domingo, 13 de noviembre de 2022

Rafael Cadenas, Premio Cervantes 2022

 

El poeta venezolano Rafael Cadenas (Barquisimeto, 1930) ha sido galardonado a sus 92 años con el Premio Cervantes 2022.

Desde muy joven se dedicó a la poesía y se afilió al Partido Comunista de Venezuela, lo que le costó ser encarcelado por el gobierno del dictador Marcos Pérez Jiménez y el exilio en la isla de Trinidad. Después de su regreso a Caracas, formó parte del grupo literario y debate político «Tabla redonda». Es profesor jubilado de la Universidad Central de Venezuela

Dotado de una refinada sensibilidad, su poesía realiza una profundo análisis de la realidad a través de la lírica, con tintes filosóficos que le hacen comparable a autores como  Hölderlin, Rilke y Gorostiza.  Sus poemas transportan al lector a un mundo mágico desde el que se reflexiona sobre las claves de la existencia humana.

Ha sido galardonado con una larga lista de premios internacionales, como el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, el Premio de Poesía Federico García Lorca, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y ahora, el Premio Cervantes por «la trascendencia de un creador que ha hecho de la poesía un motivo de su propia existencia y la ha llevado hasta alturas de excelencia en nuestra lengua».

Aquí tenemos algunos ejemplos de su poesía:

 

Una isla (1958)

Si el poema no nace, pero es real tu vida,

eres su encarnación.

Habitas

en su sombra inconquistable.

Te acompaña

diamante incumplido.

 

Derrota (1963)

Yo que no he tenido nunca un oficio

que ante todo competidor me he sentido débil

que perdí los mejores títulos para la vida

que apenas llego a un sitio ya quiero irme (creyendo que mudarme es una solución)

que he sido negado anticipadamente y escarnecido por los más aptos

que me arrimo a las paredes para no caer del todo

que soy objeto de risa para mí mismo

que creí que mi padre era eterno

que he sido humillado por profesores de literatura

que un día pregunté en qué podía ayudar y la respuesta fue una risotada

que no podré nunca formar un hogar, ni ser brillante, ni triunfar en la vida

que he sido abandonado por muchas personas porque casi no hablo

que tengo vergüenza por actos que no he cometido

que poco me ha faltado para echar a correr por la calle

que he perdido un centro que nunca tuve

que me he vuelto el hazmerreír de mucha gente por vivir en el limbo

que no encontraré nunca quién me soporte

que fui preterido en aras de personas más miserables que yo

que seguiré toda la vida así y que el año entrante seré muchas veces más burlado en mi ridícula ambición

que estoy cansado de recibir consejos de otros más aletargados que yo

(«Ud. es muy quedado, avíspese despierte»)

que nunca podré viajar a la India

que he recibido favores sin dar nada a cambio

que ando por la ciudad de un lado a otro como una pluma

que me dejo llevar por los otros

que no tengo personalidad ni quiero tenerla

que todo el día tapo mi rebelión

que no me he ido a las guerrillas

que no he hecho nada por mi pueblo

que no soy de las FALN y me desespero por todas esas cosas y por otras

cuya enumeración sería interminable

que no puedo salir de mi prisión

que he sido dado de baja en todas partes por inútil

que en realidad no he podido casarme ni ir a París ni tener un día sereno

que me niego a reconocer los hechos

que siempre babeo sobre mi historia

que soy imbécil y más que imbécil de nacimiento

que perdí el hilo del discurso que se ejecutaba en mí y no he podido encontrarlo

que no lloro cuando siento deseos de hacerlo

que llego tarde a todo

que he sido arruinado por tantas marchas y contramarchas

que ansío la inmovilidad perfecta y la prisa impecable

que no soy lo que soy ni lo que no soy

que a pesar de todo tengo un orgullo satánico aunque a ciertas horas

haya sido humilde hasta igualarme a las piedras

que he vivido quince años en el mismo círculo

que me creí predestinado para algo fuera de lo común y nada he logrado

que nunca usaré corbata

que no encuentro mi cuerpo

que he percibido por relámpagos mi falsedad y no he podido derribarme,

barrer todo y crear de mi indolencia, mi flotación,

mi extravío una frescura nueva, y obstinadamente

me suicido al alcance de la mano

me levantaré del suelo más ridículo todavía para seguir burlándome de los otros

y de mí hasta el día del juicio final.

 

El que es (1966)

Si alguien me toca, sólo me toca a mí, a ese mí orgulloso, ese mí que no deja franquear su claustro, y no a ese otro alguien, informe, vasto, neutro, que hace gestiones en la oscuridad.

Herirás al que puedes herir, a que no importa defender, al que no es nada.

No lastimarás a nadie, lastimarás a ese nadie que me cierra el paso.

No temas. Sufre mi guardián. El que debe desprenderse como fruto que he cultivado, usé y abandono.

El otro, oscuro, humilde y quieto, no necesita protección.

No será tocado ni herido. Ni padece ni se queja.

No será destruido.

 

Amante (1983)

Eludías

el encuentro

con el tú

magnífico,

el que te toma

y te anula como tempestad

y de ti arranca al que busca.

 

Las paces (1988)

Lleguemos a un acuerdo, poema.

Ya no te forzaré a decir lo que no quieres

ni tú te resistirás tanto a lo que deseo.

Hemos forcejeado mucho.

¿Para qué este empeño en hacerte a mi imagen

cuando sabes cosas que no sospecho?

Líbrate ya de mí.

Huye sin mirar atrás.

Sálvate antes que sea tarde.

Pues siempre me rebasas,

sabes decir lo que te impulsa

y yo no,

porque eres más que tú mismo

y yo sólo soy el que trata de reconocerse en ti.

Tengo la extensión de mi deseo

y tú no tienes ninguno,

sólo avanzas hacia donde te diriges

sin mirar la mano que mueves

y cree poseerte cuando te siente brotar de ella

como una sustancia que

se erige.

Imponle tu curso al que escribe, él

sólo sabe ocultarse,

cubrir la novedad, empobrecerse.

Lo que muestra es una reiteración

cansada.

Poema,

apártame de ti.

 

Publicado por Antonio F. Rodríguez.

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