sábado, 16 de agosto de 2025
África se aleja de Occidente - Donato Ndongo
domingo, 9 de marzo de 2025
El Índice de democracia 2024 de la EIU
A finales del mes de febrero se ha publicado el Índice de democracia 2024, elaborado por la Unidad de Inteligencia (EIU) de The Economist. Se trata de un análisis anual de los regímenes políticos de un buen número de países y territorios, 167 en total, realizado desde 2006 con una metodología clara, seria y rigurosa, que se explica en los apéndices del propio informe y que se basa en cinco indicadores:
- Procesos electorales y pluralismo.
- Funcionamiento del gobierno.
- Participación política.
- Cultura política.
- Libertades civiles.
Los países se clasifican en cuatro apartados:
- Democracias plenas: 25. Entre las que están Noruega (número 1), Nueva Zelanda, los países nórdicos, Irlanda, Países Bajos, Luxemburgo, Taiwán, Australia, Canadá, Alemania, Uruguay, Japón, Costa Rica, Mauricio, Estonia, España (la nº 22), Portugal y Grecia, entre otras..
- Democracias defectuosas: 46. Con Francia, Malta, Estados Unidos, Chile, Israel, Bélgica, Botsuana, Cabo Verde, Italia, Polonia, Panamá, Argentina, Brasil, Colombia, Singapur y unas cuantas más, en ese orden.
- Regímenes híbridos: 36. Como, por ejemplo, Perú, México, Ecuador, Hong Kong, Guatemala, Bolivia, Turquía, Nigeria y Angola.
- Sistemas autoritarios: 60, ocho más que hace 10 años. Aquí están, entre otros, Palestina, Rusia, Vietnam, Emiratos Árabes, Cuba, China, Venezuela, Arabia Saudí, Irán y los países menos democráticos son Corea del Norte, Myanmar y Afganistán.
viernes, 28 de febrero de 2025
Derecha e izquierda - Norberto Bobbio
Título: Derecha e izquierda Autor: Norberto Bobbio
Páginas: 240
Editorial: Taurus
Precio: 21,90 euros
Año de edición: 2014
Hay quienes creen que la diferencia entre derecha e izquierda no tiene sentido en un mundo tan plural como el actual. Es demasiado taxativa. Blanco o negro. La gente no es de derechas o de izquierdas, sin matices, ya que existen muchos grises. Incluso se ha especulado sobre el crepúsculo de las ideologías, como hizo Gonzalo Fernández de la Mora en un libro célebre publicado en 1965. Las ideologías serían simplificaciones carentes de rigor intelectual y utilizadas como etiquetas arbitrarias en la demagogia política. Sartre comparaba la distinción entre la izquierda y la derecha con dos cajas vacías. Más agresivo, Ortega y Gasset decía que ser de la derecha, como ser de la izquierda, era una de las infinitas opciones que tenía el hombre de ser un imbécil. Nada menos.
Para el filósofo italiano Norberto Bobbio, la díada izquierda-derecha es perfectamente legítima, tiene sentido, siempre que la entendamos de una manera relativa. El universo político es dicotómico y excluyente. La derecha existe porque existe la izquierda y viceversa. No se puede ser simultáneamente de derecha y de izquierda. Pero entre los extremos aparece un espacio intermedio, un centro, que debe tenerse en cuenta. Entre el día y la noche, indica Bobbio, también está el crepúsculo. Pero el crepúsculo no reduce en lo más mínimo la diferencia entre la noche y el día.
El centro siempre existe en relación con las posiciones a su derecha o a su izquierda. No existe un centro puro, equidistante y etéreo. Lo que existe es el centro derecha y centro izquierda, que son sencillamente las izquierdas y derechas moderadas que se aproximan en ese espacio central. Si se va hacia los extremos, están las derechas e izquierdas radicales, enemigas irreconciliables entre ellas, pero que comparten un idéntico odio contra la democracia. Las izquierdas y las derechas moderadas son democráticas. Solo la moderación es democrática, concluye Bobbio. El extremismo nunca lo es, o lo es por pura táctica, nunca por principio.
Bobbio efectúa este análisis de la topografía política de manera detallada, precisa y con eruditas referencias al debate intelectual. Por hacer un poco de historia, la diferencia moderna entre derecha e izquierda aparece, como se sabe, durante la Revolución Francesa. En la asamblea nacional se sentaban a la derecha del presidente los conservadores y a la izquierda los radicales. Así que el binomio izquierda y derecha ha quedado como una división clásica, constantemente utilizada en las controversias intelectuales, el debate público y el lenguaje popular. Cambian, eso sí, los contenidos. Por ejemplo: en el siglo XIX la izquierda era el liberalismo. Con la aparición del socialismo, la izquierda emigra hacia el colectivismo, y el liberalismo es desplazado hacia la derecha. El contenido de las cajas cambia, pero la distinción permanece. Es clara, simple y útil. Tiene una fuerza indudable.
