquimal o facilitarle la adaptación al mundo de los blancos.
Tan difícil es la decisión que sus actuaciones zozobran entre ambos mundos por
lo que, finalmente, será el hijo, ya joven, quien decida. Así sintetiza la
autora la profundidad de la decisión: «Esa
es en el fondo la historia del ser humano, esa elección tan difícil entre la
vida libre del abismo, orgulloso e indomable, y la vida con los demás, en la
jaula».
Especialmente
interesante para nosotros -por diferente- es la idea la muerte en esas
comunidades. Se considera como algo natural de personas «fatigadas por la
vida», un paso más en el ciclo de la vida. Sin dramatismos, sin esfuerzos por
prolongarla, sin ruidos de dolor por las pérdidas. Y ligado a ello, el concepto
de continuidad de las generaciones -como el río que nunca se detiene y va hacia
delante sin descanso- expresado así por la protagonista de la novela: «¿Le
estaría llegando por fin el futuro y se estaría viendo, tomando un día el
relevo de su madre en la interminable y siempre solitaria procesión de
generaciones?».
Un
libro que nos plantea temas trascendentes para poder hacer si se quiere una
lectura más allá de la belleza con la que se nos cuenta, dado que la diversidad
de asuntos puede trasponerse a cualquier situación de cambio social -y por ende
vital- profundo. De plena actualidad.
Gabrielle Roy
Gabrielle Roy (Manitoba, 1909 - Quebec,
1983). Autora muy reputada en su país, considerada como la introductora de la
modernidad. Con su primera novela, en 1945, «Bonheur d'ocassion», en español «Felicidad
ocasional»
editada en Argentina y hoy imposible de conseguir, inauguró el realismo social
y por ella en 1947 ganó el Premio Fémina.
Fue una persona muy sensible y entre sus temas recurrentes se encuentran los problemas de las personas que sufren cualquier clase de exclusión, especialmente los inmigrantes, así como la situación de la mujer.
Autora de una veintena de títulos, está siendo muy estudiada no solo en Canadá. Como muestra, la cátedra que con el título «Margaret Atwood-Gabrielle Roy» existe en México. Pero en estos momentos solo podemos leer en español la novela que se reseña, lo que es una pena.
La editorial Hoja de lata merece un aplauso en general por su excelente trabajo y en este caso en particular porque ha rescatado del olvido -en España nunca fue debidamente conocida- a una gran autora. Ojalá podamos pronto seguirla en otras obras suyas. Es destacable también la cuidada edición que culmina con lo primero que vemos en los libros, el bonito y sugerente diseño de la portada.
Fue una persona muy sensible y entre sus temas recurrentes se encuentran los problemas de las personas que sufren cualquier clase de exclusión, especialmente los inmigrantes, así como la situación de la mujer.
Autora de una veintena de títulos, está siendo muy estudiada no solo en Canadá. Como muestra, la cátedra que con el título «Margaret Atwood-Gabrielle Roy» existe en México. Pero en estos momentos solo podemos leer en español la novela que se reseña, lo que es una pena.
La editorial Hoja de lata merece un aplauso en general por su excelente trabajo y en este caso en particular porque ha rescatado del olvido -en España nunca fue debidamente conocida- a una gran autora. Ojalá podamos pronto seguirla en otras obras suyas. Es destacable también la cuidada edición que culmina con lo primero que vemos en los libros, el bonito y sugerente diseño de la portada.
Publicado por Paloma Martínez.
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