Hace poco he encontrado un interesante artículo que abunda en la idea de lo fácil que es tanto manipular y tergiversar, como malinterpretar los datos estadísticos. Churchill dijo en una ocasión que solo confiaba en las estadísticas que había manipulado él mismo personalmente.
Es sabido que hay muchas formas de hacerlo, por ejemplo seleccionar una muestra sesgada, orientar las respuestas mediante la redacción de las preguntas (por ejemplo, tendemos a responder sí con más facilidad que no, sea cual sea la pregunta), seleccionar el estrato de población que nos es más favorable o segmentar los datos por las unidades que resalten más lo que nos interesa.
Pero lo curioso es lo discutible y subjetivo que puede llegar a ser extraer conclusiones de unos datos estadísticos. Ya reseñamos en este blog «El libro del porqué», que explicaba en detalle cómo la tradición estadística ha evitado identificar causas, cuando hay métodos matemáticos que permiten cuantificar su influencia relativa. Pero ahora, este artículo nos recuerda que es extraordinariamente fácil equivocarse al concluir algo de una estadística. Un texto muy interesante:
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