miércoles, 1 de diciembre de 2021

Dos crímenes - Jorge Ibargüengoitia

 

Título: Dos crímenes                                                                                                          Autor: Jorge Ibargüengoitia   

Páginas: 208

Editorial: RBA

Precio: 17,90 euros 

Año de edición: 2011

No hay muchos escritores que sepan escribir novela negra con la contundencia que lo hace Ibargüengoitia. Un autor serio, que sabe lo que hace y que va a por tí desde la primera frase («La historia que voy a contar empieza una noche en que la policía violó la Constitución»). Qué pena que el desastre de Avianca truncase su vida y su carrera literaria de forma tan súbita y prematura, en 1983.

En esta novela, publicada originalmente en 1979, demuestra todo su potencial desde el principio, en una historia muy bien armada, no demasiado dura, pero con las dosis suficientes de violencia para dibujar un ambiente en el que cualquier error te puede costar la vida. Marcos decide abandonar su casa con su chica y huir precipitadamente cuando ve que la policía le persigue por un crimen que no ha cometido. Decide ir al pueblo en el que vive su tío millonario, al que no ve desde hace años, para proponerle un negocio y ganar así algún dinero. Pero se encuentra con su pariente en silla de ruedas, anciano, delicado de salud y rodeado de sobrinos y familiares que esperan su herencia. Una situación explosiva para que llegue un nuevo sobrino con un pasado que ocultar y contando mentiras. A partir de ahí la situación se complica página a página hasta el impactante final.

Curiosamente, se trata de una historia llena de dualidades. Hay dos crímenes, dos voces narradoras, dos errores, dos testamentos, dos amigos, dos amantes femeninas, una planta que puede ser medicina o veneno y dos interpretaciones posibles: el protagonista es un canalla o un buen hombre con mala suerte y la desgracia de ser guapo. 

El texto tiene todos los elementos requeridos por el género: diálogos cortantes, réplicas ingeniosas, frases afortunadas («No estaban borrachos, pero sí conmovidos»), descripciones inapelables («El bar California es un bar alargado, iluminado con una luz verdosa que hace que todos los parroquianos parezcan cadáveres», «En cierto sentido, mi vida ha sido un fracaso. Tengo la edad de Cristo y no tengo un baño»), corridos tristes, un matrimonio por apendicitis y el aroma de las novelas negras más clásicas.

Un thriller mexicano, rápido y potente, con el trato amable y exquisito que se usa en aquellas tierras, lacónico, construido con frases cortas, creíble, ameno, algo costumbrista y con el acierto propio de las buenas tramas, con finales de capítulo que sorprenden en un primer momento, pero luego el lector cae en la cuenta de que lo sucedido era la mejor opción posible.

Naturalmente, la narración está salpicada de sorpresas y finaliza con un desenlace tan inesperado como bien traído. Una novela negra redonda, llena de cualidades, que me ha encantado y he leído casi de un tirón. Un gran libro.

Jorge Ibargüengoitia, (Guanajuato, México 1928 – Mejorada del Campo, Madrid 1983) fue un escritor mexicano. Siendo pequeño quedó huérfano de padre y creció entre mujeres, su madre y sus tías, que siempre desearon que se hiciera ingeniero. Entró en la Facultad de Ingeniería de la UNAM pero no acabó los estudios. Más tarde comenzó los estudios de Filosofía y Letras porque quería ser dramaturgo y recibió las clases de Teoría y Composición Dramática que daba Rodolfo Usigli, al que más tarde hicieran embajador pasando el testigo como docente a Jorge. En los años 50 comenzó a escribir teatro, en 1962 obtuvo el Premio Casa de las Américas. y en 1964 lo volvió a ganar con su primera novela, «Los relámpagos de agosto».

El escritor decide junto a su mujer, la pintora inglesa Joy Laville quien ilustró las portadas de sus libros que publicó en la editorial Joaquín Mortinz, trasladar su residencia a París para trabajar de manera intensa en la que sería su séptima novela. Fruto de esta decisión es reacio a asistir al encuentro de escritores en Bogotá al que fue invitado. En el último momento decide hacerlo y embarca en el vuelo 11 de Avianca que se estrella en el Aeropuerto de Barajas en Madrid el 27 de noviembre de 1983. A la vez desaparece el borrador de su nueva novela al llevarla consigo.

Sus restos mortales fueron trasladados al Parque Florencio Antillón, Guanajauto donde una placa reza: «Aquí yace Jorge Ibargüengoitia, en el parque de su tatarabuelo, quien luchó contra los franceses». El Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato otorga anualmente el Premio Nacional de Novela Jorge Ibargüengoitia. En el año 2000 se abrió al público la primera biblioteca pública de la Red Nacional, que coordina el Conaculta, con el nombre de Jorge Ibargüengoitia en San Bartolomé, Guanajuato.
 
Jorge Ibargüengoitia

Publicado por Antonio F. Rodríguez.

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