martes, 26 de enero de 2021

Un cementerio perfecto - Federico Falco

Título: Un cementerio perfecto                                                                                            Autor: Federico Falcon

Páginas: 257
 
Editorial: Demipage

Precio: 18 euros

Año de edición: 2016

Este volumen reúne cinco relatos, cinco piezas estupendas de uno de los jóvenes talentos que están creciendo en el panorama literario hispanoamericano. Son cuentos largos, de unas 50 páginas cada uno, que sitúan a sus personajes en un mundo propio al que el lector es invitado sin introducciones ni manuales de uso, de manera que tiene que ir adaptándose sobre la marcha a las reglas del juego en cada situación.

Cuentos extraordinarios y muy originales, oníricos y ligeramente incomprensibles al principio, muy abiertos y aparentemente en clave. Cada historia desconcierta al lector y acaricia su inconsciente, siempre con belleza.

Un hombre que deja el pueblo para vivir en una cueva en el monte; una adolescente enamoradiza que se vuelve atea y ya no quiere acompañar a su madre a imponer la extremaunción; un experto que diseña y levanta un cementerio perfecto para un pueblo pequeño; un viejo que baja del monte para ofrecer a su hija como esposa, y una mujer que corre desnuda en medio de una tormenta de nieve. Así de extrañas son las situaciones iniciales de estas historias, narradas en clave de fábula con una moraleja que nunca llega a aparecer. Y sin embargo, el resultado nos gusta.

No es fácil describir en qué estriba el atractivo de estos cuentos. Textos insinuantes, sugerentes, preñados de posibilidades que excitan la imaginación del lector, inteligentes y abiertos, muy abiertos. ¿Se puede ser todavía, después de todo lo ya escrito, radicalmente original e inclasificable? Creo que Falco lo logra. No me preguntéis cómo, porque no estoy seguro de saberlo, pero si leéis estos relatos, quedaréis prendados de su encanto.

Me ha gustado especialmente el cuarto texto, titulado «La actividad forestal». Una historia tan desconcertante como las otras, en las que todo es tan ambiguo y ambivalente que es el lector (como en toda obra abierta) eñ que carga de pasiones y motivaciones las acciones de cada personaje. Cada persona que aparece puede ser considerada una desalmada o alguien cargado de virtudes, según se mire. La redacción consigue un equilibrio imposible en el que no se juzga a ningún personaje principal, todos pueden ser malvados o virtuosos, como se quiera.

Un libro con mucho truco, aparentemente frío y distante, pero que tiene la habilidad de permanecer abierto en cada frase, en cada párrafo y en cada desenlace. Genial. Tienes que leerlo.

Federico Falco (General Cabrera, Córdoba, 1977) es un escritor argentino. Nació en una familia de campesinos con cierto nivel económico. La influencia de su tía, profesora de Lengua y Literatura, y su gran biblioteca, le orientaron la lectura y luego, al oficio de escritor.

Fué un gran lector desde muy niño a pesar de tener un defecto de visión notable: con el ojo derecho ve solo sombras porque es muy miope. Siempre la ha intrigado si todos ven los colores del mismo modo. Estudió periodismo en la universidad privada Blas Pascal de Córdoba y, curiosamente, se alzó con un premio en la II BIenal de Arte Emergente de la Universidad Blas Pascal con una instalación titulada «Conserva» que podéis ver aquí.

Es un autor de cocción lenta, que elabora durante bastante tiempo sus textos. Ha publicado 6 volúmenes de cuentos, 2 novelas, 2 libros de poesía y una obra de teatro, con los que ha ganado varios premios y consiguió en 2009 una beca para hacer un curso de Escritura creativa en español en la Universidad de Nueva York. En ese mismo año, la revista británica Granta le incluyó en la lista de jóvenes promesas de la literatura hispanoamericana.

Actualmente coordina, porque según él, los alumnos se enseñan solos, talleres de escritura en Buenos Aires. Para él, escribir es asumir una mirada sobre el mundo, ser consciente de que la literatura nunca va a poder dar cuenta completa y veraz de lo que se ve y, aún así, tensar al máximo el lenguaje para intentarlo.

Federico Falco

Publicado por Antonio F. Rodríguez.

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