Título: La nave estelar Autor: Brian W. Aldiss
Páginas: 297
Editorial: Edhasa
Precio: 8,95 euros
Año de edición: 1990
La nave estelar (1958) es la primera novela profesional de Brian W. Aldiss. Este autor no necesita presentación para los aficionados a la buena literatura de ciencia ficción. El novelista británico es uno de los principales representantes de la Nueva Ola que renovó el género durante los años 60 y 70. Sus fantasías son de carácter humanista. Los futuros apocalípticos o remotos que propone siempre apuntan a conflictos reconocibles aquí y ahora.
Así que la especulación de Aldiss nunca es abstracta ni gratuita. Los hombres siguen siendo hombres aun en las circunstancias más extrañas. De ellos, no de fuerzas misteriosas, brota ese impulso que conduce al progreso o al desastre. No existe ningún destino prefijado de antemano. El motor que nos hace avanzar es el conocimiento. Si esa fuente de saber se cierra, o se utiliza mal, llega el desastre, en forma de opresión y oscuridad. El ateísmo de Aldiss era consecuente: sin dioses inventados avanzamos mejor. El miedo es la rémora que ata a la rutina. El dogma oscurantista por excelencia es el desconocimiento. En cambio, el conocimiento destruye el mito. Gracias a la razón podemos navegar entre la oscuridad sin temor a naufragar. Es nuestra brújula. Las tinieblas del cielo se aclaran gracias al espíritu del hombre. La nave puede despegar.
Este entronque ilustrado típico de Aldiss aparece con fuerza en La nave estelar. El argumento es de una gran originalidad, fascinante e insólito. En realidad, se nos está proponiendo un viaje, que tiene mucho de alegoría sobre la evolución humana, dentro de otro viaje aparentemente sin rumbo. Una nave espacial vaga por el firmamento. Dentro de esa enorme estructura sobrevive la humanidad. En una especie de arca de Noé, los hombres, abandonados a su suerte, han caído en distintos grados de involución, incluso biológica. Forman un conjunto de tribus mal avenidas entre ellas. Existen cazadores-recolectores. También ermitaños que viven solitarios en chozas. Otros conocen ciertos rudimentos agrícolas y ganaderos. Hay quienes pintan las paredes de la nave al modo paleolítico. Tienen religiones, chamanes, ritos, ceremonias y sacrificios. En idiomas bastante rudimentarios se expresan las tradiciones ancestrales de cada grupo.
En general, domina el oscurantismo. El miedo mutuo impide a los hombres conocerse. Cada tribu se asienta en un pasillo de la nave. Se colocan barricadas, guardias y controles de todo tipo para defenderse de la tribu vecina. El aislamiento es la norma. Nadie se mueve por si acaso. De vez en cuando, estalla alguna pequeña guerrilla para conseguir armas, prisioneros o comida.
En este ambiente estancado cunde la superstición, al igual que de un pantano maloliente y malsano ascienden las burbujas. Circulan historias acerca de horripilantes criaturas mitad hombres y mitad demonios, fantasmas y otros seres invisibles. La gente se acurruca atemorizada en sus habitáculos susurrando letanías para alejar el mal. Los jefes fomentan el comunitarismo, el cumplimiento irreflexivo de las órdenes y el conformismo.
Hasta que cinco hombres deciden controlar la nave gracias al mapa que posee uno de ellos. Pero para alcanzar su objetivo tendrán que recorrerla, afrontar mil peligros y superar sus propios miedos. Deberán enfrentarse consigo mismos y vencerse si quieren sobrevivir. Es necesario plantearse las razones de lo que les pasa, pensar y cambiar.
Conclusión: una novela excelente, tremendamente entretenida, ya que es ante todo una sucesión de aventuras que no decae nunca, con un estilo sencillo y eficaz, sin florituras, que contrasta con la complejidad de fondo de las cuestiones que se plantean: una peregrinación en busca del saber por territorios desconocidos que recuerda Los viajes de Gulliver (que, por cierto, muchos consideran una novela de ciencia ficción). Un acierto definitivo es esa sucesión asfixiante de pasillos y recovecos por donde se mueven las protagonistas. O la malsana y quebradiza vegetación que cubre las superficies de metal, en una mezcla obsesiva entre lo natural orgánico y lo artificial muerto. Lean este libro y disfruten con Brian W. Aldiss. No decepciona.
Brian W. Aldiss (1925-2017) fue un escritor británico nacido en el condado de Norfolk, clásico indiscutible de la literatura fantástica del siglo XX. Aldiss hizo la Segunda Guerra Mundial en Birmania y Sumatra. Trabajó como librero. En los años cincuenta se animó a publicar sus primeros relatos, algunos de los cuales fueron premiados. La nave estelar (1958) fue su puesta de largo literaria. A partir de ahí comenzó una gran carrera como novelista, cuentista, antólogo y ensayista. Libros como Un mundo devastado, Barbagrís, Los oscuros años luz, Criptozoico, A cabeza descalza o Invernáculo son hoy jalones irrepetibles dentro de la literatura de ciencia ficción. Brian W. Aldiss falleció con 92 años cumplidos en Oxford.
Publicado por Alberto.
Aún estas presente, con nuestros sueños aunque sean ficción lo acontecido por venir la : humanidad
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