miércoles, 19 de enero de 2022

La jugadora de go - Shan Sa

 

Título: La jugadora de go                                                                                                 Autora: Shan Sa

Páginas: 272

Editorial: Ediciones del Bronce

Precio: 12 euros 

Año de edición: 2002

Una autora que ha sido un descubrimiento, una novela con la que he aprendido, que me ha impulsado a buscar más información y con la que he disfrutado de verdad.

Es una narración que nos habla de China y de Japón, eternos rivales. Estamos en Manchuria en 1936, tras cinco años de ocupación por los japoneses. Hay que recordar que los japoneses, tras la invasión en 1931, habían creado en Manchuria el estado de Manchukuo al que pusieron como emperador/peón sin ningún tipo de poder al último emperador chino, Puyi. Pero la guerra no había terminado, porque los invasores mantenían intactas sus ansias imperialistas de dominar toda China.

No es una novela histórica, aunque la historia condicione a los dos personajes que encarnan dos maneras opuestas de concebir el mundo, la una, el despertar rebelde a la libertad, metáfora de China, la otra, la asunción de la muerte como destino y aspiración para honrar a su país, metáfora de esa voluntad inquebrantable de Japón en su expansionismo.

Es una novela de amor y muerte que parte de opuestos irreconciliables, de extremos que, como todos, se atraen y que logran encontrarse en un lenguaje común: la belleza que las dos civilizaciones tienen como concepto esencial de vida. Belleza que está presente a lo largo de toda la novela en importantes momentos que expresan con absoluta delicadeza la esencia de los personajes y sus deseos más íntimos. La contemplación de la belleza por los personajes en los más ínfimos detalles de la naturaleza esparcidos por todo el libro es algo que nos es extraño a los occidentales que, en general, parece que solo gozamos de ella cuando hay una decisión previa, una dedicación de un tiempo y un espacio singular. Sin embargo, somos sensibles a esa belleza que se expresa de forma natural y sutil en la escritura de la autora que, no en vano es poeta, y la disfrutamos.

La estructura narrativa interna muestra la inteligencia perfeccionista de Shan Sa que busca otro elemento común en las dos culturas para ser el hilo conductor de los acontecimientos. Será el ancestral juego del go, cuyos inventores fueron los chinos, pero que luego adoptaron los japoneses. Es un juego de estrategia complejo y al que en general, solo jugaban los hombres.

En la novela se juega una única partida en la que se enfrentan: de un lado, una rebelde adolescente china que vive pasionalmente su descubrimiento del mundo, de la amistad, de la sensualidad y de la política, así como vive con igual intensidad sus opuestos, la desilusión, la desesperanza y el engaño; del otro lado, un teniente japonés, seguro de sí mismo y de su destino, disfrazado de civil chino, cuya misión es espiar para conocer los movimientos de la resistencia en la ciudad. Así pues, en principio ella juega por placer ya que aprendió de niña, es una excelente jugadora y jugar le proporciona una gran libertad ya que el juego se desarrolla en la plaza de la ciudad y su familia no se opone. Él busca información. Dos personajes diferentes, dos objetivos distintos sobre el tablero que simboliza también la rivalidad explícita en un territorio, Manchuria, en el que, aunque ocupado por los japoneses, siguen viviendo los chinos.

Las cosas se complicarán para los personajes y tomarán derroteros inesperados, mientras ocurren en la ciudad los movimientos de los jóvenes revolucionarios que ella vivirá de alguna manera y las represiones de los militares japoneses en las que él participará activamente. Mientras tanto, la partida, que dura días, se sigue jugando en silencio, un silencio que desde el principio ha impuesto la jugadora a su rival.

En el tablero las fichas, «piedras», se mueven y los movimientos, ágiles o pausados, impulsivos o reflexivos, violentos o meditados, serán el elocuente lenguaje que la intuición del contrincante traduce deduciendo los diferentes estados de ánimo de su oponente. Intuición que en principio utilizan los dos jugadores para intentar conocer la estrategia del otro y así poder vencer pero, poco a poco, intentarán descubrir ya no la estrategia, sino la enigmática personalidad de quien tienen enfrente y de la que a medida que avanza la partida quieren saber más. Los lectores también, pero aquí no se les desvelará.

La estructura es perfecta para hablar de tantos temas importantes, algunos totalmente terrenales y otros mucho más sutiles y delicados. Son 92 pequeños capítulos que se alternan correspondiendo cada uno de ellos a uno de los personajes. Todos ellos tienen un elemento común —el tercero de la novela—, el estar escritos en primera persona, lo que por una parte permite el monólogo interior de los personajes y por otra, les da verosimilitud.

Si se ha hablado de la importancia de la dualidad y los contrastes en esta novela, los encontramos también en el lenguaje que, si en muchas ocasiones es bello y poético, en otras es descarnado y brutal, especialmente en las escenas de guerra que sabemos fue extremadamente cruenta. Para facilitar nuestra comprensión, ha trabajado en el texto el traductor Manuel Serrat Crespo, que ha obtenido distinciones importantes tanto en España como en Francia.

Una novela cuidadosamente pensada y planificada, pero también muy sentida por la autora, que logra, no solo mantener nuestro interés de lectores por los variados e importantes temas que trata, sino transmitirnos una emoción que crece a medida que pasamos las páginas hasta el punto álgido que, como en una sinfonía, se logra al final con un potente sonido de la orquesta seguido, como no puede ser de otra manera, de un gran silencio. Hacemos el silencio al cerrar la contraportada.

¡Intensa!¡Estupenda!

Shan Sa

Shan Sa (Pekín, 1972) es una poeta, novelista y pintora, hija de intelectuales. El padre fue profesor invitado en la Sorbona durante dos años. Su madre la estimuló a escribir de niña un diario y ella, huyendo de la extensión de la prosa y de la expresión de sus sentimientos, optó por la poesía como lenguaje donde «esconderse».

A los 17 años obtuvo una beca por la que fue a París y allí se quedó, pues no quería volver a su país tras vivir la matanza de Tiananmen. Estudió sociología y filosofía y después fue acogida por el pintor Balthus, lo que le marcó pues su mujer, a la que quería mucho, era japonesa y con ella aprendió mucho de la forma de ser y la cultura de ese país siempre rival del suyo.

Por otra parte, se inició en el arte de la caligrafía y la pintura, que compagina con la escritura. Es autora de poemarios premiados y de siete novelas. Con la primera «La puerta de la paz celeste» obtuvo el premio Goncourt a la primera novela; la segunda «Las cuatro vidas del sauce» también fue premiada; en 2001 con «La jugadora de go» obtuvo el Goncourt de los estudiantes y en 2003 escribió una novela histórica, «Emperatriz». Estas cuatro novelas se han traducido al español, aunque ahora son difícilmente encontrables. Las tres siguientes no se han traducido. La seguiremos buscando en bibliotecas y leyendo.

Publicado por Paloma Martínez. 

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