domingo, 31 de marzo de 2019

Delmira Agustini, la poeta del erotismo


Delmira Agustini (Montevideo, 1886-1914) fué una poeta modernista uruguaya. Nació y creció en una familia acomodada de la burguesía montevideana que, a pesar de ser conservadora y estricta, le dió la libertad suficiente para desarrollar su vocación.

Lectora compulsiva, empezó a escribir versos a los diez años y aprendió además francés, música y pintura. Colaboró en varias revistas literarias, formó parte de la Generación del 900, junto a Horacio Quiroga y Julio Herrera. El gran Rubén Darío llegó a decir que desde Santa Teresa, ninguna mujer se había expresado español de manera tan brillante y con tanta fuerza.

El erotismo forma parte de su poesia, que resulta modernista, feminista y sensual. Se casó a los 27 años con Enrique Reyes, por el que sentía una pasión carnal desaforada, pero ya durante la misma boda tuvo dudas. Al mes y medió lo abandonó e inició los trámites de divorcio. «No puedo soportar más tanta vulgaridad», le dijo a su madre. 

Siguió deseando a su exmarido y le convirtió en su amante. Tan extraña historia acabó trágicamente, porque el julio de 1914 Enrique la asesinó de dos disparos y luego se suicidó. ¿Fué un suicidio doble y acordado o un caso de violencia de género? Pese a la polémica posterior, parece que no hay ninguna prueba de lo primero.

El Uruguay de entonces era una república progresista, con una Universidad de Mujeres, separación de Iglesia y Estado, 40 días de reposo para las madres después del parto y divorcio para las mujeres aunque el marido no estuviese de acuerdo. Allí floreció el Modernismo y destacó especialmente la poesía de Delmira, valiente, impetuosa y avasalladora («Maravillosos nido del vértigo de tu boca/ Dos pétalos de rosa abrochando un abismo»), consciente de la fuerza del deseo (la «Torre del Deseo en sus poemas»). 

Esta mujer sabía de la importancia de Eros, del que nacían un placer y un dolor inseparables, y un trío poderoso, fascinante e inseparable formado por el deseo, la belleza y el mal, que ella llamaba su abismo. Con una madurez impropia de su edad, esta mujer irrepetible vivió sus experiencias eróticas con una intensidad y una lucidez inusuales. Las experimentó en estado de éxtasis cercano al religioso, entendiendo que la mística erótica y la espiritual cuando llegan a extremarse, se tocan. 

Aquí os dejo algunos ejemplos de su poesía, extraídos los dos últimos de su obra maestra Los cálices vacíos, publicada en 1913.


La copa del amor

¡Bebamos juntos en la copa egregia!
Raro licor se ofrenda a nuestras almas.
Abran mis rosas su frescura regia
¡A la sombra indeleble de tus palmas!

Tú despertaste mi alma adormecida
En la tumba silente de las horas;
A ti la primer sangre de mi vida
¡En los vasos de luz de mis auroras!

Ah! tu voz vino a recamar de oro
Mis lóbregos silencios; tú rompiste
El gran hilo de perlas de mi lloro,
Y al sol naciente mi horisonte abriste.

Por ti, en mi oriente nocturnal, la aurora
Tendió el temblor rosado de su tul;
Así en las sombras de la vida ahora,
Yo te abro el alma como un cielo azul!
                  * * *
¡Ah yo me siento abrir como una rosa!
Ven a beber mis mieles soberanas:
¡Yo soy la copa del amor pomposa
Que engarzará en tus manos sobrehumanas!

La copa erige su esplendor de llama...
¡Con que hechizo en tus manos brillaría!
Su misteriosa exquisitez reclama
Dedos de ensueño y labios de armonía.

Tómala y bebe, que la gloria dora
El idilio de luz de nuestras almas;
¡Marchítense las rosas de mi aurora
A la sombra indeleble de tus palmas!


Ceguera

 Me abismo en una rara ceguera luminosa
Un astro, casi un alma, me ha velado la Vida.
¿Se ha prendido en mí como brillante mariposa?

No sé…
                  Rara ceguera que me borras el mundo,
Estrella, casi alma, con que asciendo o me hundo:
¡Dame tu luz y vélame eternamente el mundo! 


A Eros (ofrendando Los cálices vacíos) 

Porque haces tu can de la leona
Más fuerte de la Vida, y la aprisiona
La cadena de rosas de tu brazo.

Porque tu cuerpo es la raíz, el lazo
Esencial de los troncos discordantes
Del placer y el dolor, plantas gigantes.

Porque emerge en tu mano bella y fuerte,
Como en broche de místicos diamantes
El más embriagador lis de la Muerte.

Porque sobre el Espacio te diviso,
Puente de luz, perfume y melodía,
Comunicando infierno y paraíso.

-Como alma fúlgida y carne sombría... 


Día nuestro 

—La tienda de la noche se ha rasgado hacia Oriente—.
Tu espíritu amanece maravillosamente:
su luz entra en mi alma como el sol a un vergel...

—Pleno sol. Llueve fuego. —Tu amor tienta, es la gruta
afelpada de musgo, el arroyo, la fruta,
la deleitosa fruta madura a toda miel.

—El Ángelus. —Tus manos son dos alas tranquilas.
Mi espíritu se dobla como un gajo de lilas.
Y mi cuerpo te envuelve... tan sutil como un velo.

—El triunfo de la Noche. —De tus manos, más bellas,
fluyen todas las sombras y todas las estrellas,
y mi cuerpo se vuelve profundo como un cielo!


Delmira Agustini
  
Publicado por Antonio F. Rodríguez.

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