Víctor Hugo, el genial escritor francés, llevó una vida apasionada y frenética. Nació en Besançon en 1802, era hijo de un general del ejército y de una dama bretona culta y de carácter independiente, de niño residió en varios lugares, según el destino de su padre, como Nápoles o Madrid. Comenzó a escribir poesía a los 13 años y a los 15 participó en concursos literarios que no ganó por su corta edad. Tuvo una extensa producción literaria, escribió poesía, teatro, novela y un buen numero de discursos políticos, todo de gran calidad, revolucionó el teatro convencional y se convirtió en un pilar de la literatura francesa del romanticismo.
La otra actividad que desarrolló intensamente fue la política, fue nombrado Par de Francia y elegido alcalde de distrito, diputado y senador. Enfrentado a Napoleón III, tras el golpe de estado de éste, se exilió durante 18 años en diversos lugares, entre ellos la isla de Guernsey la de La sociedad literaria del pastel de piel de patata). Republicano y demócrata convencido, su acción política abarcó temas como el apoyo a los derechos e la mujer, la educación, la propiedad intelectual, y el rechazo a la pena de muerte, la partición de Polonia y a expediciones militares francesas en el extranjero. Falleció a los 83 años y fue despedido con funerales de estado.
Recientemente, he recordado este poema suyo, rebosante de buen juicio, claridad, emoción y sensibilidad, una maravilla adecuada para felicitar el próximo año a todos los seguidores de este blog.
Que tengas un feliz año.
Te deseo primero que ames, y que amando te amen. Y que si no es así, seas breve en olvidar y después de olvidar, no guardes rencor. Deseo, pues, que no sea así, pero que si es, sepas ser sin desesperar.
Te deseo también que tengas amigos y, aunque poco sabios, sean nobles y fieles, y que haya al menos uno en el que puedas confiar ciegamente.
Y porque la vida es así, te deseo también que tengas enemigos. Ni muchos ni pocos, en la justa medida, porque así te harán cuestionar tus propias certezas. Y que entre ellos haya al menos uno que sea justo, para que no te sientas demasiado seguro.
Te deseo también que seas útil, pero no insustituible. Y que en los momentos difíciles, cuando no te quede nada más, esa utilidad te sirva para mantenerte en pie.
Igualmente te deseo que seas tolerante. No con aquellos que se equivocan poco, porque eso es fácil, sino con aquellos que se equivocan mucho y de manera irremediable, y que haciendo buen uso de tu tolerancia, sirvas de ejemplo a los otros.
Te deseo que siendo joven no madures demasiado deprisa, que ya maduro no insistas en rejuvenecer y que, siendo viejo, no caigas en la desesperación. Porque cada edad tiene su gozo y su dolor, y han de fluir entre nosotros.
Te deseo también que tengas alguien de quien responder, que veas como crece y madura, y que reconozcas tu aportación en su forma de ser y en su forma de sentir. En aquello bueno, porque no hay nada más precioso que la vida, y en aquello malo, porque te hará sentir tus limitaciones más profundas y porque serás consciente de que, aunque tú no lo quieras creer y por mucho que intentes evitarlo, hay muchas cosas que se nos escapan de las manos. Por suerte.
Te deseo de paso algo de tristeza. No todo el año, sino tan solo un día. Pero que ese día te sirva para descubrir que la risa habitual es buena, que la risa diaria es aburrida y que la risa constante es malsana.
También te deseo que vivas momentos difíciles, aquellos que ponen a prueba nuestra frágil fortaleza, y que te enseñan quién eres y quién tienes a tu lado. Y que cuando esos momentos difíciles pasen, porque tarde o temprano siempre acaban pasando, sepas darte cuenta de que todo se puede superar y de que, aunque muy poco, eres algo mejor que antes. Y que entonces sepas darlo a los otros, ayudándolos cuando les lleguen las dificultades.
Te deseo que descubras, y con máxima urgencia, que más allá de tu día a día existen y te rodean seres oprimidos, tratados con injusticia y personas infelices.
Te deseo que acaricies a un perro, que eches una piedra a un río y que escuches el silencio del amanecer, porque serás feliz con nada. Deseo también que plantes una semilla, por pequeña que sea, y que la acompañes en su crecimiento, para que descubras de cuántas vidas está hecho un árbol.
Te deseo también que tengas dinero, porque es necesario ser practico. Y que al menos una vez al año pongas una parte ante ti y diga: «Esto es mío», sólo para que quede claro quién es amo de quién.
Te deseo que ninguno de tus sueños muera, pero que si muere alguno puedas llorar sin lamentarte de no haber hecho el máximo posible. Y enseguida alzar la vista y volver a empezar.
Te deseo por fin que, siendo hombre tengas una buena mujer, y que siendo mujer tengas un buen hombre, mañana y al día siguiente, y que cuando estén exhaustos y sonrientes, hablen de amor para recomenzar.
Si todas estas cosas te llegan a pasar, no tengo nada más que desearte.
Publicado por John Smith.
¡Qué hermoso!
ResponderEliminarYo, con tu permiso, también aprovecharé las sabias palabras de Víctor Hugo para enviar mis buenos deseos estas Navidades.
Y que así sea también para todos los que abrís día a día esta luminosa ventana y para los que nos asomamos a ella.
¡Feliz Navidad!
Gracia
En esta oportunidad hago llegar mi grato reconocimiento y eterna gratitud, a uno de los dramaturgos mas admirados de este planeta. especialmente en esta fecha trascendental de la navidad y venturoso año nuevo.
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