miércoles, 1 de marzo de 2023

Sombras en la hierba - Isak Dinesen

 

Título: Sombras en la hierba                                                                                           Autora: Isak Dinesen

Páginas: 144

Editorial: Alfaguara

Precio: 15,90 euros

Año de edición: 1993

Este volumen, publicado originalmente en inglés en 1960, poco antes de la muerte de  Dinesen, es una especie de continuación y epílogo que complementa a «Memorias de África» (1937), su obra más conocida, llevada al cine en 1985 por Sydney Pollack. Por eso se han publicado en algunas ediciones los dos textos juntos.

Se compone de cuatro textos, muy bellos y evocadores, sobre algunos de los africanos que dejaron una huella más profunda en la memoria de la autora durante su estancia en Kenia, entre 1913 y 1931, como dueña y señora de una plantación de café. Ella llegó allí como una colona más, una explotadora al fin y al cabo, pero se enamoró instantáneamente de África, aprendió suajili, se sintió africana desde el primer momento y supo que aquel era su lugar en el mundo. Los nativos la llamaban «la hermana leona» y pronto se ganó su respeto y afecto con su coraje, su honestidad, su buena puntería y su habilidad como cazadora.

Volviendo al libro, la primera parte, mi preferida, está dedicada a Farah, su criado somalí y la persona más importante en sus recuerdos. Un verdadero caballero, que estaba muy unido a ella y con quien formaba un equipo en el que se complementaban perfectamente. Farah la entendía mejor que nadie, era orgulloso y tenía su propio código de conducta. Juntos pasaron las aventuras más emocionantes y desarrollaron un vínculo emocional fuerte y profundo. Cuando se tuvieron que despedir, Dinesen sintió que perdía una parte de su identidad.

La segunda parte sirve para que «la hermana leona» nos cuente su visión de la caza, mucho más humana de lo que uno podría suponer, y nos relate el curioso efecto de sugestión de una carta firmada por el mismísimo Rey de Dinamarca, que servía para aliviar todo tipo de males y padecimientos entre los nativos. Y es que ya se sabe que la fe mueve montañas.

En la tercera parte, la autora cuenta una serie de anécdotas curiosísimas sobre cómo se convirtió en una especie de curandera y sanadora para los indígenas, cómo una vez estuvo al borde de la muerte por un error de lo más tonto y la relación tan especial de respeto y complicidad que tenía con los lugareños.

En la última parte, titulada «Ecos de las colinas», la más nostálgica de las cuatro, se cuenta cómo siguió manteniendo el contacto, después de regresar a Dinamarca, con Farah y el personal de la plantación, las cartas que intercambiaban, el cariño y la infinita lealtad que le seguían guardando. Uno de ellos, pasó a trabajar como asistente del Gobernador de Nairobi, al que advirtió de que se consideraba todavía y siempre trabajador al servicio de «la hermana leona» y que se reservaba el derecho de abandonarle inmediatamente e irse con ella si regresaba.

El texto está plagado de historias muy sabrosas y aspectos que revelan la auténtica alma del continente negro.  Aquí aprendemos que con dos ganchos no se puede hacer nada, que los somalíes de Kenia son más maduros que los kikuyu, los wakamba, los kawirondo y los masái, que los kenanos despreciaban a los judíos por cobrar intereses, cómo recuperar un billete robado de cien rupias, que en algunos continentes el Islam parece más tolerante que el cristianismo, que los buenos musulmanes no conocen el miedo, cómo un pintor encontró la paz en una pequeña aldea, que un traje puede conmover a los kikuyu, lo problemático que es matar a un león sobre una jirafa muerta, que hay cosas que pueden hacerse y otros, no, lo terribles que son las hormigas carnívoras, las siafu, y que Dinesen cometió algunos errores, pero que la gente le tenía ley precisamente por eso, por que no era infalible.

El lenguaje tiene mucha garra, las cosas se cuentan con mucho ritmo y con la dosis justa de poesía, sin cargar la mano ni quedarse corto. Las historias se hacen interesantes, son amenas y la carga dramática está muy bien explotada.

Un libro delicioso y conmovedor, que te roba el corazón y deja temblando de emoción en más de un pasaje. Porque las cosas que cuentan sucedieron una vez, hace muchos años, en un rincón perdido del África más profunda.

La traducción del original en inglés es de Aquilino Duque (1931-2021), poeta y escritor sevillano, que obtuvo el Premio Nacional de Literatura en 1974.

Karen Blixen (Rungsted, 1885-1962), más conocida por su seudónimo literario, Isak Dinesen, es una de las escritoras danesas más conocidas. Su padre era militar y se suicidó cuando ella tenía 10 años, abrumado por tener la sífilis y el estigma que ello suponía. 

Karen tuvo una educación esmerada en colegios suizos, se casó con un primo lejano y se instaló con él en Kenia para cultivar café en The Karen Coffee Company. Su marido le contagió la sífilis (parece que esa enfermedad la perseguía), pero en ella apenas si se manifestó. Se separó de su esposo, se quedó con la plantación, vivió un apasionado amor con un cazador británico, Denys Finch Hatton, que se mató en un accidente aéreo, y finalmente, tuvo que volver a Dinamarca, debido al desplome de los precios del café.

Comenzó a escribir en inglés sobre sus experiencias en África y alcanzó un éxito espectacular, que todavía dura, con sus famosas «Memorias de África». Hay un asteroide, el 3318, que se llama Blixen en su honor.

Karen Blixen, más conocida como Isak Dinesen

Publicado por Antonio F. Rodríguez. 

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