viernes, 17 de diciembre de 2021

La isla mágica: un viaje al corazón del vudú - William Seabrook

 

Título: La isla mágica: un viaje al corazón del vudú                                                          Autor: William Seabrook

Páginas: 525

Editorial: Valdemar

Precio: 13,10 euros 

Año de edición: 2005

Cae la noche caribeña. De los bosques perfumados llegan multitud de olores. No muy lejos, baten las olas. Los últimos pájaros de la noche revolotean. El aire se llena del zumbido de los insectos. Va cayendo un tupido lienzo negro que todo lo envuelve y difumina las formas. Oscuridad sobre la Tierra. Pero en lo más profundo de las colinas suena el tamtam, se agitan las hogueras y cuerpos de ébano danzan extáticos iluminados por los reflejos rojizos del fuego. Una fuerza misteriosa e indefinible emana de la ceremonia: es el dominio de lo numinoso. Los dioses africanos aclimatados en tierras americanas siguen siendo venerados por los descendientes de los antiguos esclavos. Estamos en Haití

William Seabrook fue un viajero y periodista americano que en 1929 publicó el libro «La isla mágica», un excelente y temprano documento antropológico sobre Haití que se sigue leyendo con interés. Cuando Seabrook llegó, el país llevaba desde 1915 bajo control de los EE. UU., lo que permitió un cierto desarrollo de la isla y una vida política estable de acuerdo con reglas constitucionales. Desgraciadamente, fue un paréntesis en una historia atormentada marcada por la violencia y el subdesarrollo. 

Seabrook es consciente de que está en un mundo ancestral en donde la magia y la brujería forman parte del día a día de sus habitantes. Los haitianos viven la magia; no asisten a ella desde una butaca como un espectáculo en el que no se cree. Esos humildes campesinos son parte de un universo singular en donde las personas resucitan, los animales son sacrificados y su sangre se bebe como comunión, se practica la magia blanca y negra, los dioses se encarnan en seres humanos o los espíritus poseen a tal o cual vecino. Los haitianos atribuyen causas y consecuencias mágicas a multitud de hechos corrientes. En esta sociedad, lo maravilloso es cotidiano y real. Así pues, en Haití lo sobrenatural es lo más natural del mundo. 

Uno de los grandes aciertos de Seabrook es que su mirada perspicaz no es nada altanera. El norteamericano intuye que para entender esa sociedad tan distinta a la suya debe impregnarse de su vida cotidiana: sabores, olores, colores. Debe vivir como un haitiano para intentar sentir como un haitiano, aunque él esté cargado de fría racionalidad occidental. Por otro lado, el racismo, tan común en su época, no envenena a Seabrook. De hecho, defiende el mestizaje. Cae en algún lamentable tópico, inevitable en su época, pero nada más.  

Sin duda, las páginas más interesantes de su libro se dedican al vudú (compatible para miles de haitianos con el catolicismo). El vudú tiene su origen en las religiones africanas que llegaron con los esclavos. En las plantaciones, estas creencias se mezclaron con el catolicismo de los esclavistas franceses, naciendo una nueva religión sincrética. Naturalmente, el vudú incluye una riquísima mitología en la que destacan los zombis o muertos vivientes. Seabrook nos cuenta algunas historias memorables sobre esos lúgubres personajes. Su libro contribuyó a popularizar el tema zombi en el imaginario occidental. La película «La legión de los hombres sin alma», de Victor Halperin, se estrenó en 1932; otro clásico, «Yo anduve con un zombi», dirigida por Jacques Tourneur, en 1943.  

Seabrook también conoció la buena sociedad haitiana, con sus mansiones, sus ínfulas aristocráticas y su refinada cultura francesa. Una vez más, en la perspectiva de el autor, el color de la piel es algo secundario, pero no deja de observar la tensión soterrada entre unos norteamericanos demasiado condescendientes (el racismo asoma la oreja) y una aristocracia haitiana vestida a la última moda de París

William Seabrook

William B.Seabrook (1884-1945) fue un personaje extraño y fascinante. Nació en Westminster, Maryland, en una familia culta y puritana. Aficionado desde joven al folklore, la antropología y los pueblos primitivos, a los veinte años se dedicó a vagabundear por Europa. Luchó en la Primera Guerra Mundial y fue herido en Verdún. Tras la guerra, se dedicó con éxito al periodismo y se convirtió en uno de los escritores más conocidos y leídos de su tiempo, perteneciente a la que Gertrude Stein llamó Generación Perdida. Viajó por Haití, Arabia y África. Se metió en un manicomio para conocer de primera mano la vida de los internos. Profundizó en la brujería y conoció a AleisterCrowley. Sus últimos años fueron de decadencia y olvido. Alcohólico, obseso sexual, con la salud y quizá la razón perdidas, falleció en 1945.

Publicado por Alberto.

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