viernes, 27 de octubre de 2023

Tristana - Benito Pérez Galdós

 

Título: Tristana                                                                                                                       Autor: Benito Pérez Galdós

Páginas: 280 pág.

Editorial: Cátedra

Precio: 12,50 euros

Año de edición: 2008

«Tristana» (1892), la breve novela de don Benito Pérez Galdós, no es demasiado conocida, pero su lectura merece la pena. Galdós plantea en sus páginas la necesidad de una vida libre e independiente. La libertad consiste en romper con los obstáculos de las viejas y sacrosantas tradiciones que nos atan al pasado. En este caso, la patética situación de las mujeres en la España decimonónica. No era muy diferente, por supuesto, en el resto de Europa. Las mujeres eran consideradas como «ángeles del hogar», de acuerdo con la cursilería de su tiempo. Estaban recluidas en la vida doméstica. La existencia femenina independiente resultaba complicada. La jaula burguesa era angosta e impedía la entrada de aire nuevo. Las mujeres se asfixiaban entre cuatro paredes.

Tristana es una delicada joven de veinte años que vive con el rijoso caballero don Lope Garrido. Mujer inteligente, siente cómo le roban su vida. La existencia de Tristana languidece como una orquídea que se va secando hasta ponerse mustia y caer silenciosamente. Malvivir, envejecer y morir: el espíritu de Tristana se rebela ante ese destino oscuro que tiene algo de esclavitud moderna. El amor libera. Supone cierta rebeldía. Don Lope es un eximio representante de la españolísima moral calderoniana: la mujer con la pata quebrada y en casa. Galdós pinta a don Lope como una mezcla entre Don Quijote y Don Juan. Un señor elegante, de fina estampa castellana, con barba canosa, manirroto, amigo de sus amigos, enemigo acérrimo de la modernidad (trabajo, dinero, eficacia) e infatigable seductor de mujeres. La moral de don Lope, ya viejo y gastado, es eminentemente exterior. Le preocupa el qué dirán, la reputación, el juicio ajeno. Salvado ese problema, es capaz de cualquier barbaridad si hay señoras de por medio. Pero don Lope es el pasado. Es viejo. Está arruinado. Vive de recuerdos e ilusiones. Representa la estampa de la España arcaica que se desvanece. 

Tristana, en cambio, pertenece a la juventud soñadora que quiere abrir las ventanas del vetusto caserón español. Al tomar conciencia de su condición de prisionera doméstica, da un gran paso adelante. Se enamora. Fantasea con una vida plena, auténtica. Sus monólogos sobre la libertad femenina son admirables por su perspicacia. Sabe que la libertad se logra con muchos esfuerzos. Para ser libre, antes debe conquistarse la soberanía sobre una misma. No depender de nadie. Tristana, prisionera de las redes amatorias de don Lope, encajonada en una vida que no es vida, emparedada entre la habitación del viejo hidalgo y la cocina, se siente morir, ahogada por la rutina y la soledad. Amar es vivir. Salir de la prisión. Respirar. Convertirse en una verdadera persona que aspira a ser ella misma. Si esta obra es una novela de tesis, hay que reconocer lo pertinente de ésta y su brillante desarrollo literario. 

Es también una novela castiza. No debe extrañar tratándose de Galdós. Las calles madrileñas tienen una presencia decisiva en el libro. Don Benito transmite de manera magistral el rumor urbano de la década de 1880. Las conversaciones de los personajes populares (ese pueblo-niño al que se refiere entre cariñoso e irónico) son admirables por su humor y realismo. Galdós recrea maravillosamente el monólogo solitario de una criada, la conversación en un tranvía tirado por mulas, los ruidos amortiguados de alguien que sube de noche unas crujientes escaleras de madera, la melancólica puesta de sol en los merenderos de los alrededores de la capital, una confusa discusión entre verduleras, la mezquindad de un viejo avaro que muere silenciosamente sobre su libro de cuentas o la algarabía incesante de un café abarrotado. «Tristana» es una novela llena de verdad y vida. La pequeña burguesía era el escenario predilecto de la narrativa galdosiana. Sus personajes navegan inseguros sobre el mar proceloso de las contingencias sociales. A veces, se salvan. Y a veces se ahogan. Como la vida misma. 

Creo que con lo dicho es suficiente para animar a la lectura de esta estupenda novela. Por si quedara alguna duda, ahí va un aperitivo: 

«¿Y de qué vive una mujer no poseyendo rentas? Si nos hicieran médicas, abogadas, siquiera boticarias o escribanas, ya que no ministras o senadoras, vamos, podríamos...Pero cosiendo, cosiendo...Calcula las puntadas que hay que dar para mantener una casa...Cuando pienso lo que será de mí, me dan ganas de llorar».  

«Hay algo fuera de casa que te inspira aborrecimiento de lo de dentro, y al propio tiempo te sugiere ideas de libertad, de emancipación... Pues no te suelto».

Benito Pérez Galdós a los 20 años

Benito Pérez Galdós (1843-1920) fue quizá el más grande escritor español del siglo XIX, encuadrado dentro del realismo. Galdós nació en Las Palmas de Gran Canaria en una familia de raíces militares y liberales. Aficionado a la escritura desde muy joven, llegó a Madrid en 1862, para estudiar en la universidad. Muy pronto entró en contacto con Giner de los Ríos y el gran escritor Clarín. Tradujo «Los papeles póstumos del Club Pickwick» de Charles Dickens en 1868. 

A partir de 1870, comenzó una de las carreras literarias más impresionantes de la literatura universal. En los «Episodios Nacionales» repasó el caótico siglo XIX español. Con el extraordinario ciclo de las «Novelas españolas contemporáneas» (1881-1889) compuso un fresco de la sociedad madrileña decimonónica con la fuerza de un Balzac y el humor de un Dickens. «Tristana» (1892) pertenece al llamado ciclo espiritualista de su narrativa. La novela fue llevada al cine por el gran Luis Buñuel en 1970, en una versión bastante libre. Galdós era profundamente liberal y demócrata, solterón (con muchos amoríos) y al final de su vida se quedó ciego y arruinado. Los tejemanejes reaccionarios impidieron que obtuviera el Premio Nobel. Falleció en 1920.

Publicado por Alberto.

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