viernes, 4 de octubre de 2024

La socialdemocracia - Ludolfo Paramio


Título: La socialdemocracia                                                                                                   Autor: Ludolfo Paramio

Páginas: 85

Editorial: Los Libros de la Catarata
 
Precio: 14 euros
 
Año de edición: 2010

No vive buenos tiempos la socialdemocracia. Pese a los desmanes del capitalismo global, una reciente crisis económica que ha conducido a la pobreza a millones de personas o el exhibicionismo de los ricos, las políticas progresistas son crecientemente rechazadas. Ascenso de la derecha radical: el rechazo de la globalización neoliberal no lleva a la ciudadanía social universal sino al repliegue étnico más insolidario. Los autóctonos no quieren compartir su nación ni su ración con los recién llegados. Claro que la ración disminuye con las políticas de recortes sociales. Es una vuelta atrás: la crisis de la ciudadanía universal es también la crisis de la ciudadanía social. El discurso es monótono, pero eficaz: ¿por qué los ciudadanos debemos pagar servicios públicos si únicamente se aprovechan de ellos «vagos, extranjeros y maleantes»? Corolario: mejor que cada uno se salve por sí mismo. La lógica de la progresiva exclusión social lleva al individualismo más egoísta. Adiós a la sociedad del bienestar (la motosierra de don Javier Gerardo Milei nunca descansa). 

El profesor Ludolfo Paramio, destacado intelectual de izquierdas, define brevemente en este ensayo qué es la socialdemocracia, explicando sus orígenes, apogeo y crisis. La socialdemocracia es aquella rama no revolucionaria del movimiento obrero que se remonta al pensamiento de Marx y Engels resumido en El manifiesto comunista (1848). Los partidos socialdemócratas o laboristas tenían desde finales del siglo XIX un objetivo: mejorar las condiciones de vida de la clase obrera mediante la reforma social. Sin violencia revolucionaria. La Segunda Internacional agrupó a los partidos socialdemócratas de matriz marxista desde 1889. Se organizaron potentes sindicatos de clase que negociaban con los patronos mediante la acción colectiva. El final del capitalismo vendría por las buenas. 

La Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa acabaron con los sueños pacíficos del socialismo democrático. En Rusia se impuso el socialismo totalitario leninista, pronto conocido como socialismo real o comunismo. Y las trincheras europeas engendraron una especie de socialismo nacional inspirado en valores castrenses: el fascismo. Comunistas y fascistas eran enemigos del capitalismo, además de enemigos mutuos irreconciliables. También eran enemigos de la socialdemocracia. 

La socialdemocracia tiene un referente: Suecia. Los socialistas nórdicos organizaron desde los años treinta en ese país un admirable modelo de bienestar social. Respetando monarquía, propiedad privada y capitalismo, los socialdemócratas suecos emprendieron una brillante política económica deudora de Keynes (al igual que el presidente norteamericano F. D. Roosevelt con el New Deal). Sanidad para todos. Educación pública. Pensiones. Seguros. El gasto público sirvió para formar excelentes profesionales y técnicos que impulsaron el extraordinario desarrollo económico sueco. La socialdemocracia respetaba los derechos civiles y políticos heredados del liberalismo, añadiendo numerosos derechos sociales. El modelo sueco fue durante décadas un ejemplo de democracia social.

La época dorada de la socialdemocracia comenzó en 1945 y terminó en los años 70: el consenso keynesiano. Ludolfo Paramio ofrece datos concretos: en esas décadas el crecimiento económico anual de Europa Occidental fue del 3,5 %, se logró el pleno empleo y los ciudadanos consumían como nunca, impulsando así una prosperidad general. Para Ludolfo Paramio, el Estado del bienestar fue el resultado de una alianza entre las clases medias y trabajadoras. En Gran Bretaña los gobiernos laboristas nacionalizaron industrias, mejoraron la cobertura social y ampliaron los derechos de minorías discriminadas. Y es que los derechos sociales siempre acompañan a los derechos civiles y políticos, frente a un neoliberalismo que quiere devolvernos al siglo XIX como si fuera la gran novedad. En el consenso de posguerra influyó sin duda el miedo al comunismo, pero Paramio señala con tino que «el motor del salto hacia el Estado de bienestar fue mucho más un déficit de legitimidad social que el temor al avance de los partidos comunistas o a una hipotética insurrección de estos».

La Crisis del Petróleo a partir de 1973 dinamitó el consenso keynesiano. La estanflación (inflación más estancamiento económico) rompió la alianza histórica entre clases medias y trabajadoras que dio lugar al pacto de la democracia social. Las clases trabajadoras, granero de la socialdemocracia, fueron también cambiando, adquiriendo en algunos casos un estatus de clase media. Los economistas de referencia ya no eran Keynes o Galbraith, sino personajes como Hayek, Mises o Milton Friedman. Su receta era clara, drástica e implacable: menos gasto público, mercados libres autorregulados, valores individualistas y mercantilistas. El neoliberalismo. 

Las ideas económicas cambiaron con la rapidez y espectacularidad de un paradigma. Las ideas tienen consecuencias. Margaret Thatcher y Ronald Reagan inauguraron la Revolución Conservadora. El comunismo se murió. Con la globalización económica y el ascenso del capital especulativo y financiero ha aparecido una nueva sociedad hipertecnológica con acceso a ingentes masas de información gracias a la galaxia internet y las redes sociales. Pero el capitalismo sigue sufriendo de crisis económicas cíclicas. La última, entre 2008 y 2013, devastadora. La socialdemocracia, pese a todo, sobrevive, y tiene cosas importantes que proponer: evitar el capitalismo de casino, apostar por la protección social y los ingresos de los trabajadores, defender la tradición liberal de tolerancia y libertades individuales frente a la xenofobia reaccionaria. En una palabra: solidaridad más prosperidad. Esto es lo que defiende Ludolfo Paramio en este excelente e informativo ensayo.

Ludolfo Paramio

Ludolfo Paramio Rodrigo (1948-2024) fue un periodista, político y sociólogo español nacido en Madrid. Estudió periodismo. También se doctoró en física por la Universidad Autónoma de Madrid. Ludolfo Paramio fue uno de los primeros teóricos del cómic en España, colaborando con la mítica revista Bang!, fundada en 1968. También ocupó cargos de responsabilidad en el PSOE y llegó a dirigir la Fundación PabloIglesias. La obra intelectual de Paramio es muy abundante, desde la publicación en 1971 de Mito e ideología. Teórico de la socialdemocracia, profesor de investigación en el CSIC y socio relevante de la Fundación Ortega-Marañón, el profesor Paramio falleció en su ciudad natal a la edad de 75 años.  

Publicado por Alberto.

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