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domingo, 22 de diciembre de 2024

No todos los infinitos son iguales

 

El infinito es un concepto matemático extraño y contraintuitivo. No es fácil  ni de entender ni de utilizar. Supongamos que hay un hotel con infinitas habitaciones numeras: la 1, la 2, la 3.., así hasta el infinito. Supongamos que el hotel está lleno y llega un nuevo turista buscando habitación. El recepcionista aplica un truco muy sencillo: ruega al huésped de la habitación  número 1 que se mude a la número 2, al huésped d ela 2 que se mude a la 3 y así sucesivamente hasta el infinito. Es fácil demostrar que el truco funciona y que se puede repetir hasta el infinito. Luego en un hotel de infinitas habitaciones, aunque estén todas ocupadas, cabe un número infinito de nuevos turistas. El infinito es un concepto extraño.

El razonamiento anterior es del matemático alemán David Hilbert (Königsber, 1862-1943), uno de los grandes. Pero ya en  1878, el ruso George Cantor (San Petersburgo, 1845-1918), el creador de la Teoría de conjuntos, se dio cuenta de que hay al menos dos tipos diferentes de infinitos. Tomemos el conjunto de los números naturales (1, 2, 3, 4... ) y el de los números reales mayores que cero (todos los números positivos, con o sin decimales). Solo entre el 1 y el 2, hay infinitos números del segundo conjunto (el 1,1,el 1,11, el 1,111...). El segundo conjunto es mucho más denso que el primero, es de alguna manera mucho «más» infinito, es más grande. El primero es discreto, discontinuo; el segundo es continuo. El primero es un infinito numerable, porque se puede contar; el segundo es un infinito no numerable, no se puede contar. 

Incluso hay matemáticos que distinguen más clases de infinitos. Por ejemplo, un grupo de matemáticos del Universidad Tecnica de Viena parece que ha descubierto recientemente que hay otras dos clases de infinito: los cardinales exactos y los cardinales ultraexactos. Ambos contienen copias matemáticas exactas de sí mismos, algo así como ocurre con los fractales, como una casa que contuviera planos y modelos de sí misma y a tamaño natural, y también copias matemáticas de conjuntos mayores, como una casa que incluyera modelos de todo el barrio o de la ciudad en los que se encuentra. Además, los conjuntos infinitos ultraexactos contienen las reglas matemáticas que dicen cómo generar esos modelos. Son reglas extrañas. pero que se puede demostrar que existen y están incluidas.

En fin, un lío conceptual que no es nada fácil de leer. Lo que sí parece cierto es que el infinito es algo mucho más complejo y complicado de lo que creemos y que hay muchas clases de infinitos. Incluso hay dos escuelas, los finitistas, que sostienen que hay un número finito de infinitos, y los infinitistas, que opinan lo contrario. 

En fin, que me parece que hay disciplinas, como las Matemáticas, la Física o la Filosofía, en las que cuando se  alcanza cierto nivel, el discurso de los especialistas más avanzados se vuelve completamente incomprensble y, para los profanos, parece pura literatura de ficción.

(Visto en Wired).

Publicado por Antonio F. Rodríguez.

domingo, 15 de septiembre de 2024

Diccionario del asombro - Antonio Martínez Ron

Título: Diccionario del asombro                                                                                             Autor: Antonio Martínez Ron

Páginas: 376

Editorial: Crítica
 
Precio: 22,90 euros 

Año de edición:2023

Este maravilloso libro, subtitulado «Una historia de la ciencia a través de las palabras»,  recorre 26 términos científicos clave por orden alfabético, uno por cada una de las letras del abecedario, para analizar su génesis como palabra, su significado, su historia y lo que significa, para así componer una singular aproximación a la historia de la ciencia. Desde «átomo» a «zoonosis», pasando por «bacteria», «cálculo», «gen», «microscopio», «neurona» y «wifi», entre otras, el autor recrea el momento de su aparición, quién acuñó cada vocablo, los problemas y conceptos asociados, etcétera, hasta completar una enciclopedia personal y caprichosa que, gracias a lo bien elegidas que están las entradas de unas diez páginas cada una ofrece una visión global muy curiosa de eso que llamamos ciencia. Un punto de vista muy original y atractivo que ayuda a situar temporalmente muchos acontecimientos científicos.

Las explicaciones son claras y precisas, el contenido, riguroso, el estilo, ameno y el texto en su conjunto transmite al lector el entusiasmo que anima a Martínez Ron, su amor por el conocimiento y su visión de la ciencia, un punto divertida y llena de sana curiosidad, que va de asombro en asombro disfrutando del mundo del conocimiento. Una obra estupenda, que hará las delicias de cualquier aficionado a la divulgación científica.

El libro incluye una idea tan novedosa como atractiva: una línea temporal que sitúa cronológicamente la aparición de las 26 palabras en cuestión y otras 26 líneas temporales más, una por cada vocablo y conceptos relacionados, con sus explicaciones correspondientes. Eso permite situar en el tiempo muchos acontecimientos y hace que el lector se lleve más de una sorpresa. Por ejemplo, para «robo (1920): «autómata» (s/f), «androide» (1751), «red neuronal» (1944), «test de Turing» (1950), «inteligencia artificial» (1956), «cyborg» (1960), «valle inquietante» (1970), «replicante» (1982), «captcha» (2000) y «xenobot» (2021).

El libro se completa con un prefacio del autor, una doble página que sitúa en el tiempo la aparición de todos los vocablos elegidos, una bibliografía muy escogida, un índice analítico y tres apéndices: uno de 12 términos acuñados por españoles; otro de 104 términos adicionales y un párrafo para cada uno de ellos, que completan la panorámica del saber humano, y una nómina de supernombradores, con una lista de 20 científicos que crearon dos o más términos específicos.

En fin, un libro interesantísimo, escrito con un planteamiento muy creativo y original, delicioso, de agradable lectura, muy instructivo, que me ha encantado. Otro ejemplo más que muestra lo sugerente de conseguir instruir deleitando. Una obra que nos hace recordar los versos de Quevedo: «Nada me desengaña, / el mundo me ha hechizado». No se puede pedir más.

Antonio Martínez Ron (Madrid, 1976) es periodista, divulgador científico y blogger. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, es uno de los creadores del blog de ciencia más leído en español (Naukas), ha trabajado en Quo, Yahoo! y Onda Cero. Desde hace más de trece años es el responsable de Fogonazos, un fantástico blog de divulgación científica que tiene más de 40 000 suscriptores. 

Es también el editor de la sección de ciencia de la información.com. En el 2013 publicó su primer libro «¿Qué ven los astronautas cuando cierran los ojos?» y ha colaborado en dos temporadas del programa «Órbita Laika» de tve. Ha recibido varios premios como divulgador científico, entre otros el premio más importante: el que le otorgan día a día los innumerables internautas que le leen y le siguen a diario.
 
Antonio Martínez Ron

 Publicado por Antonio F. Rodríguez.