Título: Madre de leche y miel Autora: Najat El Hachmi
Páginas: 384
Editorial: Destino
Precio: 21,50 euros
Año de edición: 2018 (6ª edición)
Hace cuatro años me sorprendió El lunes nos querrán (2021) la excelente novela con la que Najat El Hachmi obtuvo el Premio Nadal. Creía que era su mejor obra, pero ahora creo que Madre de leche y miel (2018) es aún mejor. Me ha encantado y de verdad que ha sido para mí todo un descubrimiento.
El texto cuenta en primer apersona la historia de Fátima, una rifeña que decidió emigrar a España y tuvo que atravesar fronteras y controles sin saber el idioma, a ciegas, acompañada por su cría de ocho años —la autora—, para pasar mil penalidades antes de salir adelante en Cataluña y conseguir que su hija pudiese estudiar. Según palabras de El Hachmi: «Quería captar lo que significa ser extranjera desde que naces, porque de donde yo vengo, las mujeres siempre lo fueron».
La obra se abre con una encantadora cita de Erich Fromm, que da lugar al título: «La mayoría de las madres saben dar leche, pero solo unas pocas saben además dar miel», y una dedicatoria deliciosa: «A mi madre que, sin saber leer, me enseñó a escribir». Porque este libro constituye un homenaje a la madre de la autora y es el fruto de un largo y trabajado proceso de reconciliación que duró ocho años y en el que la escritora hispanomarroquí completó toda una indagación para conocer en detalle la vida y milagros de su progenitora.
La narración está estructurada según dos hilos narrativos que se alternan capítulo a capítulo. En uno de ellos, Fátima, la madre, les cuenta con pelos y señales a sus seis hermanas toda su aventura migratoria a Cataluña; en el otro, un narrador omnisciente describe la vida de Fátima desde su infancia hasta que decide abandonar el país. A través de estas páginas se aprenden un montón de detalles y aspectos interesantes de la cultura bereber y la lamentable situación de la mujer marroquí en zonas rurales, siempre sometidas a un hombre, primero el padre y luego el marido, y condenadas a vivir casi recluidas en la cocina y su habitación.
Cosas como que se considera que el amor a los hijos nace del hígado —como creían los antiguos romanos—; la costumbre de hacer el pan en casa; las comidas y costumbres cotidianas; que la abuela decía que no había que cogerle mucho afecto a las hijas, porque antes o después se van con su marido y no se vuelve a verlas; que es vergonzoso que una mujer duerma boca abajo y que las esposas decentes no van al mercado; cómo es la casa tradicional, formada por habitaciones alrededor de un gran patio interior; que se puede hacer un conjuro con pelos y uñas de alguien; que la libertad de las niñas dura hasta los siete años; que tristeza y aburrimiento se dicen con la misma palabra en amazigh; que los pretendientes llevan azúcar de regalo para pedir la mano de una chica; la razón de ser de la dote, cómo son las bodas de tres días, y mil cosas más.
«Ese rostro redondo que parece un espejo... », «... tú que conoces los latidos del hígado... », «... contestó que la justicia no es darles a todos lo mismo, sino a cada uno según su necesidad», «A Zraizmas le parecía que ir en burro a la mezquita era algo sucio», «Las palabras duran más que las cosas», «... sabían que la peor vergüenza para una mujer era la pereza», «Si se estropea una mujer, ya no sirve para nada», «¿Os habéis fijado en que, si vivimos, si sabemos que vivimos es porque los otros nos reconocen, nos ven y se preocupan por nosotros?», «... cuando las lágrimas se juntan bajo la barbilla... », «Lo que nunca me quité, que hubiera sido como ir desnuda, fue el pañuelo de la cabeza», «¿No habías entendido aún que estamos en manos de los hombres como estamos en manos del Señor?», «Entendí entonces que los hombres de allá pueden parecer diferentes, pero que no, que son como en toda partes», «... pero allí las mujeres hacen lo que quieren».
Como se ve, todo un alegato feminista y una enciclopedia resumida de cultura marroquí. Pero el mayor encanto de este libro radica en dos cualidades esenciales. La habilidad con que está redactado para que la lectura sea fácil y agradable, no sé qué tiene la forma de escribir de esta mujer que hace ameno cualquier pasaje. Y la sensibilidad exquisita con que muestra una ternura muy especial, contenida, para hablar de afectos y emociones, seguramente potenciada por un aliento poético muy oriental, muy marroquí, de una elegancia conmovedora. El texto está salpicado de metáforas, de sugerencias y toques maestros de humanidad, que hacen que la escritura sea muy dulce. Mención aparte merecen los títulos de los capítulos, que más bien parecen epigramas líricos: Tu casa no es tu casa, No me sostenían ni el cielo no la tierra, Que el primer paso sea de miel, Una habitación vacía, Luz en los ojos, Si me quitas mi pan...
En mi opinión, una novela muy valiosa y muy especial. La historia es conmovedora e impresionante, con un desenlace muy emotivo y profundo. Se reflejan muy bien las relaciones afectivas de Fátima con su madre y de Fátima con su hija. Una novela de cinco estrellas, que huele a verdad en cada página, estupendamente bien escrita, instructiva y con corazón. No se puede pedir más.
La traducción es obra de Rosa María Prats de la Iglesia (Barcelona, 1968), porque el texto original se publicó primero en catalán y después, se ha traducido al castellano. El resultado es espléndido. Al final del libro se incluye un pequeño glosario de términos amazigh, la lengua de los bereberes. Los extranjerismos que aparecen son pocos y no entorpecen la lectura, porque se intuye su significado por el contexto.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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