miércoles, 9 de marzo de 2022

Alabardas - José Saramago

 

Título: Alabardas                                                                                                               Autor: José Saramago

Páginas: 160

Editorial: Alfaguara

Precio: 16,15 euros

Año de edición: 2014

¿Ha habido alguna vez una huelga en una fábrica de armas? Parece que no y eso, junto con una historia de una bomba de la Guerra Civil española, lanzada por el bando nacional, que no explotó y que contenía una pequeña nota de apoyo a los republicanos, sirvió de punto de partida para que José Saramago decidiese intentar escribir esta novela.

Él pensó que sería la última «Es posible, quién sabe, que quizá pueda escribir otro libro» escribió—, pero la muerte le sorprendió sin darle tiempo a acabarlo. Por eso no es una novela, ni siquiera una novela inacabada, sino un texto a medias, un embrión en el que se ven las ideas básicas de la ficción, se plantea el contexto y se presentan los personales principales: un trabajador de una fábrica de armas, que adora las herramientas de matar, muy serio y escrupuloso; su exmujer, algo dominante e interesada, y el consejero delegado de la fábrica, distante y mandón. 

El ritmo de la narración es prodigioso y muy fluido, el texto avanza con la suavidad de un río de aceite, tranquilo y lleno de significados. Se proporciona una gran cantidad de información en cada página, el lenguaje es exquisito, tan depurado que recuerda a los clásicos de otras épocas y las descripciones son geniales. Un bosquejo de novela que es una maravilla, en el que hay espacio suficiente para disfrutar del genio de quien lo ha escrito.

Como está acompañado de las notas que Saramago escribía durante los días en los que trabajaba en el texto, pueden verse sus intenciones, las ideas que tenía y todo parece preparado para plantearle un problema literario y un suculento pasatiempo al lector: ¿cómo acabaría usted la novela? ¿cómo seguiría? ¿cuál sería el desenlace?

Una novela estupenda que en realidad me ha parecido el enunciado de un ejercicio muy tentador que, la verdad, es difícil ignorar. Os animo a aceptar el reto, a jugar un poco y abordar una experiencia de lectura y escritura. Es muy posible que el resultado os sorprenda a vosotros mismos.

La edición está espléndidamente ilustrada con aguafuertes de Günter Grass y arropada con dos textos a modo de posfacios, uno del lanzaroteño Fernando Gómez Aguilera, presidente de la Fundación César Manrique y amigo del autor, y otro de Roberto Saviano. Por último, para acabar con los créditos, la traducción excelente, por cierto es de la granadina Pilar del Río, que ha traducido casi toda la obra de Saramago al español.

El joven José Saramago

José Saramago (Azinhaga, 1922-2010) nació en un pueblecito cerca del Río Tajo, 120 km al norte de Lisboa. El apellido de su padre es Sousa, pero el empleado del Registro Civil se equivocó y anotó José Saramago el apodo de su padre, en lugar de José Sousa. Hay quien dice que fue una broma del funcionario, conocido de la familia. Sus padres eran unos humildes campesinos y su madre, analfabeta, fue quien le inculco el amor por los libros. El pequeño José  tuvo que dejar los estudios por falta de medios económicos y se puso a trabajar de cerrajero, luego trabajó en una caja de pensiones y seguidamente tras dejar ese trabajo se dedicó al periodismo, la labor editorial y la traducción. 

Miembro del Partido Comunista Portugués y ateo confeso, sufrió censura y persecución durante los años de la dictadura de Salazar. Según él «Dios es el silencio del universo, y el ser humano, el grito que da sentido a ese silencio». El escándalo que originó en Portugal, una república laica en teoría, su «Evangelio según Jesucristo» hizo que se fuese a vivir a Lanzarote y allí vivió los últimos años de su vida.

Consiguió un trabajo fijo en una editorial, lo que le permitió tener estabilidad y tiempo libre para escribir. Se defendía de la acusación de pesimista diciendo que no era culpa suya vivir en un mundo pésimo. Siempre fue muy delgado y cuando le aconsejaban hacer deporte contestaba que le parecía buena idea pero le extrañaba que nadie le dijese a los deportistas que leyesen un poco. En 1988 ganó el Premio Nobel de Literatura y es el único escritor en lengua portuguesa que ha conseguido ese galardón.

José Saramago

Publicado por Antonio F. Rodríguez.

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