jueves, 10 de octubre de 2024

Luciérnaga - Natalia Litvinova

Título: Luciérnaga                                                                                                                  Autora: Natalia Litvinova

Páginas: 240

Editorial: Lumen

Precio: 19,90 euros

Año de edición: 2024

Hay quien aconseja desconfiar de los novelistas que no han empezado su carrera escribiendo poesía. No sé si es un consejo demasiado exagerado, pero sí creo que es buena idea leer las novelas que escriben los poetas, suelen tener algo especial. Puede ser que, dado que la poesía es la literatura hecha palabra a palabra, sea efectivamente una buena escuela para la novela, la literatura realizada párrafo a párrafo.

El caso es que en la obra de la que vamos a hablar puede que haya algo de eso, porque es la primera novela de una poeta consumada, Natalia Litvinova, y es sublime, fenomenal, tan buena, que ha ganado claramente y por unanimidad el Premio Lumen de Novela 2024. El jurado ha dicho que se trata de «Una voz deslumbrante y conmovedora, con la difícil cualidad de la sencillez. Una novela luminosa y radiactiva».

Pero empecemos por el principio. «No quería nacer en otoño en un país radiactivo». Así empieza esta brillante novela, en un tono que recuerda los cuentos infantiles, con una visión del mundo llena de magia y de ternura, para contarnos la historia de la niñez de la protagonista, una niña que nació cerca de la central nuclear de Chernóbil poco después del accidente, en una época de caos, miseria y radioactividad, y en un país que se estaba rompiendo. Es la vida de una de esas niñas y niños que crecieron con la radioactividad, oyendo que había alimentos contaminados y otros no, que la lluvia era peligrosa y que no era bueno pasar mucho tiempo en la calle.

Su vida y la de las mujeres de su familia, su abuela y su madre, con las que tiene un vínculo muy especial, ha sido terrible, pero esta pequeña nos la cuenta con delicadeza y poesía, sorprendiéndonos en cada página con la belleza de un cuento que dibuja la realidad con precisión y profundidad, y a la vez con fantasía y unas gotas de humor onírico y disparatado. El texto está lleno de detalles que son a la vez terribles y tiernos, como que a los niños de la zona les llamaban luciérnagas, porque eran radioactivos, y cuando la familia se quiso mudar a Moscú nadie les quería alquilar una casa y les llamaban así, luciérnagas. Menos mal que actualmente la autora goza de buena salud, vive feliz y esperemos que siga así por mucho tiempo.

La obra se divide en tes partes: una primera que nos cuenta la infancia de Natalia en Gómel, una ciudad de 500 000 habitantes; un corto interludio, mágico y surrealista, en el que la autora le pregunta en sueños cosas para la novela que está escribiendo a su abuela Catalina, y una última parte, genialmente buena, que empieza con la mudanza que hace la autora a los 36 años, después de dejarlo con su pareja, para volver a casa de su madre, lo que despierta todo un tren de recuerdos de su familia y su pasado. La novela se cierra con la mejor imagen que tiene de su madre, la foto de la portada, donde aparece en bikini, con el vientre plano, antes de tener hijos y cuando faltan todavía diez años para que el reactor reviente y todo cambie.

Vamos con nuestra pequeña antología de frases relevantes: «Pronto descubrí algo importante: los niños no estábamos hechos para hablar y ser escuchados», «Andá a tu cuarto, los adultos estamos jugando con la vida», «... quedaban los borrachos de siempre en la entrada de los edificios, tirados como piezas de ajedrez después de un jaque mate», «Dos veces por semana limpiaba en un sanatorio en las afueras de la ciudad. No lo hacía por el dinero [...], sino por los chismes. Y así siempre tenía algo que contar», «Nosotras nos ayudamos a llorar con cualquier cosa que se adhiere a nuestra piel: líquenes, rocío, escamas, musgo, totora», «Te pagaría millones si los tuviera para que esto dure para siempre», «Es más fácil hablar con los muertos que con los vivos», «¿Para qué vinieron a Argentina? Esto es el infierno», «Nunca antes había visto el ombligo de una mujer... Mamá me prohibió espiarles, pero lo hago igual», «Papá era tan simple, tan dulce, tan torpe que lo que salía de su boca parecía tener el brillo de lo que miramos por primera vez».

Una novela maravillosa y encantadora, delicada y contenida, humana y cálida, terrible y a la vez, de una belleza sutil y deslumbrante. La obra de una escritora brillante, que nos emociona, con el don de la sencillez y la fragilidad más hermosas. El libro tiene el encanto añadido de que, como la familia emigró y se estableció en Buenos Aires, está escrito en el español de allá y no sé cómo sonará para los argentinos, pero para nosotros, los españoles, leer una historia bielorrusa en argentino tiene un atractivo especial y el sello intercultural del mundo globalizado en que vivimos. Una obra estupenda, llena de luz, muy recomendable. Uno de los mejores libros publicados este año, sin ninguna duda.

Natalia Litvinova (Gómel, 1986) es una editora, traductora y escritora argentina de origen bielorruso. Nació en una pequeña localidad de Bielorrusia cinco meses después del accidente nuclear de Chernóbil. Poco antes de cumplir diez años, emigró son su familia a Argentina y desde entonces ha vivido allí.

Empezó a escribir versos motivada por la poesía de Lorca, a los veinte años asistió al taller de poesía de Javier Galarza y a los veinticuatro años publicó su primer poemario. A los treinta años fundó junto a Tom Maver la editorial Llantén, especializada en la traducción y edición de poetas rusos, tanto clásicos como modernos. Dirige la colección de traducciones de Melón editora​ y coordina la sección dedicada a las letras argentinas de la revista Ombligo.

Ha publicado una docena de libros de poesía, de los que varios se han traducido al inglés y al francés, ha ganado varios premios y ha impartido talleres de creación literaria. Luciérnaga es su primera novela.

Natalia Litvinova

Publicado por Antonio F. Rodríguez.

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