viernes, 10 de diciembre de 2021

Eichmann en Jerusalén - Hannah Arendt

 

Título: Eichmann en Jerusalén                                                                                        Autora: Hannah Arendt

Páginas: 448

Editorial: Debolsillo

Precio: 10,05 euros 

Año de edición: 2021

El individuo dentro de la cabina de cristal no tenía un aspecto llamativo. Podía ser cualquiera y cualquiera podría haberse encontrado con él. Era un hombre de mediana edad, más bien delgado, con gafas de pasta, una gran nariz e incipiente calvicie. Vestía con modestia y se mostraba dócil y atento. Su voz, dentro de la cabina, tenía un extraño sonido metálico e impersonal. Aquel hombre anodino estaba siendo juzgado ante el tribunal de Jerusalén como uno de los principales criminales de la Segunda Guerra Mundial. Se llamaba Adolf Eichmann, fue coronel de las SS y responsable de la deportación de un millón de judíos a los campos de exterminio. Eichmann no negaba sus crímenes, pero insistía en que se limitó a cumplir órdenes. Entre el público que asistía al juicio se encontraba una mujer de aspecto elegante y alemana como Eichmann: la filósofa Hanna Arendt.

«Eichmann en Jerusalén» (1963) es el influyente libro que escribió sobre ese funesto personaje. Adolf Eichmann estaba tan decidido a ascender laboralmente que se convirtió en un asesino de masas escondido detrás de archivos, expedientes y reglamentos. Arendt subraya su condición de tipo vulgar de la clase media baja. La distancia sideral entre la insignificancia del personaje y la enormidad de sus crímenes convertían al nazi en la encarnación viviente de la «banalidad del mal», expresión afortunada que hizo historia.

De familia burguesa y poco aficionado al estudio, Eichmann fue vendedor de gasolina, quedó en paro como consecuencia de la gran depresión e ingresó en las SS en 1932. Como experto en la «cuestión judía», y siguiendo las directrices de sus jefes Himmler y Heydrich, se dedicó primero a expulsar a los judíos de Europa con lo puesto (organizó oficinas para este fin en Viena y Praga), y más tarde, se encargó de deportarlos a las cámaras de gas. Todo ese proceso genocida fue de una terrible eficiencia tecnocrática. Hanna Arendt lo estudia con minuciosidad, mostrándose durísima con ciertas élites judías cuyo colaboracionismo facilitó la deportación (los consejos judíos). También rescata algunos testimonios estremecedores. Eichmann desapareció en 1945 y logró huir a Argentina. En 1960, el Mossad lo secuestró en un suburbio de Buenos Aires.

Eichmann proclamaba que él no tenía ninguna animosidad personal contra los judíos. Que su culpa era su obediencia. Que evidentemente el Holocausto fue un crimen sancionado por las autoridades alemanas del momento. Que no tuvo más remedio que obedecer. Reconoció que tuvo escrúpulos de conciencia, pero relacionados con una posible negligencia en su labor: mandar a la muerte a miles de personas inocentes. En todo caso, él no estaba arrepentido porque el «arrepentimiento es cosa de niños».

Para Hanna Arendt, Eichmann era incapaz de pensar fuera del universo burocrático del que formaba parte. Su lealtad a Hitler se convirtió en un imperativo categórico en donde la autonomía moral fue sustituida por una obediencia sin fisuras. Quizá Eichmann fuera «normal», en el sentido de que matar por orden del Estado constituía la normalidad en su tiempo y dentro de las SS de las que formaba parte: obediencia debida; lo «anormal» era conservar la conciencia y negarse a matar. Durante el juicio, media docena de psiquiatras insistieron en la normalidad de la mente del acusado. Uno de ellos llegó a decir: es más normal que yo. Pese a los intentos de la fiscalía, no se pudo demostrar que Eichmann fuera responsable directo y material de ningún asesinato. Administraba la muerte, pero no la quería presenciar. Confesó que no soportaba ver ni una gota de sangre.

Hannah Arendt

Hanna Arendt (1906-1975) es una de las intelectuales más destacadas del siglo XX. Alemana de ascendencia judía, discípula y amante de Heidegger, debió abandonar Alemania en 1933. Vivió a partir de entonces en Francia y luego en los EE. UU. Su obra es muy amplia, y en ella destaca el monumental estudio «Los orígenes del totalitarismo» (1951). Para Arendt, las ideologías revolucionarias, entre ellas el nazismo, trataron de crear un hombre nuevo rompiendo totalmente con el pasado. La propaganda, el convencimiento y el terror se emplearon para dominar el mundo. El totalitarismo es distinto del autoritarismo por esa dimensión revolucionaria de la que carecen las dictaduras más convencionales. Murió a los 69 años en Nueva York

Publicado por Alberto. 

2 comentarios:

  1. Muy interesante reseña, Alberto, de un tema realmente difícil, "la banalidad del mal" que siempre me ha dejado inquieta y no tan segura de la inocencia de los salvajes asesinos. A pesar de Hanna Arendt.
    Existe también película.
    Paloma

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  2. Muchas gracias Paloma. El libro estableció casi un arquetipo: el del asesino de despacho que actuaba casi irreflexivamente como la ruedecilla de un enorme mecanismo burocrático. Pero, claro, con esta interpretación de alguna manera se borraba la responsabilidad personal. Eichmann, que era muy listo, interpretaría ese personaje "banal" para intentar escapar de la horca. Pero hay historiadores que ponen en duda esta banalidad, en el sentido de que Eichmann era un creyente nazi que actuaba con plena conciencia de lo que hacía. En 1955, antes de ser detenido, Eichmann confesaba que nunca hubiera hecho lo que hizo sin una entrega total a la causa nazi ("idealista", según su jerga) y un antisemita categórico. Bueno, es un tema que se discute, y la tesis de la banalidad es muy importante, pero no definitiva.

    Alberto

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