jueves, 13 de marzo de 2014

Dos mujeres - Gertrudis Gómez de Avellaneda


Título: Dos mujeres
Autora: Gertrudis Gómez de Avellaneda

Páginas: 140

Editorial: Wikisource 

Precio: gratuita

Año de edición: 1842

Acabo de terminar esta novela y he disfrutado una barbaridad. A veces parece que cada libro adopta un rol frente al lector, se comporta como un amigo amable, como un padre severo, como un profesor o como cualquier otra figura. Esta obra me ha dado toda su confianza  y se ha comportado como un amigo de toda la vida, me ha hecho sentir como en mi propia casa.

Es una novela rabiosamente romántica, llena de lágrimas que arrasan corazones, sobre todo en la segunda mitad, de fiebres violentas causadas por sentimientos devastadores, de carruajes que parten al galope para cambiar la vida de los personajes y de caballeros atormentados que se pasan la noche en vela, dando vueltas a su habitación, y escriben cartas al amanecer que le dan un vuelco completo a la trama.

Pero empecemos por el principio. Publicada en 1842, cuenta la historia de un triángulo sentimental, arrebatado y volcánico, formado por un caballero y dos damas que lleva a los tres personajes a las cimas más altas de la pasión y a los abismos más profundos de la desesperación y la desgracia. Tiene dos partes muy diferenciadas. En la primera mitad, la que más me ha gustado, más sosegada y tranquila, se presentan los personajes y la situación de partida, se describe el papel que les asigna la sociedad, con un sentido del humor y una fina ironía que resultan deliciosos, y se esboza con unos cuantos trazos las sociedades sevillana y madrileña de la época.

Se dedica tanta extensión y tanto esfuerzo a explicar y justificar cómo es la vida de Catalina, una llamada «mujer-hombre», que escandaliza tanto por su desconsiderada manía de tener opiniones y polemizar con los varones, como por la libertad con la que lleva una vida de fiestas y coquetería, que se adivina que no es más que un alter ego de la propia Gertrudis.

En la segunda parte, las pasiones se desatan como huracanes capaces de llevar a sus protagonistas al cielo o al infierno, la cosa se pone seria, las alernativas se suceden, hay sorpresas y golpes de efecto a mansalva, y el desenlace no desmerece nada del tono general de la obra. Finalmente, las dos mujeres, que simbolizan dos mundos contrapuestos y son las auténticas protagonistas, quedan en una posición mucho mejor que la del hombre.

Una novela romántica con un punto fatalista, en la que el destino resulta ser inexorable, que reivindica un estatuto de la mujer más justo. Una obra excelente, un clásico injustamente olvidado que vale la pena rescatar. Un libro que no os debéis perder, lleno de frases asombrosamente divertidas, como ésta: «Los extranjeros hacen bien en llamar a España una segunda Turquía». No se puede pedir más.

El texto completo está disponible en este enlace, en la Wikisource.

Gertrudis Gómez de Avellaneda en su juventud

Gertrudis Gómez de Avellaneda (Camagüey, 1814-1873), descendiente de una familia canaria, nació en Cuba cuando era todavía colonia española. A los 22 años dejó la isla con su familia para vivir primero en Burdeos, luego en La Coruña y establecerse definitivamente en Sevilla

Pronto se hizo famosa como poeta y como novelista. Ganó varios premios literarios y su talento estaba fuera de toda duda. Tuvo amores en Sevilla y luego en Madrid atormentados, apasionados y llenos de problemas. Se encontró embarazada, en la capital del reino en pleno siglo XIX. A partir de entonces parece que la desgracia se ceba con ella. Su hija murío a los siete meses, se casó al poco tiempo y su marido falleció en el primer año de matrimonio. 

Gertrudis se recluyó entonces en un convento y presentó su candidatura a la Real Academia Española; fué rechazada simplemente por ser mujer y así se convirtió en un símbolo para feministas y defensores de la igualdad. Volvió a casarse y a enviudar por segunda vez. Regresó a Cuba y fué nombrada poetisa nacional. Volvió al convento y murió cuando tenía sólo 58 años.

Gertrudis Gómez de Avellaneda en 1857

Publicado por Antonio F. Rodríguez.

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