Título: La puerta abierta Autora: Margaret Oliphant
Páginas: 127
Editorial: Valdemar
Precio: 24 euros
Año de edición: 1987
Quizá muchos no recuerden a la escritora escocesa Margaret Oliphant. Pero fue muy popular en la Inglaterra victoriana, en donde su firma se codeó con autores como Wilkie Collins o Charles Dickens. Margaret escribió mucho. Quizá lo más vivo de su obra sean sus estupendos cuentos de miedo, que entran de lleno en la tradición de las ghost stories.
El siglo XIX fue la culminación del imperio británico. Una era de imperialismo, positivismo y progreso científico. El romanticismo murió ahogado por una nube de vapor. Sin embargo, lo sobrenatural se refugió en lo cotidiano. Los fantasmas rondaban a los vivos para exigir cuentas o rogar que se les liberara de su existencia espectral. El fantasma victoriano encajó perfectamente dentro del moralismo inherente a la Inglaterra victoriana.
El relato La puerta abierta (1882) fue considerado por el maestro Montague Rhode James como uno de los mejores cuentos de fantasmas jamás escritos. El argumento es de una gran sencillez. El coronel Mortimer regresa de la India. Se instala con su familia en una gran mansión georgiana en Escocia. Cerca de su hogar están las ruinas de una casa más antigua. Destaca un muro cubierto de hiedra en donde se abre un hueco que alguna vez albergó una puerta. La puerta da a la nada, porque lo que fue un confortable interior ya no existe. Ahora es un montón informe de piedras invadidas por hierbajos. Cae la noche helada del páramo escocés, sopla el viento entre los árboles, ulula el búho y se siente un extraño ruido que podría aproximarse a un suspiro humano. Estamos en noviembre, el mes de los muertos. Como ven, la escenografía promete.
Margaret Oliphant dosifica con talento la progresión del relato hasta su desenlace. Presta especial atención al ambiente: la oscuridad de la noche, los ruidos de la naturaleza, aquellos sonidos que no pueden ser naturales de ninguna manera. Las sombras acechan: sus formas equívocas levantan el terror, porque un bulto negro puede ser un enebro, por ejemplo, pero también otra cosa. A medida que lo inexplicable se va confirmando como real, el miedo a lo sobrenatural domina a los personajes (incluso a los que rechazan creer en historias raras) y también al lector. Un algo indefinible, pero espeluznante, se repite hasta convertirse en una superstición temida en la comarca. Un miedo del que nadie habla, excepto en susurros.
En La puerta abierta también se manifiesta la oposición entre ciencia y misterio. La ciencia, representada por el doctor Simson, quiere atenerse a lo demostrable, rechazando con desprecio los cuentos de viejas. El coronel Mortimer es también un escéptico que no cree en fantasmas. Hasta que admite que una sombra quiere atravesar la puerta abierta para liberarse de una culpa que lo retiene en este mundo. Después de todo, «hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, de las que sueña tu filosofía». Pues eso. A disfrutar con uno de los mejores cuentos de fantasmas de la literatura inglesa. Y si da un poco de miedo, que lo da, mejor que mejor.
Margaret Oliphant (1828-1897) fue una escritora escocesa nacida en el pueblecito de Wallyford. Su vida fue muy dura. Perdió pronto a sus padres. Tuvo un montón de hijos y muchos se le murieron de pequeños. Algunos de sus hermanos cayeron en el alcoholismo. Tuvo que sacar a flote a su familia y a la de un hermano. Así que Margaret se convirtió en una esclava de la pluma, publicando innumerables novelas y cuentos. La calidad literaria de su obra se resiente por esa razón. En la actualidad, se recuerdan sus magníficos cuentos de miedo, como La puerta abierta (1882) o La ventana de la biblioteca (1896), y también sus novelas costumbristas. Agotada por el trabajo y los pesares, Margaret Oliphant falleció en Windsor a los 69 años.
Publicado por Alberto.
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