lunes, 18 de agosto de 2025

El señor Kreck - Juan Octavio Prenz

Título: El señor Kreck                                                                                                   Autor: Juan Octavio Prenz

Páginas: 312

Editorial: Losada

Precio: 16 

Año de edición: 2006

La literatura argentina, como la de algunos países privilegiados, es inacabable. No dejan de aparecer autores interesantes, que surgen con textos deslumbrantes y novedosos. Eso me ha ocurrido con Juan Octavio Prenz y esta su impresionante y mítica novela, El señor Kreck, publicada por primera vez en 2006.

Las mellizas Salgueiro, unas solteronas sesentonas, maniáticas y remilgadas, alquilan un piso que era de su padre al circunspecto y aparentemente respetable Rodolfo Kreck, un agente de seguros. Estamos en La Plata, en los años 70, tiempos duros de dictadura en los que cualquier movimiento poco justificado puede resultar sospechoso. ¿Para qué quiere este hombre, al que no se le conoce querida, el departamento? ¿Por qué no le ha contado nada a su mujer del asunto?

Ese es el planteamiento de esta extraña, inquietante y sugerente novela, con resonancias de Kafka, Musil y Melville, la odisea burocrática y procesal de un pobre hombre, cuyo único delito es haber alquilado un apartamento sin que se sepa para qué. La triste historia de un ciudadano engullido por un amenazante Leviatán, un monstruoso Estado que no acepta al que se sale de la norma. Porque quizás el pecado de Kreck es tan solo su introversión, el no comunicarse con los demás, ni siquiera con su esposa, su gusto por pasar desapercibido. Eso basta para que se busque la ruina. El que sea un inmigrante italiano que salió de su país huyendo del fascismo probablemente es lo que ha hecho de él una persona reservada, que mira siempre hacia dentro y desconfía del entorno.

La idea de partida está explotada con mucha habilidad y siempre abriendo nuevas posibilidades en la mente del lector, que se plantea con motivo las más variadas hipótesis: ¿será el protagonista homosexual? ¿tendrá una amante? ¿se tratará de un espía o de un subversivo? ¿cultivará alguna afición secreta? ¿tendrá un vicio oculto?... La voz narradora va cambiando, primero es un narrador omnisciente, luego habla la mujer del protagonista, también un conductor de autobús, la portera y muchos más, en un curioso juego polifónico y entretenido de leer. El estilo es espléndido, algo prolijo, barroco y elaborado, detallado y muy cuidado, que hace que el texto tienda a ser algo complejo y absorbente, una opción ideal para un relato abierto, en el que lo más valioso es lo que no se dice, lo que se sugiere y lo que imagina uno al leerlo. Las frases son largas, con música y cadencia muy medida; están llenas de matices, son precisas y están cuajadas de comparaciones, algunos americanismos sabrosos y hallazgos expresivos. Por suerte, el autor no tuvo prisa al redactar esta obra y se demoró lo suficiente como para llenarla de un encanto muy especial.

Veamos algunas frases representativas: «Las palabras suelen complicar las cosas, había pensado siempre Krerck», «A estas alturas, soy una señora madura y, como se dice, no mastico piedras», «Las fotos le habían parecido siempre como cadáveres que evocan momentos ya inexistentes», «Hoy es un modo de decir ayer o mañana o siempre Kreck se dispone a cumplir religiosamente con el ritual cotidiano», «Exteriorizar sus emociones era para Rodolfo no solo un modo de violar su intimidad, sino una suerte de imposición o de invasión en la vida de los demás», «La vida cotidiano es la única posible», «... despreciaba a los héroes y a los mártires [...] nada justifica la muerte de un hombre, ni la idea más noble», «He venido para pedirle encarecidamente su mediación ante el señor juez para que mi marido no sea puesto en libertad», «... y Kreck, a su modo, estaba alegre, sin desbordes, todo por dentro», «... y entonces comprendió, sin vuelta de hoja, los límites inexorables de toda libertad», «... usted sabe, allí dentro hasta la libertad te la ordenan», «A los seres humanos no les interesa la verdad, sino a condición de que coincida con sus predicciones».

En fin, una novela poderosa, con todos los ingredientes para convertirse en un libro de culto. Una historia de suspense muy original, en la que uno tiene la sensación permanente de que nada es lo que parece y en la que late una triple intriga: ¿Cómo va a acabar la historia, en libertad o muerte? ¿Ricardo es inocente o no lo es? y ¿Para qué demonios alquiló el inmueble?

Una obra algo surrealista, claramente kafkiana, con su toque de absurdo, en la que no faltan interludios filosóficos en los que Kreck explica su visión reservada y prudente de la vida. Una buena novela, curiosa donde las haya. Una maravilla. 

Juan Octavio Prenz (La Plata, 1923-2019) fue un escritor, traductor, profesor y crítico argentino de origen istrio-croata. Estudió en la Universidad Nacional de La Plata y en los años 60 emigró a Europa, huyendo de la dictadura argentina. Fue profesor en la Universidad de Belgrado entre 1962 y 1967, en varias universidades argentinas y en las de Liubliana, Venecia y Trieste.

Ha traducido obras eslovenas, croatas, serbias y macedonias, ha sido miembro del consejo de redacción de la revista de poesía Equivalencias. Ha publicado 8 volúmenes de poesía, 4 de prosa y multitud de artículos y críticas, con los que ha obtenido el premio Casa de las Américas en 1992, el Premio Promoción Literaria en 1962, el Premio Calabria en 2001 y el Premio Nonino en 2019

Juan Octavio Prenz

Publicado por Antonio F. Rodríguez. 

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