Título: Las «locas» de postín y El fuego de Lesbos Autor: Álvaro Retana
Páginas: 176
Año de edición: 2024
Esta novelita publicada hace más de un siglo, en 1919, está todavía llena de frescura, originalidad y todo el encanto de los felices y locos años 30. Lleva como subtítulo «Novela de malas costumbres aristocráticas» y en el prólogo, el autor intenta quitarse de encima toda responsabilidad por publicar un material tan escandaloso. Dice ser un reportero de los vicios más extravagantes de la gente bien: «Ningún otro novelista español creo que me haya superado en audacia para estudiar con febril apasionamiento a esa alocada fauna que vive en el extrarradio moral». Joaquín Belda, otro novelista de la misma cuerda, dijo de él que «No embarcó en sus naves de autor a ningún pasajero que no estuviese adornado por lo menos con un pecado mortal de necesidad».
Porque estamos ante el más destacado representante de la literatura galante y sicalíptica, nunca pornográfica, siempre erótica, que no se recrea en la descripción explícita, sino que sugiera, menciona, a veces estimula la imaginación y siempre escandaliza. La literatura de Retana es chispeante, ligera, divertida y brillante. Cultiva un humor inteligente, una sana ironía y saca a la luz una cierta realidad, habitualmente oculta, que en realidad tiene mucho valor porque los márgenes de lo ortodoxo siempre plantean preguntas interesantes. Por las páginas de Las «locas» de postín desfila toda un cohorte de personajes estrafalarios, peculiares y llamativos, todos elegantes y masculinos a pesar del jugoso apodo de algunos de ellos: la Duquesa, cleptómana, la Poderosa, cupletista, Rafaelito, aficionado al pecado estéril, Egmont de Bries, el primer transformista español... personajes almodovariamos avant la lettre, seguramente caricaturas de personas reales que vivieron los locos años veinte.
El lenguaje es estupendo, divertido, no se anda por las ramas ni abunda en descripciones aburridas. Va siempre al grano, tiene mucho ritmo y cada página plantea algo nuevo, curioso e hilarante. Una gozada de texto, plagado de hallazgos expresivos, pequeños debates atractivos, como un curioso análisis de las cualidades de los amantes señoritos y proletarios, y frases afortunadas: «Ya han cambiado tanto las cosas que hay que dedicarse a las mujeres para sacar dinero», «... un cura más fogoso que muchos seglares», «... su carácter eminentemente perforador», «... un mozalbete frívolo y travieso de treinta y seis años, descendiente de Felipe el Hermoso», «Hoy el que no torea es porque no tiene con quién», «La lujuria es la perfección del amor» (Octave Mirbeau), «Ahora es una buena señora, que se asusta de todo menos de sus sombreros», «... una estupidez que desafía la ironía», «... que le iba tan bien como un miriñaque a un banderillero».
Mención aparte merece la espléndida taxonomía de «locas» que se esboza aquí, de las locas por convicción a las locas escandalosas, pasando por las vetustas, las profesionales, las vergonzantes y muchas otras categorías, tan descriptivas como peculiares. Y todo eso resumido en tan solo 63 páginas. El volumen se completa con otra novelita de Retana, El fuego de Lesbos, dedicado al universo de las mujeres queer y un prólogo entusiasta y muy ilustrativo de Dimas Prychyslyy.
En fin, un par de novelas cortas deliciosas, inteligentes y muy divertidas, que exploran toda una fauna de personajes y actividades, en realidad de manera elegante y respetuosa, pero tratando siempre de instruir deleitando y escandalizar un poco. Una muestra excelente de un género muy original y creativo, difícil de cultivar con solvencia. Un libro de un autor extraordinario en todos los sentidos.
Álvaro Retana (1890-1970) fue un personaje de lo más peculiar. Nació frente a las costas de Ceylán, en el barco en el que viajaban sus padres durante su luna de miel y fue bautizado en Filipinas. Su padre era el político conservador, diplomático y escritor Wenceslao Retana, fundador del filiipinismo moderno que estuvo a punto de batirse en duelo con Rizal.
Fue periodista, funcionario del Tribunal de Cuentas, modisto, figurinista, dibujante, letrista y compositor de cuplés, y lo más importante, uno de los más afamados autores de novelas eróticas del siglo XX. Compuso, junto al novio de La Fornarina, el famoso cuplé El polichinela, también es el autor de Las tardes del Ritz, Ven y ven y muchos más. Fue un gran admirador y amigo de las principales cupletistas de la época, diseñó trajes espléndidos y atrevidos para ellas y, aunque era un homosexual declarado, tuvo varios matrimonios experimentales y un hijo con una cantante en un desliz de camerino.
Empezó a publicar artículos y críticas con poco más de veinte años, tuvo una larga carrera como periodista y publicó más de cien novelas eróticas sobre la sociedad galante y frívola del Madrid decadente, que tuvieron un éxito enorme. Vendía mucho más que la mayoría de autores serios de aquellos años. Desenfadado, libertino y provocador, se presentaba como el escritor más guapo del mundo y se hacía retratar con un quimono bordado de rosas, con las cejas depiladas y los ojos y labios pintados.
Durante la dictadura de Primo de Rivera fue procesado y encarcelado varias veces y durante la guerra civil fue condenado a muerte por tener en su casa objetos religiosos a los que no mostraba ningún respeto. La pena le fue conmutada por 30 años de cárcel, de los que cumplió 7. Al salir, siguió escribiendo y presentó 55 originales a la censura —qué moral—, que solo le permitió publicar 16. Hay un documental de la serie Imprescindibles sobre su vida muy interesante, que se puede ver en este enlace.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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