El autor busca una estrella polar, un criterio orientador, que permita diferenciar izquierda y derecha. Lo encuentra en la idea de igualdad. La izquierda es más igualitaria que la derecha, en el sentido de que destaca más lo que une a los hombres que aquello que les separa (diferencias naturales, sociales, culturales, etc.). Diríamos que la izquierda es universalista, mientras la derecha es particularista. Claro que la tendencia izquierdista hacia la igualdad no es absoluta. El igualitarismo extremado llevaría al totalitarismo de izquierda, al igual que la desigualdad radical conduce al totalitarismo de derecha. Sin duda, la implementación de políticas igualitarias y la consiguiente ampliación del espacio público es típico de la izquierda. La derecha moderada acepta estas medidas a regañadientes. La extrema derecha las rechaza abiertamente. Como se ve, estas aparentes abstracciones están en la raíz de discusiones políticas de rabiosa actualidad.
Finalmente, Bobbio establece cuatro familias ideológicas de acuerdo con los criterios de igualdad y libertad. En la extrema izquierda estarían movimientos políticos como el jacobinismo y el bolchevismo. Son igualitarios y autoritarios. En la izquierda moderada se cuentan la socialdemocracia y el liberalismo social, que defienden la igualdad y la libertad. En la derecha moderada está el conservadurismo liberal. Es democrático, cree en la libertad, pero no igualitario (reconoce únicamente la igualdad ante la ley). En la extrema derecha, aparecen el fascismo, el nazismo y derivados. Son enemigos tanto de la libertad como de la igualdad.
Si bien cualquier clasificación corre el riesgo de no ser completa y simplificar lo que es complejo, la de Bobbio es extremadamente precisa, y llega a ella tras un impecable razonamiento intelectual. Lean este ensayo breve y magistral de uno de los grandes sabios que dio el siglo XX.
Norberto Bobbio (1909-2004) fue un importante jurista y filósofo italiano nacido en Turín. Su familia pertenecía a la alta burguesía. Bobbio estudió derecho y filosofía. Fue fugazmente fascista antes de pasar a la oposición contra Mussolini. Entre 1942 y 1943 estuvo encarcelado. Su ideología liberal y democrática con un matiz socialista ha tenido una gran influencia en el pensamiento político contemporáneo. Bobbio fue durante muchos años catedrático, senador y un crítico implacable del autoritarismo. El profesor Bobbio se consideraba un moderado de izquierdas. Falleció con 94 años en su ciudad natal.
Publicado por Alberto.
viernes, 4 de octubre de 2024
La socialdemocracia - Ludolfo Paramio
Título: La socialdemocracia Autor: Ludolfo Paramio
Páginas: 85
No vive buenos tiempos la socialdemocracia. Pese a los desmanes del capitalismo global, una reciente crisis económica que ha conducido a la pobreza a millones de personas o el exhibicionismo de los ricos, las políticas progresistas son crecientemente rechazadas. Ascenso de la derecha radical: el rechazo de la globalización neoliberal no lleva a la ciudadanía social universal sino al repliegue étnico más insolidario. Los autóctonos no quieren compartir su nación ni su ración con los recién llegados. Claro que la ración disminuye con las políticas de recortes sociales. Es una vuelta atrás: la crisis de la ciudadanía universal es también la crisis de la ciudadanía social. El discurso es monótono, pero eficaz: ¿por qué los ciudadanos debemos pagar servicios públicos si únicamente se aprovechan de ellos «vagos, extranjeros y maleantes»? Corolario: mejor que cada uno se salve por sí mismo. La lógica de la progresiva exclusión social lleva al individualismo más egoísta. Adiós a la sociedad del bienestar (la motosierra de don Javier Gerardo Milei nunca descansa).
El profesor Ludolfo Paramio, destacado intelectual de izquierdas, define brevemente en este ensayo qué es la socialdemocracia, explicando sus orígenes, apogeo y crisis. La socialdemocracia es aquella rama no revolucionaria del movimiento obrero que se remonta al pensamiento de Marx y Engels resumido en El manifiesto comunista (1848). Los partidos socialdemócratas o laboristas tenían desde finales del siglo XIX un objetivo: mejorar las condiciones de vida de la clase obrera mediante la reforma social. Sin violencia revolucionaria. La Segunda Internacional agrupó a los partidos socialdemócratas de matriz marxista desde 1889. Se organizaron potentes sindicatos de clase que negociaban con los patronos mediante la acción colectiva. El final del capitalismo vendría por las buenas.
La Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa acabaron con los sueños pacíficos del socialismo democrático. En Rusia se impuso el socialismo totalitario leninista, pronto conocido como socialismo real o comunismo. Y las trincheras europeas engendraron una especie de socialismo nacional inspirado en valores castrenses: el fascismo. Comunistas y fascistas eran enemigos del capitalismo, además de enemigos mutuos irreconciliables. También eran enemigos de la socialdemocracia.
La socialdemocracia tiene un referente: Suecia. Los socialistas nórdicos organizaron desde los años treinta en ese país un admirable modelo de bienestar social. Respetando monarquía, propiedad privada y capitalismo, los socialdemócratas suecos emprendieron una brillante política económica deudora de Keynes (al igual que el presidente norteamericano F. D. Roosevelt con el New Deal). Sanidad para todos. Educación pública. Pensiones. Seguros. El gasto público sirvió para formar excelentes profesionales y técnicos que impulsaron el extraordinario desarrollo económico sueco. La socialdemocracia respetaba los derechos civiles y políticos heredados del liberalismo, añadiendo numerosos derechos sociales. El modelo sueco fue durante décadas un ejemplo de democracia social.
La época dorada de la socialdemocracia comenzó en 1945 y terminó en los años 70: el consenso keynesiano. Ludolfo Paramio ofrece datos concretos: en esas décadas el crecimiento económico anual de Europa Occidental fue del 3,5 %, se logró el pleno empleo y los ciudadanos consumían como nunca, impulsando así una prosperidad general. Para Ludolfo Paramio, el Estado del bienestar fue el resultado de una alianza entre las clases medias y trabajadoras. En Gran Bretaña los gobiernos laboristas nacionalizaron industrias, mejoraron la cobertura social y ampliaron los derechos de minorías discriminadas. Y es que los derechos sociales siempre acompañan a los derechos civiles y políticos, frente a un neoliberalismo que quiere devolvernos al siglo XIX como si fuera la gran novedad. En el consenso de posguerra influyó sin duda el miedo al comunismo, pero Paramio señala con tino que «el motor del salto hacia el Estado de bienestar fue mucho más un déficit de legitimidad social que el temor al avance de los partidos comunistas o a una hipotética insurrección de estos».
La Crisis del Petróleo a partir de 1973 dinamitó el consenso keynesiano. La estanflación (inflación más estancamiento económico) rompió la alianza histórica entre clases medias y trabajadoras que dio lugar al pacto de la democracia social. Las clases trabajadoras, granero de la socialdemocracia, fueron también cambiando, adquiriendo en algunos casos un estatus de clase media. Los economistas de referencia ya no eran Keynes o Galbraith, sino personajes como Hayek, Mises o Milton Friedman. Su receta era clara, drástica e implacable: menos gasto público, mercados libres autorregulados, valores individualistas y mercantilistas. El neoliberalismo.
Las ideas económicas cambiaron con la rapidez y espectacularidad de un paradigma. Las ideas tienen consecuencias. Margaret Thatcher y Ronald Reagan inauguraron la Revolución Conservadora. El comunismo se murió. Con la globalización económica y el ascenso del capital especulativo y financiero ha aparecido una nueva sociedad hipertecnológica con acceso a ingentes masas de información gracias a la galaxia internet y las redes sociales. Pero el capitalismo sigue sufriendo de crisis económicas cíclicas. La última, entre 2008 y 2013, devastadora. La socialdemocracia, pese a todo, sobrevive, y tiene cosas importantes que proponer: evitar el capitalismo de casino, apostar por la protección social y los ingresos de los trabajadores, defender la tradición liberal de tolerancia y libertades individuales frente a la xenofobia reaccionaria. En una palabra: solidaridad más prosperidad. Esto es lo que defiende Ludolfo Paramio en este excelente e informativo ensayo.
Ludolfo Paramio Rodrigo (1948-2024) fue un periodista, político y sociólogo español nacido en Madrid. Estudió periodismo. También se doctoró en física por la Universidad Autónoma de Madrid. Ludolfo Paramio fue uno de los primeros teóricos del cómic en España, colaborando con la mítica revista Bang!, fundada en 1968. También ocupó cargos de responsabilidad en el PSOE y llegó a dirigir la Fundación PabloIglesias. La obra intelectual de Paramio es muy abundante, desde la publicación en 1971 de Mito e ideología. Teórico de la socialdemocracia, profesor de investigación en el CSIC y socio relevante de la Fundación Ortega-Marañón, el profesor Paramio falleció en su ciudad natal a la edad de 75 años.