Título: Ataúlfo Arenta: música interrumpida
Autora: Ana Arambarri
Páginas: 544
Editorial: Galaxia Gutemberg
Precio: 24,90 euros
Autora: Ana Arambarri
Páginas: 544
Editorial: Galaxia Gutemberg
Precio: 24,90 euros
Año de edición: 2017
Ataúlfo Argenta (Castro Urdiales, 1913-1958) fué un pianista y director de orquesta español, un monstruo, un fenómeno de la naturaleza que rompió todos los cánones y triunfó en el mundo de la música a nivel internacional.
Su vida fué una carrera de obstáculos continua. Era hijo del Jefe de Estación de Castro Urdiales, en Cantabria, un pianista aficionado que se trasladó a Madrid con toda su familia para darle la oportunidad a su hijo de desarrollar su enorme talento musical. Pero falleció repentinamente cuando Ataúlfo tenía 17 años y el chico se quedó como cabeza de familia, cuando no podía ganar el dinero suficiente tocando el piano en bares y salas de baile.
Tuvo que dejar los estudios de música y empezar a trabajar como oficinista de los Ferrocarriles del Estado. Gracias al apoyo de su novia, Juanita Pallarés, dejó la oficina y siguió estudiando, acabó las carreras de piano y dirección de orquesta de manera brillante y completó sus estudios en Bélgica.
Pero llegó la Guerra Civil Española y Ataúlfo fué enrolado en un Batallón de Comunicaciones, acusado de espionaje y estuvo a punto de ser fusilado. Durante la guerra se casó con su novia Juanita y enfermó de tifus y tuberculosis. En la posguerra, casado y con dos hijos, sobrevivió a duras penas dando conciertos de piano; su compromiso con las autoridades culturales de la República hicieron que fuera mal visto y todo fueron dificultades.
Consiguió una beca para perfeccionar su técnica en el Conservatorio de Kassel (Alemania). donde llegó a ser profesor y catedrático en poco tiempo. Su familia se reunió con él, pero la Segunda Guerra Mundial les obligó a regresar a España. Fundó la Orquesta de Radio Nacional y comienzó una brillante carrera como Director de Orquesta que le hizo triunfar en Europa y ser considerado, junto a Karajan y alguno más, como una de las figuras indiscutibles en ese campo.
Alto, apuesto, elegante y con un enorme carisma, dicen de él que dominaba las orquestas como un dios y en pocos años se convirtió en un auténtico mito. Llegó a dirigir a 40 orquestas fuera de España, dió 720 conciertos tenía un repertorio de unas 600 obras y dirigió prácticamente todos los estilos. Consiguió un contrato millonario para ir a trabajar a Estados Unidos que le iba a convertir en el director mejor pagado del momento, pero de nuevo la mala suerte se cruzó en su camino.
En enero 1958 fue a su chalet en Los Molinos con su amante, Sylvie Mercier, una joven pianista francesa de veintitrés años, encendió la calefacción de la casa y esperaron en el garaje con el motor del coche encendido para mantener la temperatura. Los dos se intoxicaron con monóxido de carbono; Sylvia, más joven, sobrevivió, pero Ataúlfo con los pulmones tocados por la tuberculosis, no.
Ahora Ana Arambarri, cuya madre fué alumna del maestro y amiga íntima de su mujer, Juanita, ha escrito esta biografía en la que rompe el tabú sobre el episodio de su muerte y reivindica la figura de un director genial injustamente olvidado.
Alto, apuesto, elegante y con un enorme carisma, dicen de él que dominaba las orquestas como un dios y en pocos años se convirtió en un auténtico mito. Llegó a dirigir a 40 orquestas fuera de España, dió 720 conciertos tenía un repertorio de unas 600 obras y dirigió prácticamente todos los estilos. Consiguió un contrato millonario para ir a trabajar a Estados Unidos que le iba a convertir en el director mejor pagado del momento, pero de nuevo la mala suerte se cruzó en su camino.
En enero 1958 fue a su chalet en Los Molinos con su amante, Sylvie Mercier, una joven pianista francesa de veintitrés años, encendió la calefacción de la casa y esperaron en el garaje con el motor del coche encendido para mantener la temperatura. Los dos se intoxicaron con monóxido de carbono; Sylvia, más joven, sobrevivió, pero Ataúlfo con los pulmones tocados por la tuberculosis, no.
Ahora Ana Arambarri, cuya madre fué alumna del maestro y amiga íntima de su mujer, Juanita, ha escrito esta biografía en la que rompe el tabú sobre el episodio de su muerte y reivindica la figura de un director genial injustamente olvidado.
Ataúlfo Argenta
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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