Título: El enigma del regreso Autor: Dany Laferrière
Páginas: 320
Editorial: Alianza
Precio: 17,48 euros
Año de edición: 2012
Que los escritores escriben para entender el mundo y quizás también para entenderse es lo que percibimos con claridad al leer este relato autobiográfico, en el que no parece haber más ficción que la que el autor pueda concederse como licencia poética al escribir una parte importante de la narración de su vida en verso libre.
La noticia de la muerte del padre del autor comienza este relato, que es un reencuentro con su país de nacimiento, Haití, del que se exilió a los 23 años, y a la vez un viaje al interior de sí mismo para encontrar el lugar en el que ubicarse, en el que reconocerse y quizás, anclarse.
El viaje, motivado por ser él quien dé la noticia a su madre, se convertirá enseguida en un camino a sus orígenes y a sí mismo. En ello es de especial relevancia el encuentro con su madre, ya mayor, y su hermana, con las que, aunque el gran amor que se tienen es inamovible, es preciso asumir sin drama la falta de la cotidianidad, de «no saberse» de «no contarse», no en vano lleva cuarenta años exiliado. Este hecho que, a partir de un momento determinado, nos ocurre a todos como hijos y como padres, parece que reviste mayor importancia en un país donde, según nos cuenta, la calle es el mejor medio de comunicación, aunque su capital, Puerto Príncipe, tenga más de un millón de habitantes. Al parecer, ocurre como en los pueblos pequeños, donde siempre alguien te ve y te escucha, y todo se habla y se comenta en la calle.
Es interesante la relación con su sobrino, a quien en realidad no conoce, un joven que quiere también marchar al extranjero y que ve al tío como un referente, un guía, papel que no asumirá el escritor porque cree firmemente que cada cual debe decidir qué hacer y dónde, sin seguir consejos de otros, sino construyéndose su propio criterio.
La amistad es tema inexcusable en un recorrido como este y nos muestra también la distancia que se ha ido acrecentando con el paso de los años con quienes eran íntimos y, sin embargo, esa facilidad de vuelta a la comunicación esencial sin necesidad de explicaciones que nos recuerda al «como decíamos ayer».
Y así, mientras va recorriendo su país, redescubriendo su belleza y colorido, nos vamos adentrando en percepciones, sensaciones y sentimientos suyos que, en muchas ocasiones, nos hacen rememorar percepciones, sensaciones y sentimientos nuestros, y lo hace sin llegar nunca a tensar demasiado ese mundo tan íntimo. El verso libre contribuye de manera excelente a lograr ese difícil equilibrio que no desbarata las emociones, y, aunque no sea la fórmula elegida para toda la narración, le permite al autor dar un halo poético de belleza a toda la lectura que admiramos y agradecemos. Importante labor la de sus traductores, Íñigo Sánchez Paños y Elena-Mi Cano.
Es curioso porque, aunque su vida y la nuestra no tienen nada que ver, la implicación al leerlo se va acrecentando a medida que nos sumergimos en las páginas del libro. Eso ocurre por la personalidad del escritor, un humanista integral y esencial que, además de ello, contagia el buen humor y la alegría de vivir, lo que es aún más evidente en sus entrevistas.
Concluye con lo que tantas veces dice a los medios, que, aunque se exilió por motivos políticos y realizó multitud de trabajos antes de poder tener una vida acomodada y dedicarse solo a la escritura, se siente privilegiado con respecto a los emigrantes que sufren todo tipo de padecimientos. Por otra parte, si es cierto que el libro es una mirada nostálgica a su pasado, se siente tan agradecido a Montreal que lo acogió y donde vive hace tantos años, que no sufre la ausencia de su país, ni de su cultura de origen. Quizás ese vitalismo que exhala es el que le hace disfrutar de todo lo que va encontrando en su camino.
Finalmente, ese lugar que parece que todos necesitamos como referencia esencial, sea país, ciudad, pueblo o paisaje, para él no es algo tan simple, es un haitiano-canadiense que trabaja en París en lo que reconoce como sustento de sí mismo, de sus pensamientos y su cultura: la lengua francesa. Esas son sus raíces.
Un libro que se goza desde el principio al fin y que nos deja con una serena y estupenda sensación de conocer a alguien que nos gusta.
Dany Laferrière (Port-au-Prince, Haití, 1953) es un escritor con más de una veintena de obras de gran éxito. A los 23 años tuvo que huir de forma apresurada de su país porque acababan de asesinar a un amigo suyo y corría el mismo peligro. A su padre le había ocurrido lo mismo cuando él era apenas un niño.
Publicado por Paloma Martínez.
Genial Paloma. Gracias por transmitirnos tu entusiasmo y las ansias de leer todos los libros que nos comentas..
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