Título: Tea Rooms
Autora: Luisa Carnés
Páginas: 254
Editorial: Hoja de Lata
Precio: 19,90 euros
Año de edición: 2016
Hoy vamos hablar de una novela ejemplar publicada originalmente en 1934, un clásico de nuestra literatura que ha permanecido olvidado durante más de ochenta años hasta que Hoja de Lata lo ha vuelto a editar. Se trata de una novela social —por algo se subtitula «Mujeres obreras»—, que cuenta la vida cotidiana en el trabajo, casi en tiempo real, de las dependientas y camareras de una pastelería con salón de té muy distinguida y elegante cercena a la madrileña Puerta del Sol.
Aquí aparecen: Antonia, la más veterana y experta; Marta, pobre, necesitada y demasiado osada; Paca, treintañera y beata; Laurita, la ahijada del dueño, una chica moderna; Felisa, joven, alegre y frívola, y Matilde, la que parece la protagonista, seria, responsable y con conciencia de clase. El elenco se completa con una serie de personajes secundarios: la encargada, que parece un sargento; el temido dueño, brusco, grosero y autoritario; Esperanza, la limpiadora, que se come los recortes del jamón; Cañete, el camarero que tiene mejor letra; Pietro, el heladero italiano; el muchacho que les lleva el género... toda una muestra sociológica de aquellos años 30.
El estilo es realista y preciso, algo sincopado y con mucho ritmo. Utiliza frases cortas, rápidas y nítidas, que dibujan la realidad con firmeza. Los diálogos son muy naturales y creíbles. La autora aprovechó su experiencia como camarera y dependienta en un establecimiento como el que se describe. El texto incluye algunos términos curiosos, propios de la época, como «escupidera» y «pendolista» (persona que tiene muy buena letra). Y la atmósfera de la pastelería, y por extensión del Madrid de la Segunda República, está maravillosamente bien descrita.
Corren tiempos duros para los trabajadores. En la capital, hay miseria. Hay familias con muchas bocas que alimentar en las que no trabaja nadie. Hay mucho paro. El que encuentra una colocación empieza a trabajar a los 14 años. Hay huelgas y manifestaciones en las que la policía dispara al aire y hiere a varios obreros. La situación es precaria para muchos. En la pastelería de Matilde se trabajan diez horas al día, se descansa solo una tarde a la semana y se ganan 3 míseras pesetas diarias, un sueldo bajo para la época. En verano, se suprime la tarde de descanso porque hay quien se va de vacaciones. Al acabar la jornada, a las dependientas les duelen las plantas de los pies, los muslos, los hombros y los dedos de las manos. «Aquí no son ustedes mujeres, aquí no son más que dependientas», le dice la encargada al personal el primer día de trabajo de Matilde.
La narración se alterna, sobre todo al final con las reflexiones de la protagonista sobre las diferencias de clase, esa línea divisoria que no se ve, pero se siente en todas partes, los abusos machistas, el comunismo, los sindicatos... Una novela combativa desarrollada con pulso firme y acierto.
En fin, un libro extraordinario, injustamente olvidado, que describe la vida cotidiana de un grupo de trabajadoras con mano maestra. Se lee con una facilidad pasmosa y tiene esa peculiaridad, que las mujeres que aparecen no son ni madres, ni esposas, ni amantes, sino simplemente dependientas de una pastelería. Una obra morrocotuda que se disfruta página a página, como un delicioso pastel.
Esta edición viene acompañada de un estudio final muy completo del historiador Antonio Plaza Plaza, que ocupa 44 páginas, así que el texto magro y escurrido se queda en197 páginas. Es muy difícil contar más cosas en menos espacio. En este enlace se pueden leer las primeras 26 páginas.
Luisa Genoveva Carnés Caballero (Madrid, 1905-1964), más conocida como Luisa Carnés, fue una escritora y periodista española de la generación llamada «las sinsombrero», mujeres del 27 que han quedado injustamente olvidadas.
Nació
en una familia humilde y numerosa, su padre era barbero y practicante, y su madre,
que era sastra, tuvo que dejar de trabajar para atender a sus seis
hijos. A los once dejó el colegio y entro a trabajar en un taller de
sombrerería, luego pasó a un obrador de pastelería y a los dieciocho
años, escribió su primer cuento.
Fue telefonista, camarera, mecanógrafa, comunista y autodidacta. Leía
compulsivamente todo lo que caía en sus manos y al final se aficionó a
lo bueno, Tolstói, Cervantes y los clásicos. A los 24 años, publicó sus primeros relatos. Siguió publicando textos y el éxito de Tea Rooms le abrió las puertas del periodismo, la ilusión de su vida. Al estallar la Guerra Civil Española escribió artículos y teatro en defensa de la Segunda República y tuvo que huir a Francia. El ofrecimiento del presidente mexicano, Lázaro Cárdenas,
de acoger a todos los exiliados españoles le abrió las puertas de ese
país y allí vivió hasta su fallecimiento en un accidente de automóvil.
Nos ha dejado una decena de novelas, algo más de sesenta cuentos, tres piezas de teatro y varios centenares de artículos.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.


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