martes, 17 de octubre de 2023

En Grand Central Station me senté y lloré - Elizabeth Smart

 

Título: En Grand Central Station me senté y lloré                                                               Autora: Elizabeth Smart

Páginas: 160
 
Editorial: Periférica

Precio: 17,50 euros
 
Año: 2009

El título de esta novela me sedujo nada más verlo. Lo compré, lo leí y ha sido para mí un gran descubrimiento, un texto rabiosamente poético, muy intenso, emocionalmente desbordante, una locura de libro, de esos que te deja conmocionado unos cuantos días después de haberlo acabado.

Publicado en 1945, es una obra de culto, que ha levantado pasiones e inspira adhesiones inquebrantables. Con un estilo lírico de alto voltaje, plagado de imágenes poderosas y metáforas brillantes hasta el desvarío, cuenta en primera persona la historia de un amor fou, la pasión arrebatadora que siente una mujer por un hombre casado, que le vuelve literalmente loca. Con un lenguaje tan espléndido como sorprendente, refleja a la perfección a enajenación que acompaña a veces al enamoramiento. Veamos algunos ejemplos como muestra: «Pero no hay vez que él pase cerca de mí y yo no sienta cada una de las gotas de mi sangre brincar reclamando su atención», «La dulzura tremenda de aquel instante me sofoca», «El amor no es menos poderoso que la muerte», «Él es la luna dueña de las mareas, es el rocío y la lluvia, es toda las semillas y la miel del amor [...] Yo soy la tierra que perforan, para crecer, las plantas. Pero cuando germinen yo también seré un dios».

El libro arranca cuando se va con su amado y su esposa de viaje, y cómo suspira por él. Después, en sucesivos capítulos llegan la tristeza de la separación, su embarazo, el rechazo de su familia, la vergüenza pública, la incomprensión general, otros sinsabores y por fin, un feroz desamor, tan espléndidamente bien descrito como el amor inicial «¿Cómo compadecerle, si cada uno de los agujeros por los que me desangro me los abrió él, con un beso?». Pero ella sigue profundamente enamorada de aquel hombre, le adora y no puede vivir sin amarle.

Amor y desamor bellamente reflejados con una intensidad abrasadora. Eso sería suficiente para que este libro sea una obra extraordinaria. Pero aún hay más, mucho más. Y es que el texto está plagado de referencias, alusiones y citas poéticas desde el mismo título, tomado del salmo 137 que dice «Junto a los ríos de Babilonia nos sentamos y lloramos, recordando Sión». Hay versos y fragmentos de William Blake, Tennyson, W. H. Auden, Marlowe, El Cantar de los cantares, Milton, Shakespeare, Homero y muchos otros autores, sin comillas y embebidos en el texto principal. La traductora identifica 36 en una nota final, pero hay muchos más. Los homenajes son continuos y están perfectamente engarzados como gemas dentro del conjunto, de manera que nada chirría, nada parece forzado ni artificial y el conjunto es un maravilloso trabajo de taracea. Claro que el nivel poético de la narración facilita ese trabajo, pero el resultado en extraordinario en cualquier caso.

Curiosamente, la publicación de este libro no levantó críticas por plagio ni apropiación cultural, y nadie reclamó derechos de autor, como sí ocurrió en otros casos parecidos, como el del maliense Yambo Ouologem (véase este enlace).

Volviendo a este libro sin igual, como ya supondréis, también es relevante que se trata de una obra autobiográfica. La autora no nos cuenta una historia, se cuenta a sí misma, vuelca su interior en estas páginas y nos la se entrega junto con su alma. En fin, una obra única, singular y extraordinaria, tan especial que las palabras se quedan cortas para explicar lo que es: la historia sincera y descarnada de una joven que un día lee un poema, se enamora de esas líneas y de su autor. Lo ama con una pasión arrebatada y ni una guerra mundial, ni todas las convenciones sociales y reglas logran separarle de él. Impresionante. Prodigiosa. Tenéis que leerla.

El extraordinario trabajo de traducción es obra de la barcelonesa Laura Freixas, traductora y escritora, de la que ya hemos reseñado aquí alguna obra suya.

Elizabeth Smart (Ottawa,1913-1986) fue una poeta y novelista canadiense. Hija de un abogado de éxito, escribió su primer poema con diez años y a los quince tenía ya un libro de poesías. Estudió música en el King's College de Londres y empezó a trabajar como secretaria de la presidenta de la Unión Mundial de Mujeres Campesinas, lo que le permitió viajar por todo el mundo.

Descubrió un libro de poemas del inglés George Baker y se enamoró de sus versos y también del autor, con el que inició una relación epistolar. Volvió a su ciudad natal y estuvo seis meses escribiendo notas de sociedad para el Ottawa Journal. Visitó Nueva York, México y California, donde se unió a una colonia de escritores. Preguntaba a todo el mundo por George Baker y al final, consiguió conocerle a través de Lawrence Durrell. Poco después, costeó el viaje del matrimonio Baker desde Japón donde él trabajaba como profesor universitario, los invitó a Estados Unidos e inició un apasionado romance con él que duraría casi hasta su fallecimiento.

Tuvo una hija con su amado, Georgina, se ganó la enemistad de su familia, siguió viéndole intermitentemente, trabajó como administrativa en la embajada británica en Estados Unidos y durante la Segunda Guerra Mundial, consiguió un empleo en el Ministerio de Defensa inglés, en Londres. Allí pudo ver a Baker frecuentemente y tuvo tres hijos más con él, Christopher, Sebastián y Rose. En esos años, escribió su obra más famosa, «En Grand Central Station me senté y lloré». Perdió su trabajo en el ministerio, fue redactora de anuncios durante años y finalmente, entró en la plantilla de la revista Queen, en la que desplegó una capacidad de trabajo apabullante y llegó a ser la redactora mejor pagada de Reino Unido. Después de dos breves estancias como profesora invitada en las Universidades de Alberta y Toronto, murió en Londres de un ataque al corazón, como no podía ser de otra manera.

Escribió varios libros de poemas, ensayo, algunas biografías, críticas, multitud de artículos y sus diarios. La mayoría se publicaron de manera póstuma.

Elizabeth Smart

Publicado por Antonio F. Rodríguez. 

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