lunes, 8 de julio de 2019

Vals negro - Ana María Moix


Título: Vals negro
Autora: Ana María Moix

Páginas: 202
 
Editorial: Círculo de lectores

Precio: 11,99 euros 

Año de edición: 1994

Si me hubieran dicho que iba a leer un libro sobre Sissí emperatriz, lo hubiera rechazado de plano. ¿Quién no se acuerda de la mítica película protagonizada por la no menos mítica Romy Schneider, que rezumaba almíbar en todos sus fotogramas y que, a pesar de datar de 1956, pasó una y mil veces por las salas y fue favorita en la televisión? 

Fue una «estupenda» película para que la vieran entonces las chicas jóvenes, por la imagen ideal de mujer que proponía. Salvando la distancia de ser emperatriz, lo que evidentemente no estaba a la altura de las jovencitas que veían la cinta, la hermosísima actriz fue identificada con el personaje que presentan lleno de virtudes:  enamorada de su marido; amada por el pueblo por su proximidad y bondad con él y por cumplir el dicho, que resulta ser francés, «A Jesús por María» ya que se la consideraba intercesora de causas justas y mejoras sociales ante el poderoso Francisco-José; pelín rebelde con su marimandona suegra; amantísima hija y hermana; lectora cuando a las mujeres les estaba prohibido (estupendo guiño de la autora que la hace leer Madame Bovary); capaz de hablar varios idiomas… Vamos un dechado de perfección. Y, «a pesar de todo», desgraciada. Pero nunca me ha interesado la realeza, ni comprobar que «los ricos también lloran».

Me acerqué a esta novela con el interés natural de conocer al menos parte de la obra de las escritoras objeto de un curso de literatura. Sin conocer el contenido, elegí esta obra por ser una novela y porque tiene un título más que sugerente. No solo no me ha decepcionado, sino que me ha provocado tanto interés como para buscar información de la situación política tan compleja de aquellos momentos en los que se desmembraba el gran imperio austro-húngaro, comprar otra biografía de Sissí y ¡hasta volver a ver la película!

Lo que más me ha impresionado de la lectura es la magnífica forma de escribir de Ana María Moix. Desde que se abre la novela hasta que se termina se disfruta de la lectura. Y si lo más seguro es que no sabríamos responder a la pregunta de qué es buena literatura, no dudaríamos en poner como ejemplo de ella a esta novela. Porque importa lo que se cuenta, pero, sobre todo, cómo se cuenta.

Si se añade que a la autora, de siempre rebelde, no se le presume una especial simpatía por la monarquía, se deduce que los episodios que resalta son aquellos que dan una idea de la personalidad de la biografiada y de sus padecimientos a lo largo de toda su vida. Empatizamos con la persona de la que al final nos queda la sensación de que nació para ser una persona «normal» y se convirtió en una prisionera de su cargo y las obligaciones que conllevaba –entre ellas las del estricto protocolo español que se seguía en las cortes del momento-. Así que he tenido que revisar mis prejuicios para deshacerme de ellos, porque he sentido simpatía por una rica que lloraba y mucho.

La estructura de la obra es original, son varios los narradores que nos van dando cuenta, con una gran y fina ironía, de las diferentes costumbres de una corte que se miraba en el espejo de la francesa, pero la de Luis XV, por tanto ya anacrónica. Nos relata muchos momentos importantes en el devenir histórico no sólo del centro de Europa, en donde comenzaba la industrialización y las consecuentes revueltas obreras, sino también de otros países muy alejados como México donde fue asesinado el hermano de Francisco José, Maximiliano, a quien se había coronado emperador con la aquiescencia de Napoleón. Y no faltan los detalles truculentos de la corte, como que a la muerte de los emperadores su corazón era guardado separado del cuerpo, o la curiosa ceremonia de comprobación de la consumación del matrimonio. En fin, que además de gozar leyendo, se aprende mucho porque, aunque sea ficción, el esfuerzo de documentación de la autora fue muy importante y supo reflejar muy bien el ambiente de la época.

Estupenda lectura para disfrutar y, como dirían los franceses, para «regalarse» –obtener deleite y placer- con la buena literatura.

 
Ana María Moix

Publicado por Paloma Martínez.

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