Título: La vida secreta de Walter Mitty
Autor: James Thurber
Páginas: 160
Editorial: Acantilado
Precio: 14 euros
Año de edición: 2004 (3ª ed.)
Pues aquí tenemos en este volumen 25 relatos cortos, de unas 6 páginas cada uno, llenos de un humor desbordante, irónicos, ingeniosos y sumamente divertidos. Thurber es un inteligente continuador de la línea humorística que inauguró Mark Twain y consecuentemente, no deja títere con cabeza. En cada relato nos deja la agradable impresión de que se ríe de sí mismo en cierto modo. O deja en ridículo a los hombres en general, o al típico hombre medio estadounidense, o a un señor que tiene toda la pinta de ser un trasunto del propio autor. También es verdad que hay un punto de tristeza, de decepción ante lo ridícula que puede resultar la existencia humana.
Lo que le puede pasar a cualquier marido cuando le sigue la corriente a su mujer más d ela cuenta, cómo pasar unas botellas de nada por la aduana, lo difícil que puede llegar a ser mantener la dignidad masculina cuando un murciélago se cuela en casa, el problema de por qué no brillan los ojos de las personas por la noche como los de los gatos, recuerdos de un bull terrier llamado Rex que mantenía contiendas homéricas, los inconvenientes de tener una marca en la cara con forma de zapato... esos algunos de los temas cotidianos sobre los que este simpático autor construye sus sátiras, llenas de ironía, tras la que se ve la frustración del hombre —ojo, del hombre, no de la mujer— moderno.
Mención aparte merece la pieza que da título al libro, que ha servido para acuñar la expresión síndrome de Walter Mitty, que consiste en la tendencia a fantasear de manera incontrolable y disparatada que tienen algunos hombres para escapar a la rígida, anodina y grisácea vida convencional de todos los días. Quizás sea un truco para disimular el hecho de que muchos hombres no nos enteramos de lo que pasa a nuestro alrededor.
En cualquier caso, con esta obra, la diversión está asegurada y su lectura apunta a algunos temas que valdría la pena que los psicólogos y sociólogos se tomasen en serio. Un clásico del género humorístico de EE. UU. escrito por un autor que se convirtió en habitual en The New Yorker. Si queréis reíros un rato, no lo dudéis: éste es vuestro libro.
Hay dos versiones cinematográficas estadounidenses del relato que da título al libro: una dirigida por Norman Z. McLeod en 1947 y otra de 2013, dirigida y protagonizada por Ben Stiller. Las dos, comedias con las que pasar un buen rato. Por otro lado, la traducción del inglés, correcta e impecable, es obra de la argentina Celia Filipetto, una mujer con más de 300 traducciones a las espaldas, que ganó en 2023 el Premio Nacional a la Obra de un Traductor.
James Thurber (Columbus, 1894-1961) fue un escritor y humorista gráfico estadounidense. Su padre, un oficinista que saltaba de un empleo a otro, y su madre, una mujer con un gran sentido del humor y una bromista infatigable —una vez simuló estar paralítica para asistir a un oficio de un predicador y fingirse curada—, influyeron notablemente en su carrera como humorista.
Cuando tenía 7 años, jugando a Guillermo Tell con uno de sus hermanos perdió un ojo de un flechazo. Se convirtió en un niño retraído que no podía practicar deportes y se refugió en los libros y en su imaginación. Estudió en la Universidad Estatal de Ohio, pero no pudo graduarse por sus problemas de visión. Fue secretario en el Departamento de Estado de EE. UU., reportero para el The Columbus Dispatch y colaborador en varios diarios, hasta que llegó a The New Yorker.
En esa publicación inició una brillante carrera como dibujante y humorista a los 36 años, gracias a que un compañero rescató de la papelera uno de sus dibujos, se los levó al director y acabó siendo publicado. Diseñó portadas, publicó historietas, escribió relatos... hasta que falleció de una trombosis a los 66 años.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.


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