viernes, 11 de noviembre de 2022

Muertes de perro - Francisco Ayala

 

Título: Muertes de perro                                                                                                    Autor: Francisco Ayala

Páginas: 288 pág.

Editorial: Cátedra

Precio: 12,50 euros

Año de edición: 2006

«Muertes de perro» (1958) cuenta la decadencia de una dictadura latinoamericana. La novela del dictador se remonta al «Tirano Banderas» (1926) valleinclanesco, aunque pueden rastrearse antecedentes en el excepcional «Facundo» (1845) de Domingo Faustino Sarmiento: el caudillo, el hombre fuerte que es casi una fuerza de la naturaleza, el forjador de la patria. En esta novela aparecen personajes y situaciones arquetípicas: un rudo y astuto tirano llamado Antón Bocanegra, un confuso magnicidio, mujeres ambiciosas y ardientes, ministros patéticos que parecen sacados de una zarzuela tropical, un eximio poeta que trata de remedar a Rubén Darío entonando las glorias de la patria, conjuras, corrupción, hijos ilegítimos, asesinatos, discursos altisonantes, revueltas multicolores, espiritismo y hasta una castración. Un laberinto de pasiones bajo un sol de fuego que enloquece a los personajes. 

Con estos mimbres tradicionales, Francisco Ayala teje una novela que destaca por la originalidad de su perspectiva narrativa. El argumento se articula a partir de las memorias inéditas del secretario del dictador, Teodoro Requena, que han llegado a las manos de Pinedo, celoso cronista que quiere reconstruir la desintegración y caída de la tiranía de Bocanegra. Estamos por lo tanto ante la tradición cervantina del manuscrito encontrado. Pero las miradas al pasado son plurales, contrapuestas y tamizadas por conveniencias personales o deseos de autojustificación.  

De esta forma, «Muertes de perro» rompe con la narrativa lineal tradicional. Se trata de una ágil novela perspectivista, lo que no debería extrañar en un intelectual como Francisco Ayala, discípulo de Ortega y Gasset. Nunca sabremos exactamente lo que sucedió, cómo fue la trama completa de las decisiones que llevaron al desastre en esa pequeña y atormentada república. El tortuoso devenir de unas personas ciegas a todo lo que no sea su ambición se muestra a través de testimonios compilados y analizados por mano ajena. 

¿Dónde está la verdad? La Historia es un árbol de historias y en «Muertes de perro» cada pequeña historia supone una peripecia individual con un final por lo común trágico. Como bien se dice, «cada uno es responsable de su propia tragedia». Lo personal lleva por fuerza a lo anecdótico. Las anécdotas dicen más de la época que cien discursos (ejemplo: una patada arreada a un perro insolente por un ministro durante una solemne ceremonia nacional). 

Ayala fue un destacado sociólogo. En la novela se presta especial atención a los mecanismos propios del poder en una autocracia. Lo esencial es la cercanía al dictador: la fuente de donde manan las decisiones que tienen una fuerza irresistible. Quien está a su sombra adquiere por ósmosis una parte del poder y carisma del tirano, convirtiéndose en un instrumento más de opresión. 

El problema se plantea cuando algunos quieren desplazar a su antiguo amo y señor. En un régimen personalista y corrupto alcanzar el bastón presidencial conlleva forzosamente una sucesión de intrigas en donde se mezcla lo político con lo personal. Naturalmente, los revolucionarios de hoy serán los conservadores del mañana. También Antón Bocanegra comenzó siendo un demagogo que prometía el cielo en la Tierra a los desarrapados. Agarrado al timón, rápidamente se olvidó de falsas rebeldías. Marcó el rumbo a seguir para todos los ambiciosos ebrios de poder. 

Si el poder corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente. Con esta sentencia de Lord Acton podría resumirse el significado de este excelente libro. El poder destruye a aquellos que lo ejercen sin control. Sangre llama a sangre. Las consecuencias de la violencia son semejantes a un devastador incendio que todo lo aniquila a su paso. Caen revueltos justos con pecadores. Las muertes son indignas, brutales y sórdidas. Muertes de perro. Los oropeles que simbolizan la autoridad desaparecen. Queda entonces el poder desnudo, exento y anegado en sangre. Degradados a una condición salvaje, los hombres se disputan a mordiscos los despojos del mando.  

En definitiva, el autor maneja con destreza un enredo del que podemos vislumbrar el sentido a través de los diferentes puntos de vista de algunos de sus responsables. La novela es poliédrica, deja libre la intuición del lector para que encaje de otra forma las piezas que se le ofrecen. Al final, lo que propone Ayala es considerar la gran cesura que existe entre vivir la historia y contarla una vez pasada la tormenta. Lo primero es verde como la vida (o rojo como la sangre). Lo segundo, gris y burocrático: dar vida artificial al pasado muerto. 

Al cronista Pinedo el pasado se le escapa a pesar de su afán por reunir fuentes y documentos. Escribir la historia es traducir el pasado al presente, labor esforzada y llena de trampas. Los testimonios son subjetivos; el esfuerzo de analizarlos y ponerlos en orden no es menos arbitrario. La narración del pasado se convierte en una escritura interesada en donde no existe ninguna verdad absoluta. Todo es relativo, cambiante y sometido a nuevos escrutinios. La historia de la caída de Antón Bocanegra nunca podrá ser contada por completo. No existe historia definitiva. La mejor historia sigue siendo la novela, que da su parte a la imaginación. Lo más interesante de la historia es su narración, la manera de contarla, lo que tiene de ficción. 

Por esa razón, «Muertes de perro» se sitúa en la intersección entre la historia y la novela. Es un juego de muñecas rusas: el novelista crea los personajes; los personajes investigan el pasado; pero el pasado se escapa entre los intersticios que dejan las fuentes. Al principio y al final solo queda la imaginación soberana del novelista.   

Francisco Ayala

Francisco Ayala (1906-2009) es uno de los más longevos e importantes escritores españoles del siglo XX. Granadino de familia culta y liberal, desde muy joven fue catedrático de derecho político, a la vez que comenzaba a publicar sus primeros trabajos literarios, afines a la literatura deshumanizada preconizada por Ortega y Gasset. Liberal progresista, se afilió a Izquierda Republicana, el partido de Azaña. Durante la Guerra civil española apoyó sin reservas a los republicanos. Su padre y varios de sus hermanos fueron asesinados por los franquistas. 

Después de 1936, Francisco Ayala vivió un largo exilio que le llevó a Argentina, Puerto Rico y EE. UU. En 1960 regresó por primera vez a España. Miembro de la Real Academia de la Lengua, ha recibido numerosos premios por su trayectoria literaria. Entre su obra destacan las novelas «Muertes de perro» (1958) y «El fondo del vaso» (1962). También es autor de varios volúmenes de cuentos, entre los que destacan los excepcionales relatos reunidos en «Los usurpadores» (1949) o «La cabeza del cordero» (1949). Escribió asimismo numerosos ensayos sobre asuntos sociológicos, políticos y literarios. Autor de gran categoría intelectual y moral, don Francisco Ayala falleció con 103 años. Su autobiografía «Recuerdos y olvidos» es un libro magnífico y de lectura imprescindible para entender al autor y su época. 

Publicado por Alberto.

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