sábado, 1 de enero de 2022

El joven audaz sobre el trapecio volante

Érase una vez un joven de 21 años, ojos claros y bigote, apuesto y bien parecido, que se enfundó unas mallas ajustadas, se subió a un trapecio y, por primera vez en la historia, hizo un número en el que se soltaba, volaba en el aire durante unas décimas de segundo y daba un salto mortal antes de agarrarse a otro trapecio que oscilaba en el vacío, esperándole. Fueron doce minutos mágicos, en los que el tiempo se paró y los espectadores vivieron un sueño durante unos instantes.

Corría el año 1859, el espectáculo tuvo lugar en el Circo de Napoleón de París, que luego pasó a llamarse Circo de Invierno , y el joven era Jules Léotard (Toulouse, 1838-1870), el hijo de un profesor de gimnasia y propietario de una piscina privada, aficionado a las acrobacias desde niño. Estudió Derecho, pero nunca llegó a ejercer como abogado. Fue un pionero del cicismo, pero lo más relevante es que a los 18 años empezó a practicar en serio con el trapecio y, en poco tiempo, creó los elementos básicos que luego han utilizado todos los trapecistas que en el mundo han sido: la suelta, el salto mortal y el acabar el número dejándose caer sobre la red de protección, una especie de alfombra elástica, tupida y longitudinal que se extendía hasta cubrir toda la traza que recorrían los trapecios.

Automáticamente se convirtió en una famosísima estrella. Poco después, en 1861, tuvo una actuación sensacional en el Alhambra Music Hall de Londres, situado en Leicester Square, en la que voló sobre las cabezas del público, que estaba cenando cómodamente, tal y como se ve en el grabado de más abajo.


Como ya habréis adivinado, su apellido dio lugar al nombre «leotardos» de las mallas ajustadas que llevaba en las piernas, según la prensa de la época, para evitar que la ropa se pudiese enganchar durante sus actuaciones y para lucir su abundante musculatura. El caso es que es de suponer que hiciese soñar a las jovencitas con su arrojo y su anatomía juvenil. Tan sugerente indumentaria sería luego adoptada por bañistas, bailarines y otros artistas del mundo del espectáculo.
 
El artista inspiró la canción popular inglesa titulada «El joven audaz sobre el trapecio volante» (The Daring Young Man on the Flying Trapeze), conocido simplemente como Flying Trapece, compuesta en 1867 por el cantante británico George Leybourne, sobre música de Gaston Lyle. El tema ha sido versionado muchas veces, en 1932, durante la Gran Depresión, una época especialmente necesitada de sueños, hubo una versión muy popular de Walter O'Keefe, que dio lugar a que otro joven audaz, el escritor armenio William Saroyan titulase así su primer libro de relatos, un libro genial y rompedor, llamado «El joven audaz sobre el trapecio volante». Incluso Bruce Springsteen ha interpretado ese tema:
 

Lamentablemente, este cuento de Año Nuevo no acaba bien. Léotard falleció a los 32 años de edad mientras estaba de gira por España, de una enfermedad infecciosa que pudo ser viruela o cólera.
 
Sin embargo, todavía nos llegan los ecos de la sensación que causó aquel joven apuesto y audaz que, enfundado en un sugerente maillot, volaba con elegancia durante unos instantes. Unos minutos mágicos en los que el tiempo parecía detenerse.
 
Jules Léotard con 12 años
 
Publicado por Antonio F. Rodríguez.

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