jueves, 4 de julio de 2019

La agonía y el éxtasis - Irving Stone


Título: La agonía y el éxtasis
Autor: Irving Stone

Páginas: 562
 
Editorial: Seix Barral

Precio: 16,50 euros  
 

Año de edición: 1998

Es una novela biográfica sobre Miguel Ángel Buonarroti, uno de los artistas más reconocidos de la historia. Nacido en Settignano, una aldea cercana a Florencia, ya muestra sus dotes desde niño entrando de aprendiz en la bottega del maestro Ghirlandaio y estrenándose con los frescos de la capilla Tornabuoni de la impresionante basílica de Santa María Novella.

Siendo gobernante de Florencia, Lorenzo de Médici alojó a Miguel Ángel en su casa, donde había fundado el «jardín de la escultura», una cantera para formar a los aprendices más talentosos de la ciudad. En aquel momento se produjo la conexión cósmica, coincidieron el mecenas apodado el Magnifico y el artista antológico, juntos en el entorno donde germinaba el Renacimiento. El conglomerado final solo podía ser majestuoso.

Miguel Ángel, dotado de una voluntad inquebrantable y una técnica perfecta desde el punto de vista formal, consigue la materialización de numerosas obras maestras que solo están al alcance de creadores extraordinarios. El aplica tanto la inteligencia como la pasión a cada una de sus actividades. A pesar de haber pintado las maravillas de la Capilla Sixtina y de morir siendo el responsable de la construcción de la Basílica de San Pedro, su auténtica debilidad era esculpir sobre mármol extraído en los Alpes. Nada le satisfizo tanto como hacer aflorar la escultura escondida en el interior de un bloque pétreo, a base de golpearlo con martillo y cincel.

Una rasgo vital de Michelangelo es buscar la excelencia en todos los proyectos artísticos que acomete y reivindicar la componente intelectual, además de la puramente manual, en cualquiera de sus obras, ya sea pictórica, escultórica, arquitectónica o ingenieril. Cada escultura representa un momento clave de sus protagonistas. El David con el ceño fruncido, inmediatamente antes de lanzar a Goliat su ataque mortal. La Pietá, una Virgen joven con su hijo exánime en el regazo.

Estamos ante una novela histórica, incardinada en el crisol del Renacimiento, el triángulo compuesto por las ciudades de Roma, Venecia y Florencia, cuyo hilo conductor es un artista total, apasionado y huraño, amigo de Papas y desheredados, enamorado platónico y soltero hasta la muerte, austero en lo material pero rico en espíritu, voluntarioso y bravo como un torero en racha, sensible y delicado como una flor.

Una biografía tan extensa como jugosa. Escrita por un experto en novelar vidas de personajes insignes (Freud, Darwin, Van Gogh, etc.) cuyo estilo fluido y ameno convierte la narración en una sucesión de aventuras de cómoda digestión. Irving Stone se detiene en los vericuetos personales que van imprimiendo carácter a su personaje, aunque hábilmente evita la tentación de construir una hagiografía incondicional del protagonista. No en vano, el escritor americano muere siendo considerado un acreditado autor de bestsellers.

El guion cinematográfico de «El tormento y el éxtasis» está basado en este libro y dió lugar a una película de 1965 protagonizada por Charlton Heston, que se parece a Miguel Ángel lo mismo que Usain Bolt a Stephen Hawking, acompañado de Rex Harrison en el papel del Papa Julio II. El film se limita a mostrar las vicisitudes del florentino para pintar los frescos de la Capilla Sixtina bajo el mandato de un Papa guerrero. Pero es asimismo muy recomendable, a pesar de tomarse alguna licencia histórica para amenizar el espectáculo.

En resumen, el texto es la materialización de un homenaje imperecedero a un artista irrepetible, que con su arte por bandera convivió con la crema de la intelectualidad renacentista y emergió de la hoguera de las vanidades de la Piazza della Signoria, hasta ascender al olimpo de las Bellas Artes, a imagen y semejanza de sus numerosas obras, que cinco siglos después siguen enseñando al mundo que los genios existen y demostrando que Miguel Ángel es uno de sus máximos exponentes.
                   
Irving Stone

Publicado por Adolfo Pérez.

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