Editorial: Alfaguara
Precio: 18,90 euros
Año de edición: 2017
¡Qué difícil es ponerse en la piel de otra persona!
Creemos que lo logramos, pero aunque nos acerquemos bastante a la realidad porque nos estén relatando algo que reconocemos como vivido, nunca podrá ser una identificación total.
Si se trata de los niños, la dificultad es tan grande que, en general, se vuelve insalvable. Porque todos recordamos algunos pasajes de nuestra infancia, pero también sabemos que los recuerdos son la «realidad» presente de un pasado, por tanto, no fidedigna y, en cualquier caso, si lo contamos, lo hacemos con el lenguaje actual, no el que teníamos entonces.
Pilar Quintana hace un esfuerzo enorme para presentarnos una historia contada por una niña de ocho años, con su lenguaje, con sus percepciones, con su traducción mental de lo que oye a los adultos a los que, en general, no entiende cuando hablan entre ellos. Finalmente, se construye un mundo que quizás sea tan cierto o falso como el que nos construimos los adultos a partir de hechos que vemos u oímos, pero no vivimos.
¿Dónde está la diferencia? Creo que, para los adultos que somos, se trata de intentar comprender a nuestros niños y estar alerta a los significados que dan a lo que escuchan cuando no es a ellos a los que nos dirigimos. Aparentemente no atienden, pero algo se les queda grabado sin saber nosotros de qué manera. Escucharles el relato de sus deducciones muchas veces nos hace sonreír por la inocencia que rezuma, que quisiéramos nunca perdieran, y porque a veces dan soluciones sencillas y tan certeras que, si nos atreviéramos a aplicarlas, quizás resolverían algunos de nuestros problemas. Pero ese particular entendimiento, en el peor de los casos, se manifiesta en pesadillas y miedos que sabemos tienen a veces o en silencios y ensimismamientos repentinos, y también en la negación a ver a unas u otras personas, a ir a unos u otros lugares. ¿Qué es lo que pasa por sus cabezas?
La protagonista y narradora de esta historia, una niña colombiana que habla con un lenguaje adecuado a su edad, eso sí «en colombiano» que no solo no nos crea problemas, sino que es muy agradable por el ritmo cantarín que da la distinta acentuación en comparación con el nuestro, más serio y rígido. Frases cortas: sujeto, verbo, predicado. Sin palabras complejas, sin descripciones más que las imprescindibles, que en general hacen referencia a la naturaleza.
Los objetivos de la autora están muy centrados, son muy concretos y se expresan en pocos personajes: una madre como un autómata, ausente en su mundo y su tristeza fruto de la frustración por la vida que soñó y no le dejaron desarrollar; un padre cariñoso, pero en exceso silencioso, que está siempre trabajando y que no se entera de la severa depresión de la mujer ni del desvalimiento que eso acarrea a la niña; una tía que la quiere, pero a la que ve poco. Y la niña, que se ha construido su pequeño mundo, ve, oye y da su propio significado algunas de las cosas que ha visto u oído y que quedarán permanentemente en ella.
El ambiente donde se desarrolla la niña viene marcado por unas normas sociales poco evolucionadas, el entendimiento todavía muy patriarcal de la vida con su particular visión del lugar de las mujeres en ella, así como el clasismo que se expresa en las órdenes que recibe la niña del tipo: no entables conversaciones con el servicio porque dicen tonterías, son ignorantes y no saben.
En las partes tercera y cuarta de la novela, ya aposentadas en ese pequeño mundo familiar por el que nos guía la niña, es donde las interpretaciones de las obsesiones y comentarios de la madre, ciertamente desafortunados para que los reciba una niña de ocho años, hacen que el mundo de la pequeña adquiera dimensiones abismales, abismo en el que la primera que cae es su muñeca más preciada y que proporciona la tensión que nos mantiene hasta el final.
No nos cabe duda de quién es la protagonista, la niña Clara, pero su madre es la referencia necesaria para entender su reducido mundo. Es un personaje muy bien trabajado, que nos produce en principio cierto rechazo, pero que se nos va desvelando poco a poco y a medida que la autora vuelca, muy bien integradas, ideas muy importantes sobre el pensamiento igualitario, comprendemos a esa madre que fue niña no querida y se lo hicieron saber.
Un libro que nos habla de ese mundo de los niños que no siempre es feliz, y de esas familias aparentemente estables y apacibles en las que la mujer no es dueña más que de elegir el menú de cada día. Y por desgracia, todavía quedan muchas.
Una buena novela de una autora que aparece aquí por primera vez, pero a la que seguro que volveremos.
Bienvenida sea esta estupenda escritora a un blog en el que solo se habla de los libros que nos gustan.
Publicado por Paloma Martínez.
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