domingo, 2 de diciembre de 2018

La poesía de Ida Vitale


Ida Vitale (Montevideo, 1924) es una poeta, ensayista, traductora y crítica uruguaya, que ha obtenido recientemente el Premio Cervantes 2018.

Forma parte de la cuarta generación de inmigrantes italianos en Uruguay y creció en una familia culta e intelectual. Estudió Humanidades y fué profesora de literatura hasta que la dictadura la obligó a exiliarse en 1975. Vivió en México hasta 1984, conoció a Octavio Paz, que la introdujo en los círculos literarios. Dirigió revistas literarias, publicó poesía, enseñó literatura... hasta que volvió a su querido Uruguay.

En 1989 se instaló en Austin (Texas) junto a su segundo marido, el poeta Enrique Fierro. Fue nombrada doctora honoris causa por la Universidad de la República en 2010. En Texas permaneció 30 años hasta que en 2016 enviudó y decidió regresar a Montevideo donde reside en la actualidad. Está considerada como una de las grandes poetas en español del siglo XX.

Como muestra de su poesía, aquí os traigo algunos ejemplos:

 
De un fulgor a otro

Quizás no se deba ir más lejos.
Aventurarse quizás apenas sea
desventurarse más,
alejarse un atroz infinito
del sueño al que accedemos
para irisar la vida,
como el juego de luces que encendía,
en la infancia,
el prisma de cristal,
el lago de tristeza, ciertas islas.
Sí, entre biseles citados los colores,
un fulgor anidaba sobre otro
-seda y deslumbramiento
el margen del espejo-
y aquello también era un espectro,
sabido, exacto. Centelleos ajenos
en un mundo apagado.
Como un canto sin un cuerpo visible,
un reflejo del sol creaba
una cascada un río una floresta
entre paredes áridas.
Sí, no vayamos más lejos,
quedemos junto al pájaro humilde
que tiene nido entre la buganvilia
y de cerca vigila.
Más allá sé que empieza lo sórdido,
la codicia, el estrago.


Mariposa, poema

En el aire estaba
impreciso, tenue, el poema.
Imprecisa también
llegó la mariposa nocturna,
ni hermosa ni agorera,
a perderse entre biombos de papeles.
La deshilada, débil cinta de palabras
se disipó con ella.
¿Volverán ambas?
Quizás, en un momento de la noche,
cuando ya no quiera escribir
algo más agorero acaso
que esa escondida mariposa
que evita la luz,
como las Dichas.
 


Fortuna 

Por años, disfrutar del error
y de su enmienda,
haber podido hablar, caminar libre,
no existir mutilada,
no entrar o sí en iglesias,
leer, oír la música querida,
ser en la noche un ser como en el día.
No ser casada en un negocio,
Medida en cabras,
Sufrir gobierno de parientes
o legal lapidación.
No desfilar ya nunca
y no admitir palabras
que pongan en la sangre
limaduras de hierro.
Descubrir por ti misma
otro ser no previsto
en el puente de la mirada.
Ser humano y mujer, ni más ni menos.


Patrimonio

Sólo tendremos lo que hayamos dado.
¿Y qué con lo ofrecido y no aceptado,
qué con aquello que el desdén reduce
a vana voz, sin más,
ardiente ántrax que crece,
desatendido, adentro?

La villanía del tiempo,
el hábito sinuoso
del tolerar paciente,
difiere frágiles derechos,
ofrece minas, socavones, grutas:
oscuridad apenas para apartar
          vagos errores-

El clamor, letra a letra,
del discurso agorero
no disipa ninguna duda;
hace mucho que sabes:
          ninguna duda te protege.


Publicado por Antonio F. Rodríguez.

2 comentarios:

  1. Hola, gracias por compartir los poemas. Trataré de conseguir un poemario. Hace rato que no leo poesía y me dieron ganas. Besos y buenas lecturas

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