Título: Fahrenheit 451 Autor: Ray Bradbury
Año de edición: 2012
451 Grados Fahrenheit, es decir 232,8º C, es la temperatura a la que el papel de los libros se inflama espontáneamente y arde. El título de esta novela apunta a la esencia de una mala costumbre que ha tenido demasiados practicantes en la historia, la de quemar libros, y la sitúa en un futuro distópico profundamente paradójico. Un futuro en el que es obligatorio ser feliz (uno de los mensajes a menudo implícitos en la publicidad y los medios), y como la lectura nos hace lúcidos e infelices, los libros están proscritos y deben quemarse.
El protagonista, Montag, pertenece a un peculiar cuerpo de bomberos que se dedica a la quema controlada de todo lo editado y ya no puedo contar más porque creo que he mencionado buena parte de las ideas que hacen de este libro una obra sorprendente y casi magnética.
El desarrollo es brillante y el desenlace, inesperado y consolador. Hay en él un atisbo de esperanza. En el texto se juega con el atractivo hipnótico que tiene el fuego, con el amor por los libros, los destellos de generosidad y heroísmo del ser humano y la evolución progresiva del personaje principal, que recorre todo un arco de actitudes diferentes respecto de la cultura y los lectores.
Escrita en 1953, es la primera novela de Bradbury, un texto que ha ganado multitud de premios y ha sido varias veces adaptada al teatro, televisión, radio y cine. El autor dijo en una entrevista que lo escribió impulsado por su preocupación durante la era McCarthy por las amenaza de quema de libros en Estados Unidos y más adelante añadió que también había influido la manera en la que los medios de comunicación promueven indirectamente la falta de lectura y la satisfacción inmediata.
Una obra maestra, un clásico, relativamente breve, que se lee a gran velocidad y con placer. Una de las consecuencias que puede extraer el lector es que la cultura siempre está en peligro, como todo lo realmente valioso es muy frágil y vale la pena estar siempre vigilantes para conservarla, trasmitirla y que llegue a todos.
Hay una famosa película en technicolor, que yo ví en banco y negro porque así era la televisión en mis años mozos, dirigida por François Truffaut en 1966 y protagonizada por Oskar Werner y Julie Christie. Es buena, aunque los efectos especiales resultan hoy en día conmovedores y algo anticuados.
Ciencia ficción con mayúsculas en una novela imprescindible que, además, es uno novela de ideas que hace pensar más que muchos ensayos. Espléndida.
Ray Douglas Bradbury (Waukegan, 1920-2012),
guionista, poeta y novelista estadounidense, está considerado uno de los
maestros de la ciencia ficción. Creció y vivió toda su vida en California
y desde muy pequeño fué un lector voraz y desmedidoo, que pasaba horas
en las bibliotecas. Empezó a escribir en la adolescencia. No pudo ir a la
universidad por falta de recursos económicos y se convirtió en un gran
autodidacta. Su primer trabajo fué el de repartidor de periódicos y a
los 20 años publicó sus primeros relatos en revistas del género.
Hay un asteroide, el número 9766, que se llama «Bradbury» en su honor. Como curiosidad, nunca se llegó a sacar el carnet de conducir.
Sus
historias, a menudo más poéticas que científicas, suelen incluir una crítica de la
sociedad y cultura actuales, siempre amenazados por un futuro
tecnócrata que ahoga nuestros aspectos más humanos. Con un punto de provocación, Bradbury
aborda en
sus obras temas tan candentes y polémicos como el racismo, la censura o
hacia dónde nos lleva la evolución
tecnológica. Es uno de los escritores que ha sabido moverse en el
terreno de la anticipación con más sentido e inteligencia, uno de los
grandes.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
Muy buena reseña, Antonio. Hace tiempo que lo quiero leer. Es de los clásicos más importantes de la ciencia ficción que existen. Debo animarme pronto con él.
ResponderEliminarSalud y libros.
Jesús Rojas
Gracias, Jesús. Te recomiendo el libro y la película también. Los dos son muy buenos.
ResponderEliminarSalud y libros.