Título: Taxil. Nunca digas la verdad
Autora: María Viedma García
Páginas: 416
Editorial: Ediciones del Genal
Autora: María Viedma García
Páginas: 416
Editorial: Ediciones del Genal
Precio: 17 euros
Año de edición: 2019
Año de edición: 2019
La imaginación es calenturienta. A los genios, a veces, les
hace producir monstruos. A la gente corriente, a veces, nos provoca la sonrisa
e incluso la risa. Es lo que me ha ocurrido -incitada por esta novela- al
pensar en León XIII -cuya imagen es la de una persona tranquila y benévola poco
dada a los excesos-, presa de un arrebato de rabia clamando
por las estancias del Vaticano: ¡Vade
retro me Satana!
¿Cuándo y por qué habría podido ocurrir ese arrebato del Papa? Nos lo cuenta María Viedma: al enterarse de que había sido presa del gran embaucador, tramposo y sinvergüenza, Leo Taxil (1854 - 1907). Ese personaje, que tuvo que ser muy listo, era un editor parisino que al ser expulsado de la comunidad cristiana por las severas críticas que publicaba contra la institución, se infiltró en la masonería, donde tampoco duró mucho tiempo –quizás el suficiente para conocer a sus miembros más notables y las debilidades de la comunidad-. Lo suyo era provocar, hacer daño y sacar beneficio de ello.
¿Cuándo y por qué habría podido ocurrir ese arrebato del Papa? Nos lo cuenta María Viedma: al enterarse de que había sido presa del gran embaucador, tramposo y sinvergüenza, Leo Taxil (1854 - 1907). Ese personaje, que tuvo que ser muy listo, era un editor parisino que al ser expulsado de la comunidad cristiana por las severas críticas que publicaba contra la institución, se infiltró en la masonería, donde tampoco duró mucho tiempo –quizás el suficiente para conocer a sus miembros más notables y las debilidades de la comunidad-. Lo suyo era provocar, hacer daño y sacar beneficio de ello.
Para rizar el rizo y hacer más daño, planeó una estrategia que atacara a las dos organizaciones a la vez – a eso le llamaríamos ahora eficiencia-. Para ello, hizo una «confesión pública de vuelta al redil católico» y enseguida se posicionó junto a los poderosos, los tocados con el solideo, y comenzó a editar libros, panfletos y toda clase de escritos –no hay que olvidar que le salía barato imprimir- en los que inventó cualquier tipo de barbaridad contra los masones. Inventó a un grupo de entre ellos que, decía, adoraban al diablo, comían a los niños crudos y otra serie de lindezas… Contrató a quien le hiciera unos dibujos estupendos para ilustrar tanta palabra impresa de ese ser maléfico al que decía se rendían muchos de los próceres de la política y la intelectualidad de entonces. Concertó con la curia parisina y con el mismísimo Papa y acordó con ellos que debía seguir esta campaña antimasónica pues la Iglesia siempre los había considerado como enemigos. Es curioso anotar que León XIII en su encíclica Humanum genus, en 1884 dejó escrito:
«El género humano quedó dividido en dos campos contrarios, de los cuales el uno ―el reino de Dios en la Tierra, es decir, la Iglesia verdadera de Jesucristo― combate sin descanso por la verdad y la virtud y el otro campo es el reino de Satanás [...] bajo la guía y con el auxilio de la masonería».
Cuando Leo Taxil se cansó del juego, en 1896, convocó un congreso que estuvo cumplido de periodistas y, por supuesto, del más alto clero, además de civiles hípercatólicos y también sus enemigos, los masones y acabó con su farsa.
Y de aquellos lodos otros barros, como el odio de Franco a la masonería, de quien es bien conocido que persiguió y ordenó fusilar a no pocos masones –quizás inspirado por Hitler-. Aún hoy, en lo que se ha dado en llamar el «imaginario colectivo», queda la idea de que los masones son una secta y que sus miembros tienen gran poder.
Todo esto, pero muchas cosas más, son las que nos cuenta María Viedma con un lenguaje pausado que sin pesadas descripciones nos sumerge en el ambiente parisino de finales del siglo XIX. Hay numerosos guiños de humor –muchos de ellos a Málaga, lugar de nacimiento de la autora- que hacen más amable si cabe la lectura.
Aparecen una serie de temas bien ligados con el desarrollo de la novela como son: el feminismo, que en aquel momento empezaba con las sufragistas; la psiquiatría de la época con los terribles manicomios y sus más terribles tratamientos; la prostitución y su justificación social porque así el hombre deja tranquila a su mujer de la que no está enamorado, entre otras cosas, porque en esa época se casaban por interés; las relaciones homosexuales, y con gran protagonismo, las funestas consecuencias del amor romántico.
Dando unidad al conjunto, la mentira y cómo el ser humano desea creer en lo que sea para vivir tranquilo. Al final, todo es transportable a las nuevas situaciones políticas que estamos viviendo y en ese mundo de creencias, que no ideas, las modernas fake news. Miente que algo queda, siempre se ha dicho.
Una novela, en fin, muy entretenida que nos descubre muchas
cosas y nos estimula para conocerlas más a fondo y así podamos labrarnos una
idea con criterio y desterrar las creencias superficiales.
María Viedma García, es malagueña, licenciada en Filosofía y
autora de una novela anterior, «El mar de Salomón», y
un ensayo «Historia
de la Masonería desde una perspectiva de género» que le valió el XVI Premio deInvestigación María Isidra de Guzmán del Ayuntamiento de Alcalá de Henares.
También es autora de numerosos artículos y trabajos de investigación
relacionados con la historia de las mujeres.
María Viedma García
Publicado por Paloma Martínez.
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