domingo, 18 de febrero de 2024

En Diómedes libros de Jorge Artola

Todas las librerías son sitios especiales, pero hay en Montevideo un lugar realmente peculiar y encantador, un rincón singular que merece la pena visitar. Se llama Diómedes Libros y está situado en el barrio Parque Rodó, en el Bulevar España, 2129. Se llama así en honor del héroe griego, el esforzado Diómedes, guerrero valiente e incansable, que aparece en varios pasajes de la Ilíada y fue capaz de herir y poner en fuga al mismísimo Ares, el dios de la guerra.

Se trata de una pequeña librería de segunda mano, que abrió justo cuando se reinstauró la democracia en Uruguay. En un reducido espacio ofrece más de 50.000 libros acumulados en pilas inestables, verdaderas montañas de páginas que forman un laberinto de papel en el que el cliente corre el riesgo de perderse o de quedar sepultado tras una súbita avalancha de letras. Cada vez atesora más y más libros, abre hasta altas horas todos los días del año, tiene también un videoclub de películas muy selectas y durante la pandemia de coronavirus, repartía bolsas de comida dos días a la semana a quien las necesitase.

Está regentada por Jorge Artola, un tipo gentil y sagaz, que se acuerda de lo que tiene y dónde está cada cosa, aunque parezca mentira, que te aconseja, te asesora y si te descuidas te da una conferencia improvisada sobre el libro que buscas.

Jorge Artola, el librero de Diómedes libros

Su vida parece en sí misma una novela de Dickens y su conversación resulta culta y deliciosa. Tuvo una larga enfermedad siendo niño que le impidió ir al colegio; después de tres operaciones creyeron que no sobreviviría y quedó tan debilitado que casi no podía moverse. En su reclusión, le tomó gusto a la lectura y, puesto que le gustaba leer, lo médicos dijeron «Que al menos lea, el pobre chico». Tuvo la ocurrencia de no morirse. A los 10 años, dormía con la Ilíada en la cama, a los 11, con Guerra y paz y a los 12, con Los miserables.  

«Los libros eran vistos en mi familia como algo sagrado, como la puerta hacia otros mundos, la puerta a la libertad. Yo soy heredero de esa tradición». Siendo adolescente y yendo ya al instituto, se gastaba todo el dinero en libros, leía incluso en clase, hasta que un profesor le enseñó cómo hacerse un carnet de la Biblioteca Nacional. Allí se pasó un verano entero junto a tres amigos, leyendo sin parar. Eran los años de la dictadura, pero la censura se olvidó de expurgar los fondos de la biblioteca y allí se encontraba de todo. Empezó a trabajar como contable, pero intentó formar un sindicato y lo despidieron de manera fulminante. Entonces, como tenía muchos libros en casa, empezó a venderlos en una vieja villa, Villa Biarritz, en la que había un mercadillo clandestino de material prohibido. Pasó por varios negocios, todos relacionados con los libros y vivió mil peripecias en una cafetería-librería, un patio de actividades culturales, con libros claro, varios locales y finalmente, esta estupenda librería cuyo nombre no está elegido en vano. Jorge dice que «En la Ilíada, Diómedes es el general más joven del ejército griego, que junto con Néstor, el más viejo, eran los que mantenían la calma en tiempos de crisis. Pero además es el protegido de Palas Atenea, la diosa que regía la cultura, cuyo favor gana por su tesón y perseverancia. La cultura y el tesón sirven para algo, esa es la idea: la perseverancia de la lucha por lo cultural».

Cuando le hablan de los libros electrónicos, él recuerda la experiencia sensorial que acompaña a la lectura del papel. Jorge Artola, que tuvo entre sus manos la primera edición de España, aparta de mí ese cáliz, de César Vallejo, hecha con las camisas y banderas de los republicanos, a falta de papel, aclara: «No hay Kindle que te pase esa emoción. Es una sensación física, emocional, de conexión que no sé qué otro objeto te puede pasar».

Para más información, véase este reportaje, el usuario de Facebook de la librería o este vídeo:

 

(Información extraída de Montevideo Portal).

Publicado por Antonio F. Rodríguez.

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