Título: De lo sublime
Autor: Longino
Páginas: 94
Editorial: Acantilado
Precio: 10 euros
Año: 2014
Este curioso tratado de estética ha tenido una influencia enorme a lo largo de la historia. Su influjo se deja notar en Séneca y otros autores. Hasta el siglo X se utilizaba como texto junto a los del gran Aristóteles sobre ese tema y en el siglo XVII Boileau lo tradujo, rescatándolo del olvido y volviendolo a poner de actualidad. Desde entonces su influencia no ha decaído y sigue siendo una obra de referencia sobre estética que hay que mencionar, para refutarla, matizarla o corroborarla.
En realidad lo que se conservan son tan sólo fragmentos, que constituyen aproximadamente una cuarta parte de su extensión original. Este ensayo se plantea el problema de dilucidar y describir qué tienen algunas obras de arte, sobre todo las literarias, que se elevan sobre las demás y parecen pertenecer a otra categoría. No se trata de que convenzan al lector con argumentos, sino de que despiertan en él sentimientos trascendentales hasta el punto de llevarlo a una especie de éxtasis estético. Por decirlo de alguna manera, se salen de lo normal y a veces parece que un genio sobrenatural ha poseído al autor para hacerle escribir aquello. Eso sería lo sublime.
Planteada la cuestión, se pasa a extraer conclusiones ineresantes del análisis y comentario de varios autores. Por ejemplo: que no importan los pequeños defectos en una gran obra si por otro lado posee grandes cualidades; que en las obra sublimes el autor suele estar dominado por una pasíon que le arrastra a expresarse con vehemencia (volvemos a la idea de cierto tipo de «posesión»); que es importante la elegancia en el uso del idioma para transmitir lo esencial y la utilización de figuras del lenguaje, pero con cuidado de no caer en el exceso, es decir que el equilibrio y la proporción son esenciales; que el ritmo y la eufonía llenan de belleza lo que se dice; se analiza y comenta el presente histórico, y muchas otras ideas interesantes.
En resumen, un ensayo muy interesante sobre estética y retórica en literatura, que a pesar de estar formado sólo por unos cuantos fragmentos del original ha sido una obra de referencia durante siglos. Imprescindible para críticos y estudiosos del tema, y francamente interesante para todo buen lector.
La verdad es que no está clara la identidad de Longino y ha sido objeto de polémicas y elucubraciones. Unos lo identificaban como Casio Dionisio Longino (213-273), un filósofo y literato ateniense, otros a Dionisio de Halicarnaso (60 - 7 a. C.), un profesor romano de retórica, Hermágoras, un romano del siglo I, Elio Teo y Pompeyo Gémino. Pero parece que el autor es Longino, un profesor romano que enseñaba griego en el siglo I y escribió tres volúmenes sobre el uso culto y elegante de ese idioma.
Dicen que su estilo ágil y conciso recuerda a los estoicos y en sus tratados sólo menciona a autores griegos, ignora a todos los romanos salvo a Cicerón, que le merece una ligera mención. Su exquisito manejo del idioma, su amplia erudición periten adivinar que fué un autor muy notable, pero se desconocen su nombre completo y su lugar de nacimiento.
Páginas: 94
Editorial: Acantilado
Precio: 10 euros
Año: 2014
Este curioso tratado de estética ha tenido una influencia enorme a lo largo de la historia. Su influjo se deja notar en Séneca y otros autores. Hasta el siglo X se utilizaba como texto junto a los del gran Aristóteles sobre ese tema y en el siglo XVII Boileau lo tradujo, rescatándolo del olvido y volviendolo a poner de actualidad. Desde entonces su influencia no ha decaído y sigue siendo una obra de referencia sobre estética que hay que mencionar, para refutarla, matizarla o corroborarla.
En realidad lo que se conservan son tan sólo fragmentos, que constituyen aproximadamente una cuarta parte de su extensión original. Este ensayo se plantea el problema de dilucidar y describir qué tienen algunas obras de arte, sobre todo las literarias, que se elevan sobre las demás y parecen pertenecer a otra categoría. No se trata de que convenzan al lector con argumentos, sino de que despiertan en él sentimientos trascendentales hasta el punto de llevarlo a una especie de éxtasis estético. Por decirlo de alguna manera, se salen de lo normal y a veces parece que un genio sobrenatural ha poseído al autor para hacerle escribir aquello. Eso sería lo sublime.
Planteada la cuestión, se pasa a extraer conclusiones ineresantes del análisis y comentario de varios autores. Por ejemplo: que no importan los pequeños defectos en una gran obra si por otro lado posee grandes cualidades; que en las obra sublimes el autor suele estar dominado por una pasíon que le arrastra a expresarse con vehemencia (volvemos a la idea de cierto tipo de «posesión»); que es importante la elegancia en el uso del idioma para transmitir lo esencial y la utilización de figuras del lenguaje, pero con cuidado de no caer en el exceso, es decir que el equilibrio y la proporción son esenciales; que el ritmo y la eufonía llenan de belleza lo que se dice; se analiza y comenta el presente histórico, y muchas otras ideas interesantes.
En resumen, un ensayo muy interesante sobre estética y retórica en literatura, que a pesar de estar formado sólo por unos cuantos fragmentos del original ha sido una obra de referencia durante siglos. Imprescindible para críticos y estudiosos del tema, y francamente interesante para todo buen lector.
La verdad es que no está clara la identidad de Longino y ha sido objeto de polémicas y elucubraciones. Unos lo identificaban como Casio Dionisio Longino (213-273), un filósofo y literato ateniense, otros a Dionisio de Halicarnaso (60 - 7 a. C.), un profesor romano de retórica, Hermágoras, un romano del siglo I, Elio Teo y Pompeyo Gémino. Pero parece que el autor es Longino, un profesor romano que enseñaba griego en el siglo I y escribió tres volúmenes sobre el uso culto y elegante de ese idioma.
Dicen que su estilo ágil y conciso recuerda a los estoicos y en sus tratados sólo menciona a autores griegos, ignora a todos los romanos salvo a Cicerón, que le merece una ligera mención. Su exquisito manejo del idioma, su amplia erudición periten adivinar que fué un autor muy notable, pero se desconocen su nombre completo y su lugar de nacimiento.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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