Título: Yo soy una antología
Autor: Fernando Pessoa
Páginas: 526
Editorial: Pre-Textos
Precio: 7,55 euros
Año de edición: 2018
Este curiosísimo libro es en realidad una verdadera antología de 136 actores ficticios (heterónimos), creados con mayor o menor lujo de detalles, que se inventó el poeta portugués Fernando Pessoa a lo largo de su vida. Por cierto, no deja de tener guasa que su apellido signifique en su lengua materna precisamente «persona».
El bueno del señor Persona empezó con su manía de desdoblarse a la tierna edad de seis años, escribiéndose a sí mismo cartas y rimas en francés bajo el nombre de un tal Chavalier de Pas, y a partir de ahí, este hombre se invento nada menos que 202 nombres diferentes para firmar sus escritos, con la particularidad de que detrás de la mayoría construyó todo un personaje, unas veces con más matices que otras, con su personalidad, su sensibilidad y su estilo literario diferenciado, para confusión de lectores y pasmo de críticos. Una verdadera locura.
Consciente de su peculiar pluralidad, el título de esta obra («Yo soy un antología») está tomado de una de sus anotaciones y entre sus papeles se ha encontrado una frase sin fecha en la que dice: «¡Sé plural, como el universo!». Y a fé que hizo todo lo posible por cumplir tan descabellado programa de trabajo.
El volumen se abre con una deliciosa carta equívoca, escrita con 13 años y firmada H. W. M. que, leída de corrido constituye la carta de ruptura que le dirige un pretendiente a una dama y si se leen solo los versos impares se convierte en una apasionada carta de amor. Luego siguen cuentos infantiles y textos varios de Guillaume Lotil, un tal Pip y otros, tomados de un periódico completo que confeccionó con la misma edad, en el que simuló toda una pléyade de colaboradores. Y continúa con una variedad de autores inimaginable, escritores ingleses, portuguesas y franceses, religiosos, poetas, militares, médicos, como el Doctor Antunes, un supuesto psiquiatría con el que se carteó y que estuvo estudiando su caso de desdoblamiento de personalidad, y los tres grandes poetas de la lengua portuguesa, Alberto Caeiro, Álvaro de Campos y Ricardo Reis.
De cada heterónimo se incluye una pequeña nota biográfica, uno o más textos representativos y una reproducción de su firma original, un filón para los grafólogos. Los fragmentos incluidos son de lo más variado, hay mucha poesía, claro, pero también cartas, ensayos sobre la intuición, el exhibicionismo, los proxenetas y otros temas apasionantes.
La obra incluye un prólogo y un epílogo muy atinados, una extensa bibliografía, una pequeña biografía de Pessoa y un número muy razonable de notas, que aclaran lo más importante sin entorpecen la lectura. Hay que felicitar a los responsables de la edición, Jerónimo Pizarro y Patricio Ferrari, por el excelente trabajo realizado y a la editorial Pre-Textos por haber condensado un materia ltan interesante en un pequeño volumen de bolsillo, tan cuidado como manejable.
Un libro maravilloso e increíble, una antología variada y amplia escrita por un solo autor, un caso único de un genio irrepetible que llegó a a escribir: «Apenas sé cuántas almas tengo».
Fernando António Nogueira Pessoa (Lisboa, 1888-1935), más conocido como Fernando Pessoa, fué un poeta y escritor portugués, de enorme talento, paradójico y desconcertante. Siendo uno de los mejores poetas en portugués, comenzó a escribir en inglés, muchas de sus anotaciones las escribía en ese idioma e inglesas fueron sus últimas palabras.
Hijo de un funcionario y crítico musical, nació en una casa situada enfrente de la Ópera de Lisboa. Su padre falleció cuando él tenía cinco años, su madre se volvió a casar con el cónsul portugués en Durban, una ciudad al este de Sudáfrica, y el pequeño Fernando vivió en ese país desde los siete hasta los diecisiete años.
Allí recibió una educación inglesa, fué alumno prodigio y ganó premios de redacción desde muy pequeño. De vuelta a Lisboa fué traductor del inglés al portugués, funcionario y periodista. Quizás el haber cambiado de padre, de idioma y de país a tan temprana edad fomentó el que tuviese múltiples personalidades literarias. Publicó en inglés sus primeros versos, inglesas fueron sus últimas palabras escritas antes de morir (I know not what tomorrow will bring) y siendo muy jovén desconcertó a críticos y eruditos publicando sonetos al estilo de Shakespeare prácticamente indistinguibles de los auténticos..
Cuando murió a los 47 años de tuberculosis, sólo había publicado dos folletos de versos y el libro de poemas «Mensagem» (1934), sin embargo había dejado dispersas por diarios y revistas una notable colección de versos y una obra inédita enorme, en papeles manuscritos casi ilegibles, llenos de correcciones, tachaduras y llamadas, de los que los eruditos todavía extraen de vez en cuando una obra nueva. Casi no publicó en vida, pero después de muerto no para de publicar nuevos libros.
Entendió mejor que nadie las contradicciones de la poesía lírica y nos dejó estos famosos versos:
El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
Que llega a fingir que es dolor
El dolor que de veras siente.
Su vida pareció a muchos un ejemplo de insignificancia y fracaso, la de un oficinista gris, un simple traductor de cartas. Sin embargo consiguió ser todo lo que quería ser en la vida: poeta, filósofo y genio de la literatura universal.
Hijo de un funcionario y crítico musical, nació en una casa situada enfrente de la Ópera de Lisboa. Su padre falleció cuando él tenía cinco años, su madre se volvió a casar con el cónsul portugués en Durban, una ciudad al este de Sudáfrica, y el pequeño Fernando vivió en ese país desde los siete hasta los diecisiete años.
Allí recibió una educación inglesa, fué alumno prodigio y ganó premios de redacción desde muy pequeño. De vuelta a Lisboa fué traductor del inglés al portugués, funcionario y periodista. Quizás el haber cambiado de padre, de idioma y de país a tan temprana edad fomentó el que tuviese múltiples personalidades literarias. Publicó en inglés sus primeros versos, inglesas fueron sus últimas palabras escritas antes de morir (I know not what tomorrow will bring) y siendo muy jovén desconcertó a críticos y eruditos publicando sonetos al estilo de Shakespeare prácticamente indistinguibles de los auténticos..
Cuando murió a los 47 años de tuberculosis, sólo había publicado dos folletos de versos y el libro de poemas «Mensagem» (1934), sin embargo había dejado dispersas por diarios y revistas una notable colección de versos y una obra inédita enorme, en papeles manuscritos casi ilegibles, llenos de correcciones, tachaduras y llamadas, de los que los eruditos todavía extraen de vez en cuando una obra nueva. Casi no publicó en vida, pero después de muerto no para de publicar nuevos libros.
Entendió mejor que nadie las contradicciones de la poesía lírica y nos dejó estos famosos versos:
El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
Que llega a fingir que es dolor
El dolor que de veras siente.
Su vida pareció a muchos un ejemplo de insignificancia y fracaso, la de un oficinista gris, un simple traductor de cartas. Sin embargo consiguió ser todo lo que quería ser en la vida: poeta, filósofo y genio de la literatura universal.
Fernando Pessoa
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
Antonio, qué ganas tengo de leer este libro que comentas y que incitas a su lectura desde que lo ojeé en una librería.
ResponderEliminarHoy Pessoa con las redes tendría cuántas ¿mil personalidaded distintas?.
A ver si los Reyes de estiran y me lo traen estas fiestas.
Un abrazo
Francisco