lunes, 19 de julio de 2021

Hermanos de alma - David Diop

  

Título: Hermanos de alma                                                                                                     Autor: David Diop
 
Páginas: 156
 
Editorial: Anagrama
 
Precio: 17,95 euros

Año de edición: 2019

¿Novela sobre la Primera Guerra Mundial? No. ¿Novela sobre los senegaleses que lucharon bajo el mando del ejército francés contra los alemanes? Tampoco. ¿Novela sobre usos, costumbres y leyendas de Senegal? Menos.

Esta novela no es ninguna de esas tres cosas y, a la vez, es parte de todas ellas, ya que mezcla en su justa medida esos tres ingredientes para crear el marco en el que se desarrolla el diálogo interior de un joven senegalés, Alfa Ndiaye, que se alistó llevado por la amistad de su «amigo más que hermano», Mademba Diop, que quería conocer otros mundos con la esperanza de volver glorioso no a su pueblo, sino a Saint Louis, la capital del Senegal de entonces, en donde podría labrarse un buen futuro comercial.

Pero en la noche terrible de las trincheras, Mademba cae herido de muerte y le pide a su hermano del alma que le remate para acabar con su sufrimiento. Así empieza el descenso a los infiernos del protagonista, Alfa, un camino terrible en el que perderá toda su inocencia, su bondad, sus nervios y su salud mental. En este caso no es el hombre blanco el que descubre el horror mayúsculo por antonomasia al viajar a África ―como el capitán Marlow de «El corazón de las tinieblas»―, sino que será el hombre negro, invitado por el europeo a su orgía más sangrienta y cruel, la Gran Guerra, el que, como consecuencia de vivir tanta atrocidad y estar obligado a ser ejecutor, se sumirá en un laberinto interior de horror mucho peor que, embebido en tanto dolor y remordimiento, le trastornará de manera indeleble y le llevará a decidir vengar a su amigo con tanto salvajismo como achacaban los europeos a los africanos.

En esa primera parte, el lenguaje de la novela es tan brutal como los hechos que narra.  En muchas ocasiones es repetitivo, lo que marca un ritmo determinado, muy trabajado por el autor, que quería reflejar la oralidad del personaje que, a diferencia de su amigo, no quiso estudiar más que lo elemental y que no habla francés. Esas repeticiones tienen como resultado una melodía que, en ocasiones, funciona como salmodia, y en otras, llega a ser poética —a pesar de lo terrible de las reflexiones internas del protagonista— y es también una magnífica forma de caracterizar al personaje dominado por sus obsesiones. Es un ritmo que produce una adicción tal que no podemos dejar de leer. Una escritura en espiral, que pasa una y otra vez de manera subyugante por las mismas cosas añadiendo algún detalle adicional.

La segunda parte de la novela, afortunadamente, da un respiro al lector y se construye con una serie de analepsis, de saltos atrás, que reconstruyen el pasado familiar y el paso a la adolescencia de Alfa en su aldea senegalesa, en la que ya la colonización ha empezado a hacer mella creando una peculiar simbiosis entre las creencias ancestrales y la visión occidental, lo que tiene uno de sus ejemplos más singulares en la religión. Es un pequeño relato de crecimiento, del descubrimiento del amor y la amistad, aprovechados por el autor para darnos una visión sintética de la cultura local, llena de tradiciones y sabor, de belleza y autenticidad, y también de sabiduría («Todo tiene dos caras», «A partir del alba, se puede adivinar si la jornada será buena o mala», «Pensar demasiado por cuenta propia es traición», «El secreto más grande que nos contó fue que no es el hombre quien dirige los acontecimientos, sino que son los acontecimientos los que dirigen al hombre»). Un descanso para los nervios del sufrido lector, que conduce hasta un desenlace tan sorprendente como original y mágico.

Por el camino quedan varias preguntas sin resolver en nuestra mente: ¿Quién es más salvaje, el africano o el europeo? ¿Cómo fueron capaces los europeos de explotar el supuesto salvajismo africano para horrorizar al enemigo? ¿Late en el fondo de todos nosotros la misma capacidad de barbarie y brutalidad? ¿Es algo esencialmente humano? ¿Hay algo peor que la guerra? ¿Hay escapatoria cuando un conflicto bélico inunda tu país y tu casa?

Una novela impresionante sobre la amistad, la traición, la culpa, el arrepentimiento, la humanidad, en suma, protagonizada por un pobre chico acosado por las preguntas sin respuesta, entre ellas la más obsesiva ¿por qué ha venido a Europa a perder la vida cuando era feliz en África?

Por otro lado, la coincidencia entre los apellidos del novelista y el amigo del personaje principal no es casual, nos recuerda que la historia toca muy de cerca al autor. Su bisabuelo francés fue un soldado de infantería en la Primera Guerra Mundial, fue gaseado con gas mostaza, volvió herido a casa y nunca contó nada para no revivir la tragedia. Ese silencio —otro tema esencial en las postguerras— espoleó la curiosidad de David Diop, le llevó a investigar y se percibe la intensa labor de documentación que hay detrás de la novela.

Una novela corta, pero de alto voltaje, eléctrica y fascinante, que nos domina con su monólogo desquiciante y no nos suelta hasta el final. Así le ha ocurrido al popular actor Omar Sy, (que se hizo famoso por la película «Intocable» y protagonista de la serie «Lupin») que cuenta que le impactó tanto la novela que ha hecho lo que podía hacer en este momento, realizar una lectura pública de ella. Ha sido este mes de julio, en Avignon. Es una lectura que, aunque no se sepa francés, merece la pena escuchar un poco para admirar el ritmo, esa oralidad tan bien lograda por el escritor.

Un libro espléndido, perturbador, de una fuerza arrolladora, tremendamente original y muy difícil de olvidar. Hay que leerlo.

David Diop

David Diop (París, 1966), de madre francesa y padre senegalés, vivió su infancia y juventud en Senegal y volvió a París para estudiar una licenciatura en lengua y literatura. Actualmente es Jefe de Departamento de la Universidad de Pau, desde donde lleva a cabo investigaciones centradas especialmente en la imagen de África y de los africanos en la Europa de los siglos XVII, XVIII y XIX. Su primera novela, «1889, l’Attraction universelle», escrita en 2012, es histórica y ya alude al tema de sus estudios.

Esta segunda que se reseña aquí, escrita en 2018, tuvo un éxito considerable entonces por obtener famosos premios como el Premio Goncourt de los estudiantes y el Prix Patrimoines. En 2019, también obtuvo el Premio Goncourt de España y el Globe du Cristaldu Meilleur Roman. En 2021 acaba de recibir el prestigioso premio Booker Internacional —es el primer francés en recibirlo— en el que se premia también a la traductora Anna Moschovakis, quien ha destacado que «la traducción está en el corazón de esta novela», porque al protagonista le tienen que traducir, pues no habla francés.

Publicado por Paloma Martínez y Antonio F. Rodríguez.

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