Año de edición: 2018
Una nueva variación sobre uno de los temas que más me atrae y, desde luego, nunca me cansa: el paso de la niñez a la adolescencia. Julien es un chico de 12 años, un poco duro y algo gamberro. Suspende a granel, es un desastre en el colegio, hace novillos y le pegan en el cole y en casa. Su padre es minero y su familia es algo distante y poco cariñosa.
Cuando su madre y su hermana pequeña se van de vacaciones, el chico se quedará con su padre, vera cómo se acaba la niñez y tendrá que ser autosuficiente, conocerá la llamada del sexo, la enfermedad, la dureza del trabajo de su padre, la traición y la pobreza. Una novela, que parece autobiográfica en buena medida y a través de una galería de personajes pintorescos y entrañables dibuja la atmósfera y el ambiente de un suburbio de trabajadores que trata de salir adelante.
El protagonista viajará en un coche fúnebre, será cómplice y testigo de las aventuras de su joven vecina, buscará que le acepten los pillos del barrio, tendrá que hacer de monaguillo con un ropón demasiado grande, se encariñará con un perro y algunas mascotas peculiares, oirá los consejos de un vieo vagabundo y tendrá que aprender a salir de más de un apuro.
La narración alterna las experiencias del duro trabajo del padre en la mina de carbón con las peripecias de nuestro pequeño gran hombre, contadas por un narrador omnisciente. El estilo es sobrio, directo y sin demasiadas florituras, pero tiene el aroma de las historias verídicas, que cuenta alguien que las ha vivido de cerca y sabe de lo que habla. Esta novela es un trozo de realidad en bruto.
Una novela estupenda, moderna y sugerente, para la que no hay mejor introducción que la cita de Graham Greene que abre el libro: «Siempre hay un momento en la infancia en el que se abre una puerta y deja entrar al futuro».
Ralf Rothmann (Schleswig, 1953) es un escritor alemán. Hijo de ordeñadores, nació en una aldea del norte de Alemania. A los cinco años, se mudó con su familia a la Región del Rhur, donde había oportunidades de trabajo en las minas. El paso de una granja verde e idílica a un valle negro y minero marcó al joven Ralf. Su padre fué picador y su madre, camarera.
Ha sido albañíl, taxista, enfermero, cocinero, impresor y unas cuantas cosas más. Un día comenzó a leer compulsivamente y escribió sus primeros poemas, viajó por todo el continente americano y a los 23 años se instaló en Berlín, en el bohemio barrio de Schöneberg, lleno de artistas alternativos y okupas.
Su primera novela Stier (1991) fué un éxito. Ha recibido algunos de los premios más prestigiosos de la literatura alemana, como el premio Heinrich Böll en 2005, el Max Frisch en 2006, el Hans Fallada en 2008, el Walter Hasenclever en 2010 o el Friedrich Hölderlin en 2013.
Ha publicado 8 novelas, 6 libros de relatos, 2 de poemas y una obra de teatro. Está considerado como uno de los autores alemanes en ejercicio más interesantes.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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