Título: El país de los otros Autora: Leila Slimani
Páginas: 448
Editorial: Cabaret Voltaire
Precio: 21,55 euros
Año de edición: 2021
«Conócete a ti mismo» es la conocida frase ubicada en el pórtico del templo de Apolo en Delfos. Saber la respuesta a ese imperativo, o creer saberla, es lo que nos da la tranquilidad imprescindible para vivir sin demasiadas angustias existenciales. Pero en ocasiones, lo más esencial de la persona se tambalea.
Cuando se cambia de contexto vital, cuando se vive en el extranjero, es cuando para algunas personas la cuestión acerca de la identidad propia empieza a plantearse y en muchos casos llega a ser un problema esencial, en especial si el cambio de idioma y cultura es grande y si el color de la piel de los habitantes del país al que se llega es diferente.
La identidad, el conflicto que supone ser y sentirse diferente, y aún más si se es observado con sospecha o despreciado por ello, es el latido que recorre este libro en el que los protagonistas se sienten «en el país de los otros», incluso, como es el caso del coprotagonista marroquí Amín, cuando vuelve a su país, Marruecos, tras su estancia en Francia.
La autora, en un plan que abarca tres tomos, nos quiere contar a través de su propia historia familiar la vida y cultura de su país de nacimiento, Marruecos, desde la perspectiva de los que fueron allí como su abuela y también de los que han emigrado. A pesar de haber sido protectorado francés y haber adoptado la lengua francesa como cooficial, asegura la escritora —con razón— que los franceses saben menos de Marruecos que los marroquíes de Francia.
La argumentación nos resuena porque las ansias coloniales han sido signos de identidad de muchos países europeos, entre ellos de España y Francia. A lo largo de la historia siempre han estado a la greña, pero si los intereses confluían, han sabido también llegar a acuerdos. Ese fue el caso del reparto del «protectorado» marroquí, país que se dividieron entre los dos, aunque en diferentes extensiones y con distinta implicación. Y es lógico que ni españoles ni franceses sepamos demasiado del país y de sus gentes, pues es una cuestión de quién domina a quién. Al que domina no le importa demasiado cómo son, cómo sienten y por qué viven como viven los dominados.
Conocemos a Mathilde, joven alta y rubia de un pequeño pueblo de Alsacia con deseos de aventuras imposibles que se enamora de un comandante del ejército colonial francés de la segunda guerra mundial, el marroquí Amín.
La fuerza de la juventud y del primer amor, las ganas de aventuras, de salir del pueblo que se le quedaba pequeño y el desconocimiento de la cultura marroquí hacen que Mathilde se empeñe a toda costa en casarse a los dos meses de conocerse y marchar allí.
En 1946 ella llega al aeropuerto de Rabat y tras una primera impresión de turbación comienza una vida en la que veremos cómo lucha por imponer su manera de vivir, pero a medida que madura irá aceptando lo que le dicen su suegra y su propio marido, «aquí las cosas son diferentes». Llega a asumir, a pesar de su rebeldía natural, que en muchas ocasiones es mejor callar que rebelarse, lo que hace que a las lectoras se nos haga un nudo en la garganta de rabia. Estamos en un país patriarcal y una época en la que determinadas costumbres culturales no se aceptaban ni siquiera a las colonas, algo que no era su abuela por lo que era mirada con desconfianza tanto por los originarios del país como por los franceses que allí vivían. No obstante, va ganando pequeñas, muy pequeñas parcelas de libertad, a la vez que se ocupa de sus hijos. Vemos su satisfacción al lograr la apertura de un pequeño dispensario en donde atiende con sentido común y muy pocos medios a las gentes pobres, incultas y supersticiosas de los alrededores de su casa.
Por otra parte, tampoco él está a gusto, pues la especial consideración de haber sido condecorado en la Guerra solo la vive en muy escasas ocasiones con sus colegas militares y, por el contrario, es consciente de ser objeto de comentarios por las actitudes «estrafalarias» de su mujer. El hecho de vivir aislados de la ciudad es, por una parte, un intento Amín de poner en marcha unas tierras de difícil cultivo y por otra, una facilidad porque ninguno de los dos necesita rodearse de gente. De esa manera se les hace algo más liviana la vida en un país que en el caso de ella no es el suyo y en el caso de él ya no se encuentra allí como si lo fuera.
Así, de forma pausada, con un lenguaje sencillo, pero no simple, Leila Slimani nos va adentrando en la vida de ese país, en las tensiones entre franceses y marroquíes a principios de los cincuenta, cuando los sentimientos nacionalistas contra los colonos son ya fuertes y ocurren altercados que en el 55 fueron sangrientos. Todo ello nos lo relata a través de la mirada de sus abuelos que compone a partir de las historias que le contaron, unas verdaderas y otras ficcionadas, como ella cuenta en las entrevistas.
Un libro muy interesante, que se lee con agilidad y facilidad. Sabemos que la segunda entrega, que protagonizan sus padres, está terminada. La esperamos.
Leila Slimani (Rabat, 1981) es una autora que ya con su segunda novela, «Canción dulce», reseñada en este blog, enardeció a los franceses y al jurado del premio galo más prestigioso, el Goncourt en 2016. Ella es franco-marroquí, su padre es marroquí y su madre franco-argelina, por lo que la veracidad de lo que cuenta es debido a lo que ha vivido y oído en casa, especialmente a su abuela de la que dice que era una gran narradora y que en 2014 publicó sus memorias. Leila Slimani afirma que no se siente extranjera en Francia y afirma «Europa me pertenece». De hecho, es desde 2017 embajadora de la lengua francesa nombrada por Emmanuel Macron. Fue criticada por ello y su respuesta fue clara: «mi país es mi idioma».
Mujer luchadora y reivindicativa,
lo muestra en su trabajo de escritora que ha abordado temas complejos como «En
el jardín del ogro». El mismo año condenó la penalización de la
homosexualidad en Marruecos y escribió un valiente ensayo acerca de la
sexualidad de las mujeres en su país de origen, «Sexo y mentiras». Es una de las escritoras más
relevantes en Francia.
Publicado por Paloma Martínez.
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