Título: Corte de corteza
Autor: Daniel Sueiro
Páginas: 384 pág.
Editorial: Salto de Página
Precio: 23 euros
Año de edición: 2012
«Corte de corteza» (1969) de Daniel Sueiro es un curioso ejemplo de novela española de ciencia ficción con ciertos rasgos experimentales. Si bien hoy está bastante olvidada, creo que merece ser rescatada, aunque solo sea por su originalidad. Sueiro fue un buen escritor realista, pero en esta novela incluyó la crítica social dentro de un extraño relato de anticipación casi profético. El libro fue bien recibido en su momento por la crítica y recibió el premio Alfaguara. En 2012 fue reeditado por la editorial Salto de Página con un interesante prólogo de Fernando Ángel Moreno.
En los años 60 la narrativa española se fue adentrando en la experimentación preconizada por Luis Martín Santos en su memorable «Tiempo de silencio» (1962). El realismo lineal se consideró superado, se buscaron nuevas formas expresivas. Novelas como «Señas de identidad» (1966) de Juan Goytisolo, la impenetrable «Volverás a región» (1967) de Juan Benet, la celiana «San Camilo 1936» (1969) o la insólita «Parábola del náufrago» (1969) de Miguel Delibes propusieron una nueva manera de contar alejada de un naturalismo que limitaba la imaginación creadora. Se dejaron sentir las influencias del boom latinoamericano, la nueva novela francesa o la cultura popular (música, cine, cómics). Podría decirse que el desarrollismo alcanzó también a la literatura española. De las viejas ciudades dormidas se pasó a la psicodelia. De los rebaños de ovejas al seiscientos. De la boina al casco de astronauta. De la caspa al polvo de estrellas.
Pues bien, esta novela comparte ese espíritu innovador, pero dentro de un género hasta hace poco tiempo no demasiado cultivado en España: la ciencia ficción. Ciertamente, nuestro país tiene algunos entrañables precedentes como «El anacronópete» (1887) de Enrique Gaspar y Rimbau, cónsul de carrera y zarzuelista, que se adelantó en unos años a Wells al proponer viajes por el tiempo, o los divertidos «Cuentosde vacaciones» (1905) de don Santiago Ramón y Cajal, subtitulados «narraciones pseudocientíficas». Más cerca de nosotros, conviene recordar «La bomba increíble» (1950) del gran poeta Pedro Salinas, la nada desdeñable novela de Tomás Salvador «La nave» (1959) o los estupendos cuentos escritos por Juan G. Atienza, Domingo Santos y Eduardo Goligorsky. A esa tradición fantástica pertenece «Corte de corteza».
Las novelas de anticipación hablan más del presente que del futuro. En este caso, nos encontramos con un mundo tecnológicamente avanzado, cruel e inhumano. Un imperio depredador, fácilmente identificable con los EE. UU., se dedica alegremente a destruir el planeta con el subterfugio de llevar la libertad. Se suceden guerras, matanzas y catástrofes medioambientales. En el imperio se levantan rutilantes ciudades de acero y cristal crecientemente automatizadas. La ciencia avanza, la técnica se desvía hacia el control del hombre y un hedonismo entre cínico y aburrido arraiga entre los acomodados. Mientras tanto, el resto de la humanidad se va al cuerno. El progreso implica un control creciente de los individuos. El totalitarismo acecha con la máscara del bienestar y el acuerdo consensuado. A los hombres se les puede condicionar como si fueran cobayas. Después de todo, «el mundo es un gran laboratorio, y la vida se crea en él».
La cirugía avanza que es un primor. De hecho, se inventa un nuevo tipo de hombre mediante experimentaciones médicas y genéticas. El argumento de la novela es sencillo: un individuo con un tumor cerebral va a morir irremediablemente. Otro sujeto con un disparo en el vientre también está desahuciado. Pero, ¿qué pasaría si trasplantamos el cerebro del segundo al cuerpo del primero? Pues que tendríamos un sujeto joven con una mente brillante. Entonces se plantea el problema de la identidad: si la conciencia reside en el cerebro, ¿Cómo aceptará un cuerpo ajeno? ¿Qué clase de hombre aparecerá? ¿Estaremos ante un nuevo monstruo de Frankenstein? ¿Podrá vivir y reconocerse a sí mismo como si nada? Ser o no ser, he ahí el problema.
En mi opinión, Sueiro no desarrolla este atractivo argumento tan bien como debiera, perdiéndose en numerosas digresiones, interesantes, sí, pero que nos apartan del meollo del asunto. No obstante, esta novela imperfecta y fascinante merece un lugar de honor en la ciencia ficción española, aunque solo sea por su espléndido estilo literario, que nunca decae. Ahí va una prueba:
«Por todos lados nos empujan, nos cercan las grandes oficinas del National Bank, del Nuevo Hotel, de la Rifle Association, de la General de Cigarrillos, de la Central de Explosivos, del Atomic Marketing, de la Electrónica & Co.,del Tourist Building, de la Policía del Estado, de la Internacional de Detergentes, de los Publicitarios Reunidos, de la Mierda en Bote y de su puta madre, pero mientras tengamos un puño, mientras tengamos un cerebro, mientras nos concedan un voto, mientras nos vendan un cuchillo, o finalmente en tanto guardemos una llave y un par de tubos regulares de cualquier droga o barbitúrico, ambos llenos de cápsulas, de pastillas o píldoras, defenderemos nuestra plaza, nuestros cuatro metros cúbicos de aire, nuestra soledad y al fin nuestro desprecio y nuestro último respiro, aun sabiendo que a cada minuto se va empequeñeciendo y haciendo más difícil su custodia y su independencia».
Daniel Sueiro (1931-1986) fue un escritor y periodista español nacido en la parroquia de Ribasar, en La Coruña. Su padre era maestro. Daniel se fue a Madrid para estudiar derecho, pero dejó colgada la carrera para dedicarse al periodismo. Trabajó en los diarios Arriba y Pueblo, y en la Agencia Efe. Sus primeras novelas fueron prohibidas por la censura y debieron ser publicadas en México. Su magnífico libro de cuentos «Los conspiradores» (1958) recibió al año siguiente el Premio Nacional de Literatura. Sus novelas y relatos se encuadran dentro del realismo social, con títulos tan atractivos como «La noche más caliente» (1965).
Otras facetas de este autor fueron las de ensayista y periodista. Son ya clásicos sus atractivos ensayos sobre la pena de muerte y los verdugos españoles, que inspiraron la gran película «Queridísimos verdugos» (1977) de Basilio Martín Patino, su estudio pionero sobre el Valle de los Caídos o su crónica del franquismo escrita en colaboración con el catedrático Bernardo Díaz Nosty. También escribió varios guiones cinematográficos. Daniel Sueiro falleció prematuramente con tan solo 54 años.
Publicado por Alberto.
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