sábado, 18 de noviembre de 2017

Pablo García Baena, elegido autor del 2018

Pablo García Baena, en su casa natal en Córdoba (foto Francisco González)

Pablo García Baena ha sido elegido por la Comisión Asesora del Centro Andaluz de las Letras (CAL) como autor andaluz del año 2018 por considerarlo uno de los autores fundamentales en la literatura andaluza del siglo XX. El anuncio se ha realizado el pasado diez de noviembre, día de las librerías.
   
García Baena es Premio Príncipe de Asturias de las Letras, Hijo Predilecto de Andalucía, Premio Andalucía de las Letras y Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca, entre otros muchos reconocimientos. Aquí os dejo una muestra de su poesía.


Sólo tu amor y el agua...

Sólo tu amor y el agua... Octubre junto al río
bañaba los racimos dorados de la tarde,
y aquella luna odiosa iba subiendo, clara,
ahuyentando las negras violetas de la sombra.
Yo iba perdido, náufrago por mares de deseo,
cegado por la bruma suave de tu pelo.
De tu pelo que ahogaba la voz en mi garganta
cuando perdía mi boca en sus horas de niebla.
Sólo tu amor y el agua... El río, dulcemente,
callaba sus rumores al pasar por nosotros,
y el aire estremecido apenas se atrevía
a mover en la orilla las hojas de los álamos.
Sólo se oía, dulce como el vuelo de un ángel
al rozar con sus alas una estrella dormida,
el choque fugitivo que quiere hacerse eterno,
de mis labios bebiendo en los tuyos la vida.
Lo puro de tus senos me mordía en el pecho
con la fragancia tímida de dos lirios silvestres,
de dos lirios mecidos por la inocente brisa
cuando el verano extiende su ardor por las colinas.
La noche se llenaba de olores de membrillo,
y mientras en mis manos tu corazón dormía,
perdido, acariciante, como un beso lejano,
el río suspiraba...
Sólo tu amor y el agua...


Jardín

La sonrisa apagada y el jardín en la sombra.
Un mundo entre los labios que se aprietan en lucha.
Bajo mi boca seca que la tuya aprisiona
siento los dientes fuertes de tu fiel calavera.

Hay un rumor de alas por el jardín. Ya lejos,
canta el cuco y otoño oscurece la tarde.
En el cielo, una luna menos blanca que el seno
adolescente y frágil que cautivo en mis brazos.

Mis manos, que no saben, moldean asombradas
el mármol desmayado de tu cintura esquiva;
donde naufraga el lirio, y las suaves plumas
tiemblan estremecidas a la amante caricia.

Sopla un viento amoroso el agua de la fuente...
Balbuceo palabras y rozo con mis labios
el caracol marino de tu pequeño oído,
húmedo como rosa que la aurora regase.

Cerca ya de la reja donde el jardín acaba
me vuelvo para verte última y silenciosa,
y de nuevo mi boca adivina en la niebla
el panal de tus labios que enamora sin verlo,
mientras tus manos buscan amapolas de mayo
en el prado enlutado de mi corbata negra.



Bajo tu sombra, Junio, salvaje parra...

Bajo tu sombra, Junio, salvaje parra,
ruda vid que coronas con tus pámpanos las dríadas desnudas,
que exprimes tus racimos fecundos en las siestas
sobre los cuerpos que duermen intranquilos,
unidos estrechamente a la tierra que tiembla bajo su abrazo,
con la mejilla desmayada sobre la paja de las eras,
la respiración agitada en la garganta
como hilillo de agua que corriera secreto entre las rosas
y los labios en espera del beso ansioso
que escapa de tu boca roja de dios impuro.
Bajo tu sombra, Junio,
yedra de sangre que tiende sus hojas
embriagando de sonrisas la pared más sombría,
la piedra solitaria;
Junio, paraíso entre muros, que levantas la antorcha de tus árboles
ardiendo en la púrpura vesperal,
bajo tu sombra quiero ver madurar los frutos,
las manzanas silvestres y los higos cuajados de 

corales submarinos,
la barca que va dejando por los ríos lejanos sus perfumes,
los bosques, las ruinas,
las yuntas soñolientas por los caminos
y el zagal cantando con un junco en los labios.
Quiero oír el inquieto raudal de los torrentes,
el crujido de las ramas bajo el peso del nido
y el resonante silencio de las constelaciones
entreabriendo sus alas como pájaros espumantes de fuego
al fúnebre conjuro de los nocturnos pífanos.
Bajo tu sombra quiero esperar las mañanas fugitivas de frescura
y los atardeceres largos como miradas
cuando todo mi ser es un canto al amor,
un cántico al amor entregado,
mientras las manos se curvan sobre las espaldas desnudas
y mis párpados se tiñen con el violento jacinto de la dicha.




Pablo García Baena (Córdoba, 1921), poeta del grupo «Cántico», estudió Dibujo e Historia del arte. A los 14 años descubrió a San Juan de la Cruz y a los 19 conoce al poeta Juan Bernier, quien orienta sus lecturas y le descubre a Proust, Juan Ramón Jiménez y Cernuda. En 1942 estrena la escenificación de cuatro poemas de San Juan de la Cruz y comienza su colaboración en el diario local con poemas y dibujos.
  
En 1947, tras concurrir sin éxito al premio Adonais, funda junto con Juan Bernier y Ricardo Molina la revista poética «Cántico», que se publicó hasta 1957 y aglutinó a un grupo de poetas que reivindicó una mayor exigencia estética, enlazando con la generación del 27, y renovó la poesía española de la época.
  
En 1964, junto a algunos amigos, emprende un largo viaje para visitar Francia, Italia, Grecia y Egipto. A su vuelta en 1965, fija su residencia en la malagueña Costa del Sol, primero en Torremolinos y más tarde en Benalmádena, donde trabaja como anticuario, hasta 2004, en que regresa a Córdoba.
  
García Baena es autor de una poesía barroca y brillante, casi olvidada en una posguerra española dominada por la poesía social. Sirvió de puente entre los poetas novísimo y la generación del 27.
  
Publicado por Antonio F. Rodríguez.

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