Título: Gabinete de curiosidades Autor: Joseph Roth
Páginas: 256 pág.
Editorial: Ladera Norte
Precio: 22,90 euros
Año de edición: 2024
Que el periodismo es un género literario más, con sus peculiaridades y sus obras maestras, es hace tiempo una evidencia y así lo demuestra este volumen que recopila 48 artículos publicados en prensa entre 1918 y 1938 por Joseph Roth, maestro de periodistas, entre los que hay verdaderas joyas que es una delicia leer.
Son piezas breves, de dos o tres páginas como mucho, la mayoría sobre personajes peculiares, europeos excéntricos, artistas de circo y variedades que trabajaban en el gran parque de atracciones situado en el práter vienés y del que solo queda hoy en día la magnífica noria panorámica. El funambulista asturiano que caminó sobre un cable llevando puesta una auténtica armadura medieval, la mítica domadora Senide, el forzudo que luchó con un oso, el gigante de 2,41 m, un faquir egipcio enamorado, una bailarina ludópata, ventríluocos, tragasables, enanos, comefuegos, adivinas, videntes, un santón indio convertido al catolicismo, mujeres sin abdomen, danzarinas desnudas, un faquir demasiado amable, un tenista que sabe cómo sudar con elegancia, un corredor con cascabeles que luego pasa la gorra y muchos personajes más, atrabiliarios, extravagantes y curiosos, cada uno con una historia que contar.
También hay aquí artículos diversos, para mí los mejores, como uno sobre las dificultades de encontrar empleo, el dedicado a la venta de una chaqueta con agujero incluido, un retrato de un señor con monóculo, la terrible historia del coronel que tiró a la criada por una barandilla por romper platos o la historia del segundo amor del autor (del primer amor no se atreve a escribir porque se emociona demasiado). Por añadidura, en este obra se aprenden muchos detalles curiosos propios de la época: que aparte del edifico carcelario ideado por Bentham en el s. XVIII, «panóptico» significa también gabinete de curiosidades, galería de figuras de cera o elenco de personajes variados y casi universales (aztecas, pigmeos, mujeres barbudas, gigantes, enanos, etc.) como los que animaban los parques de atracciones del pasado; que un «excéntrico» era un artista de circo que buscaba la comicidad realizando ejercicios extraños y ridículos, y que solía tocar varios instrumentos; que era frecuente esos años el artista polivalente, por ejemplo, mago, equilibrista y payaso; que «tenedor de libros» es contable; que se llamaba «hombres de cartón» a los hombres-anuncio; que el escritor Arthur Schnitzler fue sometido a un proceso judicial por su escandalosa obra La ronda; las ranas del tiempo, populares porque se creía que las ranas subían por los tallos vegetales con el buen tiempo y bajaban cuando iba a llover, que antes las confirmaciones se hacían vestidos de negro, y muchas otras cosas.
En fin, estos textos son fenomenales, en ellos brilla el talento de Roth en todo su esplendor, no en vano llegó a ser uno de los periodistas más famosos y mejor pagados de la Viena de entreguerras. Su influencia es enorme, él marcó un estilo y una forma de redactar que luego han seguido legiones de autores de columnas en prensa, ligero juguetón, ingenioso, certero y con sugerencias de tres o cuatro ideas que nos hacen pensar. Curiosamente, su forma de escribir me ha recordado a la de Manuel Vicent (o más bien habría que decirlo al revés) y a otros columnistas de campanillas.
Vamos con la habitual antología resumida de citas, porque aquí abunda la frase breve y certera: «Una novela no es más que filosofía en imágenes» (Camus), «La verdad solo existe en el teatro de marionetas», «La gente ni mira la rareza cuando es gratis», «He leído una reseña de tu novela ¡Ahora en los periódicos se publica de todo!» (le dijo su tío), «En su rostro delgado, las sombras de la preocupación se confundían con los fortuitos y gruesos trazos de tinta que dejaba allí un dedo despistado», «El monóculo momificaba el rostro de aquel señor», «Por desgracia, sigue siendo necesario engañar a las personas justo cuando quieres demostrarles la verdad».
El volumen está ilustrado con unas 25 fotografías de la época, todas ellas muy oportunas que se ajustan a los textos hasta el punto de parecer las originales, cuando en realidad son imágenes libres extraídas de repositorios abiertos. Todas ellas son asombrosamente pertinentes y están estupendamente armonizadas con lo que se cuenta. El oportuno prólogo, la preparación de la edición y las traducciones del alemán son obra de Berta Vias Mahou (Madrid, 1961), escritora y traductora de francés y alemán.
Joseph Roth (Brody, 1894-1939), el gran periodista y escritor judío, nació en Austria en una humilde familia de comerciantes. Su padre abandonó el hogar siendo él muy pequeño y pasó su infancia entre abuelos y parientes. Estudió Filosofía y Literatura en las Universidades de Leópolis y Viena. Fue corresponsal del «Frankfurter Allgemeine» y viajó por toda Europa.
Marxista en su juventud, en un viaje a Rusia perdió toda simpatía por los regímenes comunistas. La esquizofrenia de su mujer le afecto profundamente, la caída del Imperio Austro-Húngaro le hizo sentirse toda su vida como un hombre sin patria y el nazismo le hizo huir, primero a Amsterdam y luego a París, donde murió alcoholizado y con delirium tremens, a
los 44 años. Vivía de hotel en hotel, escribía en los cafés, se hizo
católico y mientras tanto, seguía escribiendo artículos y novelas.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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