viernes, 29 de julio de 2022

El cuento de la criada - Margaret Atwood

 

Título: El cuento de la criada                                                                                           Autora: Margaret Atwood 

Páginas: 416 pág.

Editorial: Salamandra

Precio: 10,95 euros

Año de edición: 2021

Esta espléndida novela de Margaret Atwood plantea una hipótesis inquietante y con resonancias en la actualidad. Una revolución religiosa lleva al establecimiento en EE. UU. de una dictadura teocrática. Las primeras víctimas de la nueva sociedad puritana son las mujeres: confinadas, vestidas con hábito monjil y reducidas a la condición de vientres obligados a parir. Han perdido la individualidad. Ya no son ellas. Les han expropiado su cuerpo. Viven por y para una comunidad dirigida por fanáticos religiosos. Confiscada la vida privada, la libertad queda reducida al monólogo interior: recordar tiempos mejores. Naturalmente, también existen mujeres satisfechas con la nueva situación. 

La protagonista guarda celosamente su verdadero nombre como reliquia de la identidad perdida. Está recluida en un recinto universitario convertido en prisión. Un lugar frío, abstracto y monótono. La vida diaria es solitaria en ese ambiente fantasmagórico. El control es omnipresente: salidas para comprar alimentos, paseos, escaso tiempo de ocio, ceremonias, conversaciones limitadas a frases rituales y permiso hasta para ir al retrete. El individuo ha muerto. No existe la intimidad. Las personas han sido declaradas propiedad colectiva. Deben amoldarse a la comunidad como una célula dentro de un organismo vivo. Pero la protagonista recuerda. Conserva la memoria, el pensamiento. Esa es su posibilidad de evasión.  

La memoria la lleva al pasado. Allí las personas vestían como querían, se relacionaban libremente y podían disfrutar del sexo. Sin embargo, las cosas fueron cambiando. De manera vaga y eficaz se nos cuenta que:

«Nada cambia en un instante: en una bañera en la que el agua se calienta poco a poco, uno podría morir hervido sin tiempo de darse cuenta siquiera. Por supuesto, en los periódicos aparecían noticias: cadáveres en las zanjas o en el bosque, mujeres asesinadas a palos o mutiladas, mancilladas, solían decir; pero eran noticias sobre otras mujeres, y los hombres que hacían semejantes cosas eran otros hombres. Nosotros no conocíamos a ninguno de ellos. Las noticias de los periódicos nos parecían sueños o pesadillas soñadas por otros. Qué horrible, decíamos, y lo era, pero sin ser verosímil. Sonaban excesivamente melodramáticas, tenían una dimensión que no era la de nuestras vidas». 

Ante la perplejidad de los incrédulos, los fanáticos acabaron por adueñarse de la sociedad, transformándola en una comunidad jerarquizada sustentada en la fe y la moral. 

La estructura de la novela es muy eficaz. El encierro de la protagonista se combina con sus recuerdos y sueños. Son dos maneras de vivir: la exterior, aceptando por fuerza la condición servil; y la interior, libre, aunque confinada en el pensamiento. Las descripciones minuciosas de una rutina árida e insoportable contrastan con la emoción de la memoria. El mundo exterior es gélido, sin vida, amenazante: cualquiera puede morir en cualquier momento; el mundo recordado e imaginado, en cambio, es cálido y reconfortante como un vientre materno:

«Dentro hay un espacio inmenso, oscuro y curvo como el cielo nocturno, pero rojo en lugar de negro. Miríadas de luces diminutas brillan, centellean y titilan en su interior, incontables como las estrellas».

El estilo exacto y evocador de Atwood se convierte en poético. La imaginación vuela libre frente al prosaísmo ordenancista del totalitarismo. 

Un punto esencial es el control de la procreación. La vida es dura y precaria. Falta de todo. La guerra devasta el país. Se desatan catástrofes medioambientales. Muchas personas son estériles. Las mujeres aún fértiles son reunidas. Se las disfraza con un hábito rojo y una toca blanca. Deben tener hijos con los jefes. Las mujeres legítimas de los gerifaltes lo aceptan. El acto sexual aparece despojado de cualquier sensualidad. Es un desagradable trámite administrativo destinado a la procreación. Una obligación imposible de disfrutar. No existe amor, placer o romanticismo. De hecho, lo particular ha desaparecido en este imperio uniformado y piadoso. Se trata de un mundo profundamente aburrido e insípido. No hay nada que hacer, excepto cumplir órdenes.  

La otra cara de la comunidad es la represión y el terror. A los enemigos del Estado se los cuelga. Sus cuerpos se balancean siniestramente. Como un dedo admonitor, sirven de escarmiento y advertencia para posibles herejes.   

Dice Margaret Atwood de «El cuento de la criada»: «Si quiere decir una novela en la que las mujeres son seres humanos ―con toda la variedad de personalidades y comportamientos que eso implica― y además son interesantes e importantes y lo que les ocurre es crucial para el asunto, la estructura y la trama del libro... Entonces, sí. En ese sentido, muchos libros son feministas». «El libro no está en contra de la religión. Está en contra del uso de la religión como fachada para la tiranía: son cosas bien distintas».

En definitiva, disfruten de esta distopía. A los aficionados al género les traerá sin duda a la memoria clásicos como «1984» o «Un mundo feliz». También, acontecimientos bien reales como el fundamentalismo religioso, el terrorismo o la reciente anulación en EE. UU. del derecho constitucional a la interrupción voluntaria del embarazo. Los enemigos de la libertad, por muchas máscaras que se pongan y muchas y hasta contradictorias consignas que repitan, en algo se parecen: quieren que el dogma, su dogma, sea ley obligatoria para todos. Margaret Atwood advierte lúcidamente contra esa pretensión.

De esta novela se han realizado dos adaptaciones para la pantalla la pantalla: la primera, la película «El cuento de la doncella», dirigida por el alemán Volker Schlöndorff en 1990; la segunda, una serie de televisión más reciente (2017). 

Margaret Atwood

Margaret Atwood (Ottawa, 1939) es una escritora canadiense. Su familia era culta. Aficionada a la escritura desde niña, estudió filología inglesa, francés y filosofía. Profesora universitaria, se dio a conocer con su primera novela, «La mujer comestible» (1969). A esta le siguieron otras novelas, ensayos y poesías. Se la considera una escritora feminista por el enfoque de género de algunos de sus libros. Ha tocado temas como la representación del cuerpo de la mujer, la identidad canadiense o el medio ambiente. En 1985, publicó su libro más conocido, «El cuento de la criada». Margaret Atwood ha recibido innumerables premios y es una de las escritoras más célebres de su país.

Publicado por Alberto. 

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