viernes, 6 de mayo de 2022

El revés de la trama - Graham Greene

 
Título: El revés de la trama                                                                                                 Autor: Graham Greene

Páginas: 303 pág.

Editorial: Seix Barral

Precio: 2,39 euros

Año de edición: 1985

«El revés de la trama» (1948) es una novela sobre la corrupción del hombre en un periodo de guerra y aislamiento. El protagonista es un policía inglés, el comandante Scobie, que lleva quince años destinado en una remota colonia del África Occidental. El mundo de Scobie es monótono y malsano. Se ocupa de pequeños asuntos: corruptelas, robos, algo de contrabando. También de algunos casos irrelevantes de espionaje. Los dominios de Scobie parecen ajenos al vendaval de la Segunda Guerra Mundial. A veces, llegan ecos de combates, rumores o amenazas de invasión que nunca se cumplen. Todo parece tranquilo y muerto bajo un sol de fuego.

La vida colonial es aburrida y mezquina. Nunca pasa nada. Los criados son indígenas. La pequeña élite de blancos tiene su propio mundillo. Los chismes, las maledicencias y la manía de espiarse unos a otros parecen llenar sus vidas. Un calor plomizo lo invade todo. Las enfermedades tropicales acechan. Se respira un olor a muerte. En esta colonia parecen haberse reunido todos los fracasados del imperio británico. Están ahí como en un almacén de muebles viejos. Nadie sabe dónde ponerlos, y en cualquier otro lugar sobrarían. Los administradores de ese rincón ignoto de África se sienten frustrados. Alguno se suicida, demasiado joven para acostumbrarse a esta muerte en vida. Los cadáveres se entierran rápidamente porque en ese clima se pudren (o ya estaban podridos en vida).  

Este es el ambiente que Graham Greene traza con mano maestra. Una tristeza contenida. Una desesperación sorda. Una languidez que se arrastra cada día. Incluso los elementos de intriga que aparecen son triviales. Lo importante es lo subyacente, el revés de la trama, la tortura interior de unos personajes aparentemente vulgares y corrientes. En primer lugar, el comandante Scobie. Se trata de un hombre de unos cincuenta años, rubicundo, algo grueso y de una absoluta probidad profesional. Además, es católico, aunque su fe empieza a flaquear. Su mujer Louise es por completo convencional, Las buenas maneras parecen haber sustituido al amor después de tantos años de convivencia. ¿Querido? Sí, querida. Eso es todo. Scobie siente que ya no siente nada por Louise. Wilson, un compañero, intenta seducirla. Scobie no se lo toma en serio. Cuando su mujer decide irse a Sudáfrica, pide prestadas unas libras a Yusef, comerciante sirio local, hombre poco fiable, pero que comprende y respeta a Scobie. Empieza la caída del policía. Cierto día los supervivientes de un barco hundido por submarinos alemanes llegan a la colonia. Entre ellos Helen, una joven inmadura e insegura, que ha perdido a su marido en el naufragio. Scobie se compadece de su soledad. Acaba por enamorarse de ella. Un affaire en ese mundo sórdido. 

«El revés de la trama» es una novela de fondo religioso. Graham Greene era católico. A Scobie le preocupa la corrupción de su alma. Engañar a su mujer no es posible para un buen católico. Aceptar un soborno tampoco es propio de un alma pura. Mucho menos, tolerar un chantaje. Lo normal en la colonia es infernal para Scobie. Como le dice su amante Helen: tú no eres libre porque crees en todas esas paparruchas y sufres más de la cuenta. Scobie se preocupa más por los prójimos que por sí mismo. Él es un pecador, pero está dispuesto al sacrificio, aunque sea saltándose la ortodoxia católica. Como un Cristo de fe dudosa y moral precaria, Scobie se acerca a su redención. Es un personaje apesadumbrado, memorable, casi uno de esos «santos sin Dios» de los que hablara Albert Camus

Y esto nos lleva a comentar el peculiar carácter existencialista de la novela. Los personajes se revelan hacia adentro, en sus almas, con sus dudas, miserias y preocupaciones. El psicologismo conduce a una especie de existencialismo cristiano casi unamuniano. Por debajo de lo cotidiano, está el tormento de vivir. Algunos de los personajes de esta novela sienten la náusea, o se consideran extranjeros, verdaderos exiliados en un mundo incomprensible. El reflejo de estas almas torturadas por el deseo o la frustración es el paisaje. Graham Greene lo convierte en un símbolo de la podredumbre del hombre caído. Verdadero pesimismo antropológico. Ese clima cálido, corrupto, malsano y enervante dice mucho del corazón de los hombres. La ciudad está formada por cabañas con techo metálico en donde se posan los buitres. En las casas, bullen las ratas, las arañas y demás sabandijas. Estas bestias son como formas del mal y la tentación. La putrefacción del mundo es símbolo de la corrupción del hombre. En este pequeño infierno colonial, el más puro de corazón es el comandante Scobie. 

No es este un libro especialmente entretenido, como otros de Graham Greene, pero sí recomendable, porque plantea temas serios para cualquier persona, sea o no religiosa. ¿Hasta dónde uno es responsable de sus decisiones? ¿Tienen los demás derecho a escudriñar en la vidas ajenas? ¿Podemos conocer algo de un hombre solo por sus acciones exteriores? ¿El hombre debe justificarse ante los demás hombres o ante Dios? ¿Un fallo de conducta o una debilidad moral implican necesariamente la corrupción de una persona? ¿Hasta qué punto es lícito mentir? ¿Y aceptar la mentira como una necesidad para seguir viviendo como si no pasara nada? La novela de Graham Greene, densa y bien planteada, con un final estremecedor, bien merece leerse porque suscita interrogantes que de algún modo nos interpelan a todos.

Graham Greene

Graham Greene (Berkhamsted, 1904-1991) nació en una acomodada familia británica de banqueros y hombres de negocios. De adolescente lo pasó mal e intentó suicidarse varias veces. Estudió historia. Fue fugazmente comunista. Publicó su primera novela en 1929. Viajó mucho, llegando a trabajar para los servicios de inteligencia británicos, el mítico MI6. Sus libros fueron muy bien acogidos tanto por la crítica como por el público. 
 
Era hombre de inclinaciones progresistas y católico. Sin embargo, siempre rechazó ser un «novelista católico». Se consideraba un católico que también era escritor. Sin embargo, ideas como el pecado, la culpa o la redención aparecen en sus novelas de manera más o menos explícita. Nunca recibió el Premio Nobel de Literatura. Ya muy anciano, murió en Vevey, Suiza, en 1991. Allí reposan sus restos.

Publicado por Alberto. 

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