Título: Partir para contar
Autores: Mahmud Traoré y Bruno Le Dantec
Páginas: 288
Editorial: Pepitas de calabaza
Precio: 21,00
Año: 2014
Este es el relato del viaje que el joven Mahmud Traoré hizo desde su pueblo de Temanto, en La Casamance (Senegal), hasta llegar a España. Traoré, del que no he encontrado más datos que los que aporta él mismo, contó su historia a Sonia Retamero en una conversación grabada. Brunó Le Dantec (1963, Marsella, Francia ) pasó la historia al papel. El libro es conmovedor, emocionante y desmitificador pero no trata de dar lecciones morales ni idealiza la imagen de los migrantes.
El viaje duró tres años y medio, y después de aventuras y desventuras de todo tipo, este joven Ulises entró en España en 2005 tras saltar la valla de Ceuta. Habla de solidaridad, compañerismo, risas y amigos del camino, pero también de maltrato, robos, engaños y abusos. Un migrante que cruza el desierto del Sáhara es la persona más desvalida del mundo, está en manos de los pasadores, de los gendarmes, de todo tipo de mafias y traficantes, de ladrones y esclavistas. Traoré fue devuelto en varias ocasiones por los gendarmes marroquís (a los que denomina «alís») al desierto de Argelia, desde donde tuvo que volver andando. Con estos datos se nos cae el primer mito: para hacer el viaje hay que ser fuerte, sano, espabilado, tener recursos y mucha suerte; una caída o una lesión te cuesta ser abandonado y por tanto la vida. Los migrantes son la mejor juventud, que busca una salida a la dureza y la falta de expectativas del trabajo en el campo y a la presión familiar.
Las personas que emprenden el camino lo hacen por una conjunción de motivos y la pobreza no es el único, no per se. Cruzar media África es muy caro, cuesta miles de euros, que han ahorrado trabajando o consiguen de familiares y amigos El joven que migra muchas veces es la gran esperanza de toda su familia y su pueblo,que le ayudan a costear el viaje en lo que es una inversión comunitaria y ésta es su oportunidad y a la vez su trampa; no puede fracasar, la vuelta es impensable por orgullo, por tozudez y por no defraudar a tanta gente. Si a esto se suma la juventud de los viajeros, que ven el camino como un viaje iniciático y la mentira que sobre occidente se divulga a partir de las imágenes que aparecen en televisión o Internet y que es perpetuada por los que ya llegaron (que presumen de casa, coche y trabajo y ocultan las penurias de su vida en Europa), vemos cómo el círculo se cierra y atrapa al que parte.
El viaje duró tres años y medio, y después de aventuras y desventuras de todo tipo, este joven Ulises entró en España en 2005 tras saltar la valla de Ceuta. Habla de solidaridad, compañerismo, risas y amigos del camino, pero también de maltrato, robos, engaños y abusos. Un migrante que cruza el desierto del Sáhara es la persona más desvalida del mundo, está en manos de los pasadores, de los gendarmes, de todo tipo de mafias y traficantes, de ladrones y esclavistas. Traoré fue devuelto en varias ocasiones por los gendarmes marroquís (a los que denomina «alís») al desierto de Argelia, desde donde tuvo que volver andando. Con estos datos se nos cae el primer mito: para hacer el viaje hay que ser fuerte, sano, espabilado, tener recursos y mucha suerte; una caída o una lesión te cuesta ser abandonado y por tanto la vida. Los migrantes son la mejor juventud, que busca una salida a la dureza y la falta de expectativas del trabajo en el campo y a la presión familiar.
Las personas que emprenden el camino lo hacen por una conjunción de motivos y la pobreza no es el único, no per se. Cruzar media África es muy caro, cuesta miles de euros, que han ahorrado trabajando o consiguen de familiares y amigos El joven que migra muchas veces es la gran esperanza de toda su familia y su pueblo,que le ayudan a costear el viaje en lo que es una inversión comunitaria y ésta es su oportunidad y a la vez su trampa; no puede fracasar, la vuelta es impensable por orgullo, por tozudez y por no defraudar a tanta gente. Si a esto se suma la juventud de los viajeros, que ven el camino como un viaje iniciático y la mentira que sobre occidente se divulga a partir de las imágenes que aparecen en televisión o Internet y que es perpetuada por los que ya llegaron (que presumen de casa, coche y trabajo y ocultan las penurias de su vida en Europa), vemos cómo el círculo se cierra y atrapa al que parte.
Traoré va describiendo peculariedades de los diversos países que atraviesa y de sus compañeros de camino a la vez que descubre que la frontera es un inmenso negocio y no un muro impenetrable sino un filtro de entrada, un lugar de selección sometido al mercadeo politico y económico.
Nos muestra cómo los emigrantes forman una sociedad paralela, sin papeles ni seguros, al margen de la legalidad, pero cómo la diplomacia de sus países de origen determina el trato que las diferentes nacionalidades van recibiendo en el camino. Describe toda una red de infraestructuras que favorecen el viaje: las casas nacionales para las distintas comunidades, la organización de la comidas, la estancia y el negocio.
Un libro asombroso que recomiendo para conocer desde dentro el viaje y entender qué mueve a tantas personas a arriesgar su vida.
Cruzar el Mediterráneo no es ya una odisea solo de subsaharianos, actualmente, la mayoría de las personas que pasan son refugiados políticos que vienes sobre todo de Siria y tambíen de Eritrea, Somalia y Malí. Además se aprecia una feminización de la migración (mujeres que huyen de matrimonios forzosos o de la ablación ) y el endurecimiento de las condiciones de tránsito desde la llamada primavera árabe. Traoré, con su viaje, nos incita a recordar a las miles de persona que mueren en el Mediterráneo, en la tumba frontera intentando conseguir un porvenir mejor.
Mahmud Traoré y Bruno Le Dantec (foto: El Confidencial)
Publicado por Pilar Saavedra.
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