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«Con las palabras se desatan las historias».
«Los mitos se construyen con el lenguaje».
Hoy os traigo un interesante ensayo sobre la palabra y el lenguaje escrito por una joven filóloga que ya conocéis, aunque sea indirectamente. Está formado por relatos relacionados con el lenguaje en los que la palabra es fundamental, por eso escogió este título: la caja de palabras alude a la caja de Pandora, el efecto de las palabras puede ser tan intenso y poderoso como la caja mitológica que contenía todos los males del mundo, pero con la diferencia que en el fondo de esta caja hay esperanza, gracias a su poder trasformador.
El poder del lenguaje nos lo muestra con una serie de anécdotas, momentos históricos y reflexiones acerca del uso de la palabra adecuada y del silencio. Por las páginas desfilan personajes como Einstein, Ramón y Cajal, Tolkien, Unamuno, Cortázar, María Moliner, Galdós, Lola Flores y Forges.
Está estructurado en diversas secciones, la primera habla de hechos importantes en los que la palabra ha sido decisiva en el curso de la Historia, con ejemplos como cuando en una rueda de prensa las preguntas incómodas de un periodista sorprendieron a un jerarca del Berlín oriental y precipitaron la caída del muro; la interpretación del oráculo de Delfos y sus respuestas sibilinas; los códigos secretos que emplearon los militares americanos en la II Guerra Mundial utilizando la lengua de los navajos, lengua sin soporte escrito; un programa para ayudar a mujeres en peligro con una llamada que aparentaba ser una petición de pizza; o las frases modificadas en favor de la épica: «Houston, hemos tenido un problema».
Otro apartado habla de los anglicismos y la colonización de la lengua inglesa en el campo de la ciencia desde hace muchos años. Referido al aporte de otras lenguas, nos habla de la imaginación que tienen que emplear los traductores, pone el ejemplo de Astérix, para trasladar frases y dichos de un idioma a otro, usando una expresión que sin ser literal sea equivalente en cuanto al sentido irónico o la broma.
En otra sección nos habla de la relación entre lenguaje y pueblo, hay modificaciones del lenguaje por el uso popular y la palabra sirve de apoyo a la imagen para su mejor comprensión; nos habla de las etiquetas con forma de cintas de extremos enrollados llamadas filacterias que figuran a menudo en los cuadros religiosos, contienen un texto o un nombre que ayuda a interpretar la escena; la palabra es un elemento importante en el arte, la imagen que vale más que mil palabras necesita el apoyo de éstas. También está presente la contribución al lenguaje de los cómics, Forges utilizó un lenguaje irónico añadiendo a palabras coloquiales sufijos de uso corriente (ata, amen, érrimo) dando un tono falsamente culto, de burla, a los términos: jubilata, muslamen, tontérrimo.
El último apartado está destinado a exponer los oficios relacionados con el lenguaje: historiadores, lingüistas, filólogos, escritores, traductores, intérpretes, docentes y profesionales de la lingüística computacional.
Un libro muy entretenido, didáctico, ameno, inteligente, que me hace recordar, sin pretender compararlos, a ese otro excelente ensayo que también trata del lenguaje y la escritura: El infinito en un junco. Y esta vez voy a saltarme una norma del blog y hablaros del final, que incluye un decálogo para hablantes, diez consejos para hablar con otros con educación y respeto, normas lógicas y sabidas pero que se olvidan y no está de más que nos las recuerden.
Lucía Sesma nació en Segovia en 1980. Es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid y completó su formación en la Sorbona de París. Ha trabajado como editora, correctora y traductora en varias editoriales y ha sido profesora de Escritura Creativa y de Literatura Contemporánea en la Universidad de Minnesota. Colabora habitualmente en la revista Muy interesante y desde hace catorce años es la lingüista encargada del conocido programa Pasapalabra.


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