lunes, 4 de noviembre de 2019

El infinito en un junco - Irene Vallejo

                     
Título: El infinito en un junco
Autora: Irene Vallejo

Páginas: 452 

Editorial: Siruela 

Precio: 23,70 euros 

Año de edición: 2019

Gozo: alegría del ánimo.

Para los escritores, lograr que los lectores gocen con sus obras, no se trata tanto de una técnica, como de una habilidad mágica difícil de alcanzar.
                   
Deleite: Placer del ánimo y de los sentidos.
              
Decía el poeta Horacio: «Obtiene la general aprobación quien une lo útil a lo agradable, deleitando e instruyendo al lector al mismo tiempo».

Éste es un ensayo enormemente gozoso y que cumple con el equilibrio del que hablaba el poeta pues instruye y a la vez deleita. Y es que Irene Vallejo es una incansable divulgadora de la historia en su sentido más amplio. De su pasión por el mundo antiguo sabemos bien los aragoneses pues tenemos la suerte de escucharla en conferencias, charlas con autores literarios, presentaciones de libros, clubs de lectura y bibliotecas de cualquier localidad por pequeña que sea, colegios y otros lugares a donde acude siempre con enorme generosidad para deleitar contando «cosas» de la historia que son objeto de su pasión y su trabajo. Fue una pregonera de lujo en la última Feria del libro en Zaragoza en la que nos impresionó con su relato de los libros y los escritores que por Aragón han pasado y dejado su impronta. También tenemos la suerte de leerla asiduamente en sus columnas del Heraldo de Aragón, amén de sus libros editados.

El estilo de Irene Vallejo es especial, muy propio e identificable, pues en cada charla, en cada texto, relata con una amabilidad y afabilidad extraordinarias -reflejadas en su amplia y permanente sonrisa que llega hasta los escritos manifestándose como fina ironía- y en esa manera suave, a veces susurrante y poética de contarnos la historia. Otra de sus características es traer al momento actual, y a las situaciones que vivimos cotidianamente, historias antiguas y hacernos descubrir que mucho de lo que ocurre ahora ya lo vivieron y escribieron nuestros ancestros. El resultado son unas señas de identidad que están definitivamente instauradas -si es que eso hiciera falta- en este estupendo libro.
  
El título hace mención simbólica al contenido: un viaje por la historia del libro y sus avatares a lo largo de los siglos. Este viaje por las civilizaciones griega y romana fundamentalmente, no empieza con la utilización de los juncos del papiro para crear el soporte de los libros, sino que se remonta hasta los principios de la escritura y el descubrimiento del alfabeto -más revolucionario que internet dice la autora-, a las tablas de arcilla sumerias y a la utilización de las pieles de animales, los pergaminos, en la ciudad de la que tomaron nombre.
  
Y para hablar de libros es necesario hablar de bibliotecas, lo que le lleva a instruirnos en el carácter ecuménico de Alejandro Magno, creador de la gran Biblioteca de Alejandría, de sus seguidores en la tarea hasta Ptolomeo XIII y de sus tres destrucciones; de la nueva biblioteca de Alejandría inaugurada con gran boato el año 2002, en donde, curiosidad, faltaban los libros de su premio Nobel, Naghib Mahfouz; de los bibliotecarios -desde Aristóteles a las bibliotecarias represaliadas por Franco, como María Moliner-; de los escritores -desde los anónimos hasta los que inauguraron el reconocimiento de la autoría- y de los numerosos actuales que cita; de los copiadores y traductores; de los lectores y sus maestros; de los narradores y contadores de cuentos; de los filósofos para quienes los libros fueron determinantes; y de todas las personas, en fin, que tenían y tienen como vehículo máximo la palabra. Recuerda a Borges, también bibliotecario, para quien el libro es el instrumento fundamental del hombre porque los otros –decía- son extensión de su cuerpo (telescopio, teléfono, arado, espada…) y éste lo es de su memoria e imaginación.
  
Habla de cómo los libros son útiles para sobrevivir a las grandes catástrofes de la historia -y a las nuestras personales-; cuenta cómo los precedentes de la psicología y la psiquiatría se encuentran en un griego, Antifonte, que abrió un local para escuchar y hablar a los afligidos. También hace repaso de los grandes destructores de libros que en la historia ha habido y recuerda las desgraciadamente ciertas palabras de Heinrich Heine «allí donde queman libros, acaban quemando personas». Nos dice cómo los libros han sido vehículo para matar personas, desde el rey Yunán y su médico asesino Ruyán del cuento de Sherezade, hasta los modernos libros-bomba. En cuanto a las técnicas de escritura, nos informa de que Heródoto es el antecedente del multiperspectivismo que creemos tan moderno.

Habla de la ciudad que da título a este blog, «Biblos», -hoy llamada Jubay-  en la que se encontró la tumba esculpida de su rey Ahiram en torno al año 1000 a.C. y nos cuenta que fue famosa por su comercio de papiros. De ella procede la palabra griega que designa a los libros: biblion
  
Habla también de y, sobre todo, para nosotros, lectores empedernidos a quienes tiene en cuenta siempre y así lo sentimos al leerlo. El libro se completa con un más que singular Epílogo y una amplísima bibliografía, además de un índice onomástico de gran utilidad para volver a lo que en cada momento nos interese. Porque es un libro de largo alcance, que no finaliza cuando terminamos su última página. Tiene vocación de ser revisitado.
  
En fin, es tan apabullante la información que nos ofrece y es tan amena la forma de contarla - una escritura trufada de interesantes y habitualmente muy divertidas anécdotas remotas y actuales- que resulta un libro enormemente atractivo, que se lee con la agilidad de una novela, para la que buscamos horas donde no las hay.

Conclusión: pienso en los muchos niños y jóvenes a quienes «se les atraganta» la historia. Si
tuvieran a alguien tan especial como Irene Vallejo de profesora, las humanidades serían de sus asignaturas preferidas. Y los adultos, que ya no tenemos la obligatoriedad de estudiar a los antiguos, debemos estar agradecidos de tener una docta humanista que nos produce tanto gozo y deleite como es Irene Vallejo . Nos ocurre con su libro como confiesa le pasa a ella cuando lee algo que le gusta, que se siente la única lectora de un libro que ha sido escrito solo para ella. Gracias Irene por escribir este libro para mí.

Irene Vallejo

Irene Vallejo es una zaragozana (1979) que cuenta con un currículo académico que da cuenta de su pasión por el estudio del mundo antiguo. Es doctora en Filología clásica por partida doble: Universidades de Zaragoza y Florencia. En su haber cuenta ya con una obra importante en diferentes géneros: ensayo, cuento, relato y novela. En todos ellos se nota la marca de su enorme sensibilidad. Ha sido ya reconocida y premiada ampliamente por diferentes entidades.

Publicado por Paloma Martínez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